Los 3 Mejores libros de Javier Castillo

Unos pocos nombres ocupan el espacio de fenómenos editoriales en España en los últimos años, a mi parecer concretamente cuatro, dos hombres y dos mujeres: Dolores Redondo, Javier Castillo, Eva García Sáenz y Víctor del Árbol. En este cuadrante del buen hacer y del consecuente éxito absoluto (exceptuando la narrativa juvenil con sus propios totems de ventas), y con una paridad de género siempre encomiable, se van ajustando las estanterías de todas las librerías con sus lanzamientos alternos de grandes novelas negras, thrillers o policíacas.

El caso de Javier Castillo, el último en llegar, o al menos el que menos novelas ha publicado hasta este momento de estos cuatro grandes, apunta a encumbrarse como el autor por excelencia del género negro más cercano a lo macabro, a esa línea que entronca con las oscuridades del alma humana, de lo ominoso, de la animadversión…

El día que…, comienzo para sus primeras novelas apunta a ese punto de inflexión, a ese instante entre lo trágico, lo sobrecogedor y la inquietante sensación de que el mal campa a sus anchas cuando la mente humana se desboca y se entrega a las más siniestras pulsiones.

Pese a que su bibliografía como digo no es todavía muy extensa, iremos engrosando el particular ranking de sus obras conforme vayan asaltando nuestras mesillas de noche…

Top 3 novelas recomendadas de Javier Castillo

El cuco de cristal

La fragilidad. La sensación de que la medicina puede obrar el milagro de mantener cuerpo y alma unidos más allá de la hora que marca para cada cual. Y la noción de la factura, de la deuda contraída con el destino y con quien es capaz de convertirse en Dios desde el trueque de un corazón que ya va a quedar en desuso.

Siempre nos ha maravillado esa idea del relevo orgánico, la idea de que alguien que se va puede servir, trasplante mediante, para mantener con vida a alguien más afortunado a la hora de dar con el médico, el hospital o los fondos con los que reutilizar esa parte fundamental de la otra persona que fue. Desde aquí siempre se pueden plantear sugerentes historias como aquella película «Siete almas» en la que Will Smith busca su redención a través de sus órganos…

Solo que, en el caso de una novela negra como esta de Javier Castillo, el misterio de la vida se torna más oscuro y el asunto de la deuda sobrepasa límites insospechados…

Nueva York, 2017. Cora Merlo, médico residente de primer año, sufre un infarto fulminante que la obliga a un trasplante de corazón. Aún convaleciente la joven recibe la visita de una extraña mujer con una enigmática oferta: pasar unos días en Steelville, un pequeño pueblo de interior, para conocer la vida de su hijo Charles, el donante de su corazón. Cora se adentra así en un hogar lleno de secretos, en un misterio que se extiende durante veinte años y en un pueblo hermético en el que, justo el día de su llegada, desaparece un bebé en un parque público.

El cuco de cristal

El día que se perdió el amor

Uno de esos casos en los que una continuación (que no segunda parte), supera lo anterior. Después de la estelar aparición de la novela El día que se perdió la cordura, Javier Castillo nos ofrece esta segunda e igualmente inquietante obra: El día que se perdió el amor.

De nuevo el título participa de ese toque sugerente, entre apocalíptico y evocador, entre lírico y siniestro.Una ambivalencia que sirve muy bien a la propuesta narrativa. Todo lo que acontece en la obra de Javier Castillo se mueve entre esas dos aguas de los malos augurios, de los acontecimientos en torno a una muerte casi teatral.

Una mujer desnuda, completamente fuera de sí se presenta en el FBI de Nueva York. Inquietante imagen con la que ya se nos empiezan a girar las piezas del puzzle literario para que se nos haga imposible dejar de leer para descubrir más y más.

En ocasiones Javier se convierte en Joël Dicker, los flash back van aportando más y más tensión a una trama que ya de por sí te tenía ganado desde el momento en el que descubres a esa misteriosa mujer capaz de presentarse ante el FBI como un ecce homo hecho cuerpo de mujer.¿Quién es esa mujer? ¿Qué la ha llevado a esa pérdida total de consciencia?

El amor…, ya lo decía Freddie Mercury: too much love will kill you. El día que se pierde el amor puede que las consecuencias sean del todo imprevisibles. Allí donde hubo amor puede nacer el odio, el deseo de venganza, la locura.

