Quizás para romper con encosertamientos tópicos, en la literatura inglesa encontramos a grandes narradores de una literatura de humor que atraviesa multitud de géneros con el gusto por lo caricaturesco, lo paródico y hasta lo satÃrico.
Con sus notables diferencias temáticas y de estilo, Wodehouse no le va a la zaga a Tom Sharpe. Es más seguramente el primero sirviera de inspiración al segundo. Como seguramente también ocurrió en el caso de un Edmund Crispin capaz del humor negro entre sus tramas noir. Una escuela de la narrativa de humor que, como digo, encuentra en lo anglo tintes de delirante burla hacia esa necesaria risa en torno a la realidad. Una revisión golfa de los escenarios más clasistas donde todo salta por los aires.
Aquà un volumen recopilatorio por si no quieres buscar más:
Actualmente Richard Osman podrÃa ser el autor donde se focaliza esta corriente no tan explicitada pero sà evidente. La cuestión aquà y ahora es recuperar a Wodehouse para empezar a trazar un arbol genealógico del humor british. Tan eficiente como a la par capaz de redondearlo todo con tramas sugerentes.
Corren dÃas extraños y nada mejor que dejarnos llevar por el mejor humor, ese que se nos narra entre magnÃficas tramas. Porque si Wodehouse pudo superar con humor sus particulares vivencias en medio de la Segunda Guerra Mundial, puede servirnos perfectamente como ejemplo.
Top 3 novelas recomendadas de P. G. Wodehouse
El inimitable Jeeves
Wodehouse rompió con esta historia hacia el humor. Y gracias a ella, por supuesto. Con Jeeves aparece en nuestras vidas un protagonista recurrente de Wodehouse que no puede dejar nunca de sorprendernos.
Cuando Bertie Wooster va a pasar unos dÃas con su tÃa Dahlia en Brinkley Court y se encuentra de súbito prometido a la imperiosa Lady Florence Craye, la amenaza del desastre se cierne sobre todo y todos. Y mientras Florence se dedica a cultivar el espÃritu de Bertie, su anterior novio, el fornido ex policÃa «Stilton» Cheesewright, amenaza con reducir su cuerpo a papilla y el nuevo admirador de Florence, el quejicoso poeta Percy Gorringe, trata de sablearle mil libras.
Para colmo, Bertie ha incurrido en la desaprobación de Jeeves por dejarse bigote. Añádanse a esto un collar de perlas desaparecido, la revista de tÃa Dahlia –Milady’s Boudoir–, su cocinero Anatole, el campeonato de dardos del Club de los Zánganos, el señor L.G. Trotter y esposa, de Liverpool, y se tendrán todos los ingredientes de una divertidÃsima novela de Wodehouse.
Luna llena
La luna llena brilla sobre las almenas y torres del castillo de Blandings, y alborota los corazones de algunos de los invitados del conde de Emsworth. Entre ellos están el coronel Wedge y su guapa hija Verónica; Tipton Plimsoll, el joven millonario americano y, desde luego, Freddie, el joven hijo del conde que, como siempre, irrita profundamente a su padre. También está Prudence, una sobrina a la que su estirada familia no deja casar con su pretendiente, Bill Lister.
Entre los planes del coronel Wedge, el más inmediatos es conseguir que su hija verónica y el joven millonario americano se enamoren y se casen. Claro que para ello el coronel deberá desplegar todo su ingenio, pues la belleza de su hija contrasta con su más escasa inteligencia. Y asÃ, entre intrigas juveniles y planes paternos, el casillo de Blandings no tarda en convertirse en una verdadera convención de corazones rotos, donde están peleados entre sÃ. Y es entonces cuando intervendrá Glahad, hermano del conde, un gran aficionado a deshacer entuertos propios y ajenos, y que siempre, siempre, se las ingenia para complicarlo todo hasta extremos que solo P. G. Wodehouse, el rey de la risa, podÃa imaginar.
Júbilo matinal
Cuando uno toma conciencia al despertar de que viene un gran dÃa por delante debe tener en cuenta que echar el pie derecho a tierra en primer lugar puede acabar determinar el correcto desencadenante de los acontecimiento o el más escandalos estrépito.
Todo comenzó una hermosa mañana, cuando Bertie Wooster, cegado por el júbilo que le producÃa la bondad del clima, aceptó pasar unos dÃas lejos del mundanal ruido, en Steeple Bumpleigh. No sabÃa el muy urbano Bertie que se hallaba a las puertas de una de las épocas más tormentosas de su vida.
Porque en la residencia de tÃa Agatha que afortunadamente estaba ausente, se encontraban nada más y nada menos que Florrie, una antigua novia de Bertie; Stilton Cheesewright, el novio actual que, claro está, odiaba al antiguo, o sea a Bertie; Lord Worplesdon, que le odiaba aún más, y Edwin; el joven explorador hijo del lord, de quien lo más elogioso que podÃa decirse es que era una ofensa para el paisaje. Menos mal que para neutralizar tan malas vibraciones, también estaban allà la simpática Zenobia Hopwood y Boko Fittleworth. Y el inefable Jeeves, el mayordomo modélico capaz de convertir una posible catástrofe en un enredo de lo más regocijante.