Ningún pesimista del todo convencido llega a los 84 años, como fue el caso de Cioran. Lo digo por el empeño en señalar a este autor como un nihilista recalcitrante cuya negatividad y espanto por la vida componen en forma y fondo una narrativa paralela a la condena de vivir. ¿Postureo? seguro que no, pero tampoco un pleno convencimiento del vacío en su propia alma. Algo similar se puede decir, cambiando de tercio en una posible comparación, con un Bukowski entregado a vicios y carente de filtros pero que también llegó a viejo.
Si bien la marca de Nietzsche es indudable en un autor empeñado en desnudar miserias como Cioran, bajo su relato desangelado se aprecia una necesidad del desengaño de uno mismo, un empeño en tratar de desacreditar los axiomas de un pesimismo histórico que en un siglo XX salpicado de sangre podía tener plena justificación, pero en cuyo horizonte siempre puede encontrarse un albor de cierta esperanza, ácida pero esperanza al fin y al cabo.
A mi entender pudo ocurrir que un tipo inteligente y crítico como Cioran se entregara a esa literatura filosófica de la provocación, de la búsqueda de los límites, del aforismo impenetrable, de la llamada a la destrucción como muestra de desconfianza total en lo humano.
Pero leyendo entre líneas (cuando no en expresiones directas), en Cioran descubrimos a un tipo que acaba valorando el arte y la música como únicas muestras del genio humano capaz de sobrevolar tantas limitaciones, frustraciones, miedos y mezquindades.
Ese era su horizonte de esperanza, por lo que seguramente merecía la pena seguir viviendo para él., despotricando con fundamentos de todo y entregándose al brillo inextinguible de lo bello, como contraste deslumbrante frente a todo lo demás.
A medio camino entre el filósofo (por la profundidad de sus escritos) y del escritor de ficción (por la lírica de su prosa empeñada en la recreación formal) y con algunas interesantes referencias a lo español y lo ruso como emblemas de la derrota del ser humano, leer a Cioran es sucumbir a brillantes aforismos, a hondas contradicciones de extrema lucidez y disfrutar con ese pesimismo natural del ser humano que, al fin y al cabo, en una reducción entre absurda y fundamental, vive para morir.
3 libros recomendados de Emile Cioran
En las cimas de la desesperación
El libro en el que Cioran empezó a volcar ese desasosiego existencial que empezó en su juventud y que se extendió durante toda su vida.
A Cioran le ocurrió pronto como a Nietzsche, pues ambos entendieron que la inteligencia era una condena cuando se orientaba, por condicionantes endógenos, a tratar de discernir las verdades últimas, precipitadas naturalmente al abismo de la nada.
Si no hubiera escrito este libro, Cioran se habría suicidado, argumentó el mismo. Era un veinteañero y en lugar de enfocar sus pulsiones hacia la vida más intensa de lo físico, algo lo condujo a ese mar oscuro de la introspección filosófica, de las preguntas reveladas por ese infortunio desquiciante de la lucidez trascendente.
El incipiente pensador que era Cioran empezó por las dudas más inquietantes, aquellas que lo conducían al sentido de las cosas, desde el más simple movimiento hasta la más elaborada voluntad. Así, el libro nos asoma a los miedos, a la locura y a las amarguras de la existencia con un tono grave y despiadado.
Breviario de la podredumbre
Si te animas en seguir leyendo a Cioran, quizás esté bien bajar el pistón y adentrarte en un libro de aforismos, de sentencias pesimistas pero que al menos dan lugar a la refutación, al análisis, sin esas connotaciones de una narración más extensa que acaba dotando de todo tipo de argumentos desde lo descriptivo hasta lo analítico cualquiera de las ideas expuestas.
Los aforismos de Cioran condensan una vieja idea que ya expresó Calderón de la Barca sin entrar en más detalles: «el delito mayor del hombre es haber nacido». Pero claro, Cioran sí entra en detalles.
Él no es un poeta buscando superación lírica sino que se regodea en la miseria de vivir, en la prescindibilidad del ser humano. Y cita tras cita va componiendo en este libro ese trágico y deslabazado ideario de la nada.
De lágrimas y de santos
De lo primero que se ocupa una mente inteligente que llega a su madurez de los primeros interrogantes es de Dios. ¿Qué es Dios? Y las respuestas apuntan hacia un desesperante vacío que pudo cubrir la infancia en complemento a las figuras paterna y materna (o quizás por si llegaba su ausencia).
El hombre escéptico por naturaleza, necesita serlo en ese mezcla de sentidos y de razón. Y el escepticismo de Cioran se ocupa (una vez más en la historia de la filosofía, de la literatura y del arte) de derrocar los viejos mitos y santos que instrumentalizaron el miedo y el poder, que anularon el ser, tan cobijado en figuras divinas como injustamente mentido sobre la crudeza y crueldad de un mundo vacío en lo espiritual.
En este libro Cioran se inspiró en la España heredera de la inquisición, rica en un imaginario e imaginería religiosa todavía absolutamente vigente en sus días.
A partir de todo esto, el libro lo acaba destripando todo para sacarnos lo poco que quede de alma, de creencias y de viejos mitos atávicos completamente indignos en el hombre moderno.
Me parece un autor para leer con el yo atento y reflexionando. Gran maestro, complejo y veraz.
Sin duda, José, lecturas sin desperdicio.