Vengando a su compatriota Sandor Marai, Laszlo Krasnahorkai se erigió con el premio nobel de literatura en 2025, emulando al otro gran narrador húngaro del siglo XX, Imre Kertész. Y con estos tres se conforma el triunvirato de narradores magiares alzados con el mayor de los reconocimientos.
Pero no siempre compartir origen asegura uniformidad temática o estilística. Porque además estos tres genios ofrecen variedad de inquietudes narrativas y de formas de hacérnoslas llegar. En el caso de Laszlo, el asunto alcanza umbrales entre lo costumbrista (con un deje de realismo mágico trasladado al este de Europa o incluso al lejano oriente), y lo alegórico, lo fabuloso, cuando no lo directamente fantástico. Una variedad que hace del eclecticismo herramienta habitual que domina con maestría este autor.
Su imaginario, cargado de vívidas imágenes, no ha pasado inadvertido para el mundo del cine, proyectándose hacia ese lugar de las obras recientes de culto gracias a su compatriota, el director de cine Béla Tarr.
Top 3 novelas recomendadas de Laszlo Krasnahorkai:
Y Seiobo descendió a la Tierra
Fascinación podría ser la palabra con la que los occidentales observamos el acervo cultural, los patrones morales y sociales y hasta la idiosincrasia japonesa. Algo tan lejano a nuestras bases y visión del mundo que este maestro húngaro supo trasladarnos. Una invitación para mutar de la piel del etnocentrismo desde una combinación de fantasía con cotidianeidad que resultan arrebatadoras en forma y fondo.
Seibo, una deidad japonesa, decide volver a la Tierra en busca de un atisbo de perfección: la belleza revela lo sagrado. En su viaje explora el Japón, la Rusia medieval, la Italia del Renacimiento y escucha música del Barroco. Una obra melancólica y turbadora en la que Krasznahorkai indaga en el extraordinario consuelo de la belleza y nos ofrece su singular perspectiva de la inmanencia, esa especie de estoicismo a lo oriental.
Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río
Como volumen global una obra a la altura de «En busca del tiempo perdido». Sobre todo por lo de implicación creativa de sus autores. Proust con una intención más trascendente, mientras que Laszlo aporta más humanismo con pinceladas de espiritualidad desde una imaginación desbordada y una composición de escenas que empapan la piel.
Al sur de Kioto, junto a la vía del tren de la línea de Keihan, a sólo una parada de la ciudad, hay un monasterio. Una escalada laberíntica conduce al nieto del príncipe de Genji a este lugar apartado. No muy lejos de allí, dicen, tiene que hallarse el jardín más hermoso del mundo. Camina por todo el recinto del monasterio como movido por una fuerza interior. Una construcción sutil ha dado forma a la naturaleza, cada cosa tiene su lugar y cada forma su significado. Y así se desplaza una mirada perspicaz y minuciosa sobre la naturaleza, sobre las plantas, el viento y los pájaros, pero también sobre la arquitectura, las pagodas, las terrazas y los patios. Dejar que lo pequeño devenga grande, desplazar lo secreto al centro de atención, rastrear la belleza de lo cotidiano, eso es lo que hace László Krasznahorkai en este viaje literario al Japón, un libro de una prosa embriagadora, fascinante, que nos transporta al universo ideológico y sentimental del país nipón.
Tango satánico
Toda transición sociológico conlleva una mutación existencial para los habitantes del país o región de turno. Alienación y desubicación en el propio terruño. Y desde ahí tirar hacia adelante para alcanzar el descubrimiento de la identidad perdida.
Poco después de la caída del régimen comunista, en una remota región rural de Hungría azotada por el viento y la incesante lluvia, unos pocos miembros de una fallida cooperativa agrícola llevan una vida anodina en un pueblo ya casi fantasmal mientras aguardan impotentes a que un milagro les devuelva el futuro. Hasta que un día reciben la noticia de que, en la carretera que conduce a la aldea, se ha avistado al astuto y carismático Irimiás, desaparecido años atrás y al que daban por muerto. Su simple reaparición infundirá esperanzas en la pequeña comunidad de vecinos, pero también desencadenará acontecimientos desconcertantes y les revelará aspectos que tal vez habrían preferido ignorar. Paródica y mordaz, esta magnífica novela sobre los avatares de la esperanza y el valor de las promesas inspiró la película de culto de Béla Tarr y ya es hoy un clásico contemporáneo.