Entre los siglos XIX y XX dos escritoras gallegas acopiaron el necesario reconocimiento literario de lo femenino en la esfera nacional Emilia Pardo Bazán, a quien hoy traigo a colación y Rosalía de Castro, de quien ya hablaré algún otro dia en este mismo espacio.
Los pequeños pasos de esa necesaria igualdad social siempre han partido desde esferas de lo cultural antes incluso que desde lo político, o quizás lo primero como motor de lo segundo. Sin esa conciencia social derivada de la evidente equiparación creativa e intelectual, el reconocimiento paulatino es menos posible.
Y cierto que por aquellos años quedaba todo por hacer para esa igualdad efectiva en multitud de aspectos. Pero el camino empezó a trazarse hacia el horizonte gracias a escritoras como Emilia.
Más allá de esta necesaria y ligera escenificación histórica, hablar hoy de Emilia Pardo Bazán es asomarse a una autora erudita, actualizada con las nuevas corrientes naturalistas europeas y que incluso rompía (o más bien complementaba, porque el arte siempre debe entenderse como una suma de perspectivas) el anterior visionado narrativo romántico de su antecesora Rosalía de Castro.
Bien es cierto que el tandem que compuso junto a Benito Pérez Galdos, siempre considerado a medio camino entre lo literario y lo amoroso, fructificó en ambas partes en sinergias argumentales en las que unas veces Emilia Pardo Bazán y otras Pérez Galdós, acometían nuevas empresas literarias con ese punto de realismo que bordeaba la crónica o el costumbrismo para muy distintos estratos sociales, desde su aristocracia de cuna hasta el proletariado que asomaba como una realidad creciente en España.
Su carrera literaria no solo se centró en la novela. La más prolífica escritora española de los siglos XIX y XX también ejerció como periodista, ensayista, crítica, por supuesto poeta, pero también escribió teatro, tradujo, editó libros y colaboró en la reivindicación del feminismo a través de la cultura.
Top 3 libros recomendados de Emilia Pardo Bazán
Los pazos de Ulloa
Naturalismo sí, pero ajustado a la realidad de la España que todavía necesitaba asomarse a un realismo plenamente consciente para asomarse a esas nuevas corrientes que sonaban como ecos desde la vecina Francia.
Y esta novela es eso, un brindis con Zola desde el sur de los Pirineos, una asunción de los nuevos referentes literarios rupturistas con el romanticismo pero con un revisionado para el imaginario peninsular.
Claro está que una novela realista como esta queda acotada por las circunstancias particulares de su ubicación geográfica. Porque los pazos gallegos de 1886 suponían una idiosincrasia propia dentro del ideario caciquil, la ilusión de viejas glorias y la auténtica decadencia de un imperio español en constante sangría.
Y ahí es donde conocemos a unos personajes duros como aquellas tierras, oscuros en ocasiones como el cielo plomizo y expuestos a un espejo entre lo urbano y lo rural que parece acabar reflejando mundos distintos.
Insolación
Para una mujer, atreverse a escribir según qué historias podía acarrer riesgos considerables en cuanto a la desconsideración y la repudia. La libertad de pensamiento y exposición del mismo siempre ha sido motivo de conflictos históricos, pero en el caso femenino el dilema se elevaba a la enésima potencia.
A poco que te sumerges en la novela, considerando interesante la introducción en la doble vara de medir entre lo masculino y lo femenino en cuanto al acercamiento al sexo, entiendes el porqué de ese conatos de rechazo.
Si además la pretencionsa voluntad femenina de disertar sobre el sexo se completa con escenas circundantes sobre pasiones y amores directos, el asunto todavía pudo acercarse más al escándalo moral.
Sin embargo hoy, esta novela se convierte en un testimonio feminista en los ámbitos más intimistas de finales del siglo XIX. Por ello, una novela muy recomendable sobre algo tan humano como soterrado desde la visión femenina de la época.
La madre naturaleza
El mejor testimonio de que Emilia Pardo Bazán no se iba a dejar amedrentar por los críticos de esa inmersión en el naturalismo y el realismo palmario de nuestro país es esta novela continuación de Los pazos de Ulloa.
La historia sigue bajo los pasos de Julián, mantenido como personaje enlace entre las dos novelas bajo su condición de párroco y desde él la pauta moral debida para posibles desvaríos del ser humano.
La aparición de Gabriel Pardo sustenta una acción comprometida con la misma intención realista de la primera parte, enfocándose hacia relaciones humanas más crudas y en ocasiones desconcertantes.
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