3 mejores libros de Don DeLillo

Lo de Don DeLillo es un caso excepcional dentro del panorama literario mundial. Sin duda nos encontramos ante un autor existencialista, crítico, profundo, antropológico, sociológico.

Pero para encajar su pretensión narrativa siempre trascendental, DeLillo se ocupa de disfrazar sus novelas bajo distintas apariencias de géneros tan dispares como la ciencia ficción en su vertiente distópica o un realismo subversivo en torno a diferentes corrientes o grupos que, en su disonancia, aportan nuevas perspectivas sobre el mundo, sobre los tiempos vividos sobre todo en un siglo XX plagado de conflictos, de extrañamiento, de paradojas entre la anhelada esperanza del bienestar social y la naturaleza en la práctica destructiva de un ser humano gobernado por ambiciones y miedos.

En cierta forma DeLillo abunda en el desencaje generalizado que los escritores estadounidenses contemporáneos relataron en plumas pioneras tan considerables como Bukowski o Kerouac y su excusa del todo está perdido.

Pero DeLillo no comulga con ese mismo derrotismo. La paradoja hecha manifiesto narrativo en DeLillo apunta más a la crítica y a la intención transformadora.

Obras de magnitud tan considerable como Submundo se dirigen más a la divulgación en un siglo XX que se iba apagando, desde la suma de un fascinante cosmos de personajes que a la mera recreación formal del desencanto.

Top 3 libros recomendados de Don DeLillo

Submundo

En torno a mil páginas para una nueva odisea de la supervivencia a través de un siglo XX orientado hacia el eslogan de la felicidad desde la paradójica sensación de la pérdida de autonomía.

Parece que Nick y Clara nos van a contar su historia de amor imposible. Pero lo que acaba siendo imposible es saber cómo se llegó hasta ahí. Los años vividos por los extraños amantes se sumergen en los días de vino y rosas de una sociedad estadounidense anestesiada por ese ego creciente que apaciguaba las conciencias frente a conflictos internos y externos.

Estados Unidos, esa amalgama de culturas unidas por la firme creencia en una bandera no deja de ser una utopía ideologíca en la que acaban ondeando las dispares concepciones sociales.

Para que tantas formas de ver el mundo acaben uniéndose con ese amor a la bandera, el trampantojo sobre el que ondea la bandera debe acabar disgregándose en extrañas claudicaciones contradictorias.

Las bondades de una cosa y su contraria. Para cubrir esta necesidad de lo disperso, la historia acaba convirtiéndose en un coro de muchos nuevos personajes y el hilo narrativo parece difuminarse por momentos. Pero es precisamente eso lo que hace del conjunto una obra fascinante a la que dificilmente se le encuentran límites.

Submundo

Ruido de fondo

Una de esas combinaciones distópicas, al estilo de Margaret Atwood con su cuento de la criada. Claro que, cuando un autor realista como DeLillo se mece en una ambientación de ciencia ficción acaba siendo para relatar aspectos que, gracias a esa ambientación extrema, sirve perfectamente a la causa de la introspección sobre aspectos filosóficos en una ambientación dinámica que agiliza la trama de manera paralela.

En esta ocasión una fuga de un gas desde una gran industria se cierne sobre la ciudad del profesor Jack Gladney, paradójicamente estudioso de Hitler.

Lo cierto es que la vida de Jack y su familia parecía ya cernida por otro tipo de nube negra, la de esa alienación de la rutina que sume las vidas en una ruleta de días hacia el sinsentido.

La acumulación de los dos negros presagios, el de una familia al borde de su propio abismo y la repentina amenaza química conduce a los Gladney a ese nuevo escenario en el que la supervivencia reaviva las sensaciones perdidas con la radical sensación de que la incorporación del nuevo miedo a la alienación previa puede transformarse en cualquier cosa, como la química extraña del mundo.

Ruido de fondo

Mao II

Sin duda Bill Gray se equivó de escenario sobre el que escribir su novela imposible, esa para la que es incapaz de encontrar un argumento en su tediosa vida, llena de alicientes individuales pero carente de ese sentido último que, en casos de personas profundas como Billy, suponen un carga dificilmente sobrellevable.

Su historia por contar aparece curiosamente al otro lado del mundo, en lo proveniente del maoismo más crudo como emblema de muchos otros populismos crecidos a la sombra de la necesidad y de la indigencia mental de tantos seres humanos confiados a salvadores frente a sus miedos hechos fobias y capaces de radicalizarlos.

Por momentos con ese humor sórdido, DeLillo se convierte en mensajero del porvenir, pues en ciertos aspectos de la novela parece que la leemos con posterioridad a hechos que ocurrieron después de ser escrita en 1991.

Pero más allá del crisol de ideas y augurios hechos realidad, esta historia avanza en torno a un intimismo esperanzado desde el personaje de Bill junto con los otros vértices de un triángulo de amores extraños cerrado por Karen y Scott.

Mao II
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