Pese a ser una figura emblemática en Estados Unidos, la llegada de la obra de David Foster Wallace a España se produjo como una especie de reconocimiento póstumo del mito. Porque David padecÃa de una depresión que lo persiguió desde su juventud hasta sus últimos dÃas, en los que el suicidio terminó con todo a sus 46 años.
Una edad impropia para el fin, en la que los ecos y contradicciones de la mente dotada y creativa, pero a su vez asomada al abismo de la destrucción, se transforma paradójicamente en un mayor interés por la obra.
En 2009 los libros de David Foster Wallace empezaron su periplo por lugares del mundo a los que anteriormente no habÃa llegado, consumiéndose principalmente hasta entonces en un mercado estadounidense en el que su propuesta sà que habÃa cuajado como una interesante composición de personajes muy profundos sumidos en la vorágine de la modernidad.
Temáticas diversas desde el deporte hasta los medios de televisión o la habitual revisión crÃtica del sueño americano. La llegada a España se llevó a cabo primero en acercamientos a su faceta como cuentista y después con todo el peso de sus obras más relevantes. Wallace, pese a sus pesarosas circunstancias más quÃmicas, no era un escritor dominado por algún tipo de pesimismo propio de su padecimiento o su medicación.
No al menos en la tÃpica moraleja del desastre que puede desprenderse de autores como Bukowski o Emil Cioran, por citar a dos ilustres pesimistas. Más bien encontramos en sus libros bastante de lo contrario, de una intención de construir personajes vÃvidos y hasta histriónicos en planteamientos a veces delirantes que despiertan indistintamente humor y confusión.
UtopÃas y distopÃas que asaltan una realidad transformada, personajes que dudan de la construcción del mundo que los rodea o que dejan mecer su existencia sobre este. Una intención crÃtica sobre la realidad misma bajo una exquisita forma que desparrama ingenio, como una escritura automática, revisada y guionizada después en busca de un sentido que tan pronto descubre el sarcasmo de nuestra condición humana como que nos proyecta a ese espacio donde la ficción se llena de sÃmbolos que descomponen por partes el mundo.
David Foster Wallace es el narrador de un mundo devorado por lo onÃrico. Y ya se sabe que en los sueños pasamos del humor al miedo o del deseo a lo repugnante, desde un escenario al siguiente.
Top 3 libros recomendados de David Foster Wallace
La broma infinita
Para según qué libros tratar de plantear una sinopsis crÃtica se convierte en una misión prácticamente descabellada. Porque La broma infinita es una novela absolutamente subjetiva (si es que no lo son todas). Porque el autor juega con un imaginario que se transforma en cada nueva percepción del lector. Está claro que nos enfrentamos a una distopÃa ubicada en algún tiempo próximo, quizás ya instalada en nuestra cotidianeidad.
Solo que las referencias al momento naufragan en referencias temporales fijadas jocosamente en productos comerciales que salen al mercado, o en la infinitésima reposición de una pelÃcula, la pelÃcula perfecta que todo el mundo debe visionar una y otra vez como forma más constructiva de ocio.
Los sÃmbolos hacia la comparación con nuestra realidad van desde la metáfora hasta la hipérbole, dependiendo del entendimiento del lector de turno. Gobiernos totalitarios que apuntan a la dejadez de una sociedad centrada en el individualismo como forma de autodestrucción.
La vida es un chiste que despierta desopilantes sensaciones convertidas en ecos de carcajadas ácidas. Una novela hecha la alegorÃa más extensa jamás escrita. Una mezcla de El show de Truman con la Divina Comedia (versión made in USA siglo XX) que sorprende y jamás deja indiferente.
La escoba del sistema
Lenore Beadsman es un personaje al que amarás y odiarás. Porque su mundo está construido sobre un absurdo brillante o sobre una irrealidad desquiciante, según el momento y el capÃtulo.
Una novela extensa pero que jamás se puede hacer pesada porque en su vanguardismo siempre te dispone al descubrimiento desconcertante de un nudo narrativo hecho giro constante. Risas de lo estrambótico y grotesco. Personajes hechos charlatanes de la divagación, el vacÃo y la plenitud de nuestras contradicciones.
Un estrepitoso caso de desapariciones en masa de una residencia de ancianos nos enfrenta a ese humor ácido del desastre, de lo inhumano. Una investigación para discernir la verdad en un mundo incierto en el que la cacatúa Vlad, mascota de Lenore, se convierte en un particular oráculo hacia el esclarecimiento de un oscuro asunto que puede pasar por la abducción colectiva, la fuga de nonagenarios o el traslado de los ancianos a la cuarta dimensión… Y, sin embargo, al final asalta una extraña duda sobre la vejez y su valor en el mundo…
Entrevistas breves con hombres repulsivos
Tratar de abordar la obra de Wallace es una tarea ardua. Porque en el fondo el asunto roza lo metalingüÃstico. No es que Wallace sea un narrador adaptado a estructuras de narración innovadoras. El caos está ahà y se hace notorio. Pero la cuestión es que sus novelas habitualmente extensas enlazan, casan, componen ese algo desde una visión subliminal.
Tratar de alcanzar su intencionalidad quizás se vea más clara en este libro de relatos sobre el ridÃculo de la existencia más mundana. No es filosofÃa pero desprende un punto analÃtico sobre lo humano; no es comedia pero hace que nos riamos del absurdo.
Un conjunto de más de veinte historias que componen un crisol en el que nada funde y todo se une. No hay hilo narrativo que engarce las historias pero sà hay sintonÃa fundamental sobre miedos disfrazados de esperpentos, obsesiones ajenas hechas chistes y una sensación de que el universo de la creatividad encontró en el autor un pozo sin fondo, una vertiginosa creatividad en caÃda libre.
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