Con el ritmo trepidante del que ya dio buena muestra Javier Castillo en la entrega anterior, pasamos a ver el mundo tras los ojos del inspector Bowring, tan empecinado en atar los cabos sueltos como desconcertado a cada nuevo paso dado.

La mujer desnuda solo fue el macabro arranque de una tétrica sinfonía de violencia y destrucción. Y detrás del todo historias de amor que parecen sencillas, destinos y promesas de eternidad que se creen indestructibles.

Desde lo que somos hasta lo peor que podemos llegar a ser, un solo desencadenante propicia que nuestro lado oscuro asuma la derrota como la perdición. O eso es lo que en ocasiones podemos considerar a la luz de los hechos que se nos relatan…

El día que se perdió el amor

Todo lo que sucedió con Miranda Huff

Hubo días en los que se perdió el amor, y la cordura, y cualquier otro indicio de humanidad en los argumentos de unas novelas de un Javier Castillo hecho ya fenómeno editorial por excelencia en España.

Un fenómeno que además ya llama ya a las puertas de muchos otros países europeos a los que empiezan a llegar estas historias negras, impactantes, frescas desde las oscuras aguas de los pozos del género.Si nos ponemos a etiquetar, Javier Castillo podría pertenecer a una generación de escritores de género negro prácticamente millenials.

Jóvenes autores que asaltan los primeros puestos de ventas en una combinación del thriller más descarnado con ritmos extasiantes, todo ello en torno a personajes absolutamente vívidos sobre cuyos destinos se vislumbran giros y situaciones limite. De entrada la desaparición de Miranda Huff evoca a otra ilustre desaparición reciente, la del ya citado Dicker: la periodista Stephanie Mailer. Pero la trama acaba por desmontar el guiño entre las dos novelas.

En esta novela de Javier Castillo la desparición apunta más a un terreno emocional en el que Javier Castillo suele exprimir un potencial fascinante de tensión narrativa. Cuando Ryan llega a la bucólica caseta apartada del mundo, en la que pretende forzar una reconciliación con Miranda, su mujer, pronto descubre la devastadora imagen de la sangre como única pista de una desaparición que lo enfrenta a esa desquiciante sensación de irrealidad frente a lo siniestro.

A partir de esta escena, con ese ritmo del que ya ha hecho gran virtud Castillo, vamos visualizando esos detalles, esas pistas a media luz, esos vínculos del pasado y esas culpas soterradas en lo cotidiano…

Nada es casual, como se puede adivinar en una historia de suspense. La elección de la casa retirada en el bosque empieza a cobrar otro sentido más completo, perfilado por alguna mente aviesa que busca venganza o simplemente disfruta con su ominoso plan. Porque la casa ya escondía otros secretos antes incluso de que Miranda y Ryan llegaran ahí.

El mal siempre traza su plan como un círculo macabro y perfecto en torno a un escenario. Todo lo que sucedió y lo que suceda, quedará sofocado por el silencioso bosque.

Todo lo que sucedió con Miranda Huff

Otros libros recomendados de Javier Castillo…

El día que se perdió la cordura

Lo más curioso de esta novela es cómo el autor nos presenta lo más atroz como una consecuencia natural, una cadena de circunstancias y acontecimientos capaces de sintetizar la locura para extirpar el amor que deriva en dolor. Anda que no me explico bien ni nada cuando quiero ¿no? 😛

Lo que trato de decir es que la conocida imagen inicial de esta novela, en la que un hombre desnudo pasea por la calle con la cabeza de una mujer en la mano, encuentra en el desarrollo de la trama una especie de fundamento vital, existencial.

Lo macabro y lo monstruoso del caso adquieren por momentos una cercanía desasosegante en este libro El día que se perdió la cordura. Y es que mientras lees desarrollas empatía con la locura. Conforme el médico psiquiatra Jenkins y la inspectora Hydens ahondan en el caso del perturbado asesino descubres cuan alejada puede estar la ciencia de la verdad, y lo lejos que se mueve el humano cuando pretende deducir a través de la razón.

 Jenkins, Hydens y tú como lector emprenderéis un oscuro viaje introspectivo por medio de una trampa de espejos que intenta implicarte en el caso para que sientas zozobra y dudas, para que no puedas escapar de sus páginas hasta que todo quede bien cerrado. Un intrigante y trepidante thriller construido demencialmente bien. Una novela emergida desde la autopublicación y convertida ya en una obra singular y reseñable de toda la literatura negra española.

