¿Qué decir del Woody Allen cineasta? Tan solo reverenciarnos ante un tipo de apariencia frágil y presencia anodina que acaba desparramando su ingenio en un universo sin parangón.
Pero también tenemos al Woody Allen escritor que ocasionalmente se entrega a nuevas ficciones sobre papel, tragicomedias de nuestros dÃas, pensamientos, relatos y hasta una reciente autobiografÃa.
Lo cierto es que hace años no era yo mucho de Woody Allen. Pero hubo una entrevista y una pelÃcula que lo cambiaron todo. Y es que en una ocasión le preguntaban por las dos palabras más bonitas del mundo. Él, con su mirada cansada de perrillo apaleao contestó a la periodista anhelante de algo romántico: «las dos palabras más bonitas son: ¡es benigno!» y pensé qué jodidamente cierto es eso, sobre todo cuando te lo dice un médico que acaba de analizar algo nuevo y extraño que se aloja en tu cuerpo.
Respecto a la peli, fue «Match point» la que me giró mi noción sobre el estilo y el trasfondo de Allen. No sé, debe ser algo mágico que desliza este genio entre sus presentaciones realistas, ese toque de maravillosa tragicomedia del vivir más mundano, su capacidad para plasmar la visión del mundo de sus personajes. Me ganó y empecé a ver cómo era su faceta de escritor.
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A propósito de nada
Una gran oportunidad para divisar por dentro al Woody Allen hecho a sà mismo. Porque en esa fórmula improvisada, en ese aprendizaje repentizado que fue la vida del aclamado director, reside su fondo narrativo, ese conocimiento intensivo de los recovecos del alma y sus disfraces del comportamiento.
En esta memoria sincera y a menudo hilarante, el célebre director, comediante, escritor y actor ofrece una mirada integral y personal de su trepidante (o quizás mejor atropellada) vida. Comenzando con su infancia en Brooklyn y su etapa como guionista para el programa de variedades del emblemático Sid Caesar en los primeros dÃas de la televisión. Ahà trabajó junto a grandes personajes de la comedia americana, Allen cuenta sus difÃciles pero ya estrepitosos primeros dÃas antes de lograr reconocimiento y éxito.
Con su dinamismo narrativo habitual (paradójicamente frenético ante su presencia tranquila), relata sus comienzos como cineasta ya a los treinta y tantos, con comedias como «Coge el dinero y corre», y revisita toda su carrera de sesenta años y enormemente productiva como escritor y director, de sus clásicos Annie Hall , Manhattan y Annie y sus hermanas a sus pelÃculas más recientes, incluida «Medianoche en ParÃs». En el camino, habla sobre sus matrimonios, sus romances y sus amistades más sonadas. Pero también profundiza en su querencia por hacer música jazz, repasando libros amados y obras de teatro que lo transformaron.
La sinceridad de Woody Allen es risa y burla, pero también un innegable descenso a los infiernos para conocer a sus demonios. Esos que guardan errores tanto como grandes éxitos pero demonios de los que también aprendÃa.  Este es un autorretrato enormemente entretenido, profundamente honesto, rico y brillante de un artista célebre que se encuentra entre los mejores cineastas de nuestro tiempo.
Sin plumas
Estar de vuelta de todo, ser ese excéntrico tomado más por sabio que por loco es lo que tiene. Woody Allen se recrea en su papel de genio para arremeter precisamente contra esos patrones que ensalzan hasta la peana o que hunden en la miseria. Y mejor tomárselo con humor, como con cualesquiera otras de las vanidades humanas.
Emily Dickinson, la gran poetisa norteamericana, intenta convencernos de que la esperanza «es esa cosa con plumas». No es asÃ, dice Woody Allen. Esa cosa con plumas resulta ser su sobrino. En fin, lo que sà es cierto es que aquà el docto ignorante de Woody Allen vuelve a arremeter una vez más contra la cultura. Sin plumas es la segunda recopilación de sus escritos satÃricos. Además de los cuentos publicados regularmente en el New Yorker, se han rescatado textos admirables provenientes de otras fuentes -algunos incluso inéditos-, asà como dos hilarantes comedias en un acto: Dios y Muerte.
En todos ellos Woody Allen hace estrafalarias reflexiones sobre los problemas que le obsesionan y que le han hecho famoso: la muerte, Dios (o su carencia), las mujeres (o su carencia), los intelectuales, las artes y hasta los dentistas. No contento con ello, orienta al lector acerca del gran interés de los temas que inspiran los ballets, de cómo ejercer la desobediencia civil, o de cómo examinar un fenómeno psÃquico.
Pura anarquÃa
Sólo un genial humorista como Woody Allen podrÃa concebir un musical en torno a la Viena Fin de Siècle en el que Alma Mahler se la pegara, sucesivamente, a Gustav Mahler, Walter Gropius, Oskar Kokoschka, Franz Werfel, Gustav Klimt, Egon Schiele, Ludwig Wittgenstein y Karl Popper.
El viacrucis por el que pasa un incauto que confÃa las reformas de su casa a un contratista sospechosamente sensato; un delirante intercambio epistolar entre el director de unas colonias de verano y el padre de uno de los niños (bastante zoquete, todo sea dicho) que pasa allà las vacaciones; las vicisitudes de un hombre que, en plena moda New Age, aspira a levitar, pero que se lanza a practicar sin dominar la técnica…
Estas son algunas de las desternillantes situaciones que describe Allen en su nuevo libro. Además de psiquiatras que acaban peor que sus pacientes, y desdichados actores dispuestos a hacer lo que sea para poder comer, desfilan por estos relatos sociedades estrafalarias, como la empresa que subasta en eBay oraciones para que se cumplan deseos… sin demasiadas garantÃas, e ingenuos a los que les quieren vender trajes que exhalan olores, proveen de agua o recargan el móvil con solo frotarlo contra una de sus mangas.
Woody Allen vuelve a hacernos reÃr con sus historias: desde la policÃa hasta los gourmets, pasando por Mickey Mouse, los detectives privados o las guarderÃas, nada escapa a las ácidas burlas de Woody Allen en estos dieciocho relatos.
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