Si hay que poner un pero a la trama, citaría la difícil verosimilitud (ni el propio autor supo abordarla con completo éxito) de algunas reacciones como la del doctor Jenkins cuando empieza a asomarse a la más cruda verdad…

El día que se perdió la cordura

La chica de nieve

Como el más siniestro de los trucos del destino, una desaparición siembra la vida de inquietantes incertidumbres y de perturbadoras sombras. Más aún si le ocurre a una hija de 3 años. Porque ahí se añade la pesada culpa capaz de devorarte.

En esta novela de Javier Castillo nos acercamos a ese sinvivir aferrado a los segundos más lentos y oscuros. En este caso alcanzando un largo tiempo que no cura un ápice. Porque en otras novelas recientes de similar propuesta de arranque como «no soy un monstruo«, de Carmen Chaparro, el asunto se mueve en el frenesí de la búsqueda contrarreloj. Pero en esta nueva novela de Castillo, el asunto se traslada al futuro, tirando de nuevo de esas acciones en busca de reflejos pretéritos o venideros.

Nada más inquietante que descubrir cómo desde la desesperación prolongada durante años puede brotar una mínima esperanza. Solo que Kiera, perdida a sus 3 añitos, ya no parece ser la misma niña un lustro después.

La llegada de la inequívoca prueba de su existencia pasado tanto tiempo sorprende a todos, incluso a los desconcertados padres que esperan poder abandonar tan larga pesadilla de inafrontables secuelas.

En ocasiones un foco exteriorcomo el de Miren Triggs puede servir a la causa de la investigación. Porque Kiera está viva, sin duda. El problema es conocer su paradero y descubrir qué mente aviesa es capaz de manifestar a los padres con esa fría crudeza, tanto tiempo después, que ella sigue habitando en este mundo, pero que quizás ya no les pertenezca…

Así que Miren Triggs, una estudiante de periodismo de la Universidad de Columbia, se siente atraída por el caso e inicia una investigación paralela que la lleva a desentrañar aspectos de su pasado que creía olvidados, y es que su historia personal, al igual que la de Kiera, está llena de incógnitas.

Si los caminos del señor son inescrutables, los laberínticos senderos hacia el mal y el infierno pueden acabar por hacerte perder la razón en el dantesco periplo hacia la verdad.

La chica de nieve

El juego del alma

En tiempos de pandemia cualquier planteamiento maquinado por un escritor de novela negra o de ciencia ficción cobra nuevos visos de verosimilitud. En paralelo la sensación de reclamo de los argumentos más oscuros puede que nos magneticen con mayor intensidad cuando lo siniestro se cierne sobre nosotros a poco que observemos con plena consciencia. En eso de observar lo que acontece con intensidad Javier Castillo es ya contrastado maestro…

Seguimos en esta ocasión en terreno del suspense made in Castillo, donde el entorno se adivina asfixiante desde un arranque ya explosivo. Y de nuevo una ciudad de Nueva York con su cualidad, en manos de este autor, para tornarse en cosmópolis también de lo siniestro. Y es que Nueva York nunca duerme, solo que en manos de Javier Castillo se sume una tras otra en las peores pesadillas imaginables…

Nueva York, 2011. Una chica de quince años aparece crucificada en una iglesia de un suburbio a las afueras. Miren Triggs, periodista de investigación del Manhattan Press, recibe de manera inesperada un extraño sobre. En su interior, la polaroid de una chica amordazada y maniatada, con una sola anotación: «GINA PEBBLES, 2002».Miren Triggs y Jim Schmoer, su antiguo profesor de periodismo, seguirán la pista de la chica de la fotografía mientras investigan la crucifixión de Nueva York. Así se adentrarán en una institución religiosa en la que todo son secretos y deberán descifrar tres preguntas cuyas respuestas parecen imposibles ¿Qué le sucedió a Gina?, ¿quién envía la polaroid? ¿Están conectadas ambas historias?

Tras vender más de 1.000.000 de ejemplares de sus anteriores novelas, Javier Castillo coloca sobre la mesa las piezas de un thriller inquietante e introduce al lector en un juego peligroso en el que se apuesta lo más preciado; una novela que juega con los dados de la fe y del engaño, del amor y el dolor, con extraños rituales y un oscuro secreto que, de descubrirse, puede cambiarlo todo.

El juego del alma
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