Los 10 mejores escritores italianos

Género por género hay ciertas simetrías entre la literatura italiana y la española. Será cosa del Mediterráneo compartido, de una idiosincrasia replicada a uno y otro lado de las costas más occidentales del Mare Nostrum. Se entienden mejor las semejanzas desde un siglo XX en el que la simbiosis cultural encuentra mayor acomodo entre referentes de uno y otro lado. Desde Vázquez Montalbán con Camilleri hasta José Luis Sampedro con Italo Calvino.

Muchos autores encuentran sinergias más o menos casuales a uno y otro lado. Y eso que creer en las casualidades es cuestión de mucha fe. Así que para un lector con referentes españoles ubicados en lo más alto, puede disfrutar igualmente de los narradores italianos al otro lado del espejo.

Ocurre con la música o con cualquier otro arte. Las influencias son siempre, en primera instancia, las que emanan prácticamente de lo telúrico, de la ubicación geografíca, del clima y hasta de la luz. Más allá de influencias siempre bienvenidas y hasta necesarias de otros lares, el arte conserva la idiosincrasia como una sonata de fondo que mece cualquier obra.

Vamos allá con esos escritores de Italia rescatados para este sitio. Lo he comentado en muchas ocasiones pero lo recuerdo una vez más, mi habitat natural son los siglos XX y XXI. Para evitar lapidaciones de los más clásicos y puristas del lugar…

Top 10 escritores italianos recomendados

Umberto Eco

Solo un semiólogo pertinaz puede escribir dos novelas como El péndulo de Foucault o La Isla del día de antes y no perecer en el intento. Umberto Eco sabía tanto de comunicación y de símbolos en la historia de la humanidad, que acabó derramando sabiduría por doquier en estos dos libros de ficción hacia el alcance último del significado del ser humano.

En principio (y para muchos lectores también en última instancia), pueden parecer novelas demasiado densas, en las que se intuye un fascinante secreto a desvelar pero que avanzan demasiado lentas, escudriñando detalles que se escapan al lector común menos interesado en profundidades teóricas.

Ahora que ya nos ha dejado este autor puede que lo echemos de menos. Su legado lo han retomado los Dan Brown o Javier Sierra en el panorama patrio, por nombrar a dos dignos herederos. Pero, sin desmerecer, ninguno de los grandes autores de misterio actuales disponen de tal nivel de sabiduría sobre los grandes enigmas que nos atañen como civilización.

Umberto Eco también escribió ensayo humanístico y filosófico, como buen Catedrático que era. Se ocupara de literatura de ficción o de temás más reales, Eco siempre conseguía embelesar a millones de lectores. Y aquí su joya:

El nombre de la rosa

Italo Calvino

El heterogéneo gremio u oficio de escritor es seguramente el más casual de todos. Descubrir que quieres contar algo y que más o menos sabes contarlo es la vía más auténtica para llegar a ser escritor. Todo lo demás me parece, sinceramente irrelevante. Últimamente veo como proliferan una especie de «escuelas de escritores», como diría mi abuelo el cascarrabias: un sacaperras, nada más.

Todo esto viene, aunque no muy a colación, por el hecho de que uno de los grandes como Italo Calvino ratifica la máxima de que el escritor se hace, pero se hace a sí mismo. Nada más autodidacta que empezar a escribir porque sí. Si buscas recursos o ideas, si necesitas apoyo o refuerzos, dedícate a otra cosa.

Sí, he dicho bien, uno de los grandes, Italo Calvino, ni de casualidad pensaría en ser escritor cuando estudiaba ingeniería, como su padre. Tan solo un tiempo después, tras la Segunda Guerra Mundial  encontró acomodo como periodista improvisado a la par que se interesaba por la Literatura.

Hay dos Calvinos, incluso tres o hasta cuatro (particularmente me quedo con el segundo). En un primer momento quiso reflejar esa cruda realidad de guerra y postguerra. Cosa normal a a luz de una realidad atroz. Pero años después encontraría su camino más acertado: la fantasía, lo alegórico, lo fabuloso…

Hasta que también se cansó un poco de esa tendencia fantástica y acabó en el surrealismo, que debe ser lo que nos queda conforme nos acercamos al final y descubrimos la patraña de todo. La vuelta al ensayo y a lo social como fenómeno de estudio cerró sus años literarios antes del ictus que acabó con él en 1985.

El caballero inexistente

Andrea Camilleri

El maestro italiano Andrea Camilleri era uno de esos autores que llenó miles de páginas gracias al apoyo de sus lectores de todo el mundo. Empezó a despuntar en los años 90, un hecho que demuestra la perseverancia y la escritura vocacional como fundamento para su longevidad vital extendida al negro sobre blanco.

En una de sus últimas obras, No me toques, Andrea continuó demostrando esa facilidad para la composición de tramas de género policíaco-negro aún a su avanzada edad. La virtuosidad, bien entrenada, parece que puede acompañarle a uno en todo momento. Su escenario clásico, en el que desarrolla con maestría sus tramas negras, es la Sicilia profunda, ya sea en espacios reales o inventados, pero siempre con esa raigambre de la gran isla italiana.

Aquí dejo una de sus obras más singulares donde Camilleri compendia humor, con cierto sabor a salitre mediterráneo, con la demostración de ese don innegable para erigir tramas de suspense con una facilidad hasta fastidiosa. Un pequeño ejercicio de magisterio para todo escritor que se precie:

La temporada de caza

Claudio Magris

Entre los autores italianos más veteranos y reconocidos, destaca un Claudio Magris hecho escritor ya de vuelta de todo, con esa licencia que la edad confiere a quien se ha jugado los cuartos en todo tipo de batallas.

En ausencia del Andrea Camilleri hecho autoridad total de la narrativa italiana, Magris recoge los trastros aunque no participe del mismo género. Porque la cuestión en la literatura es que todavía se entiende que a más viejo más sabio, como antaño en el poder…

Así que observar la bibliografía de Magris es ya un acto de reverencia. Más aún cuando se descubre que sus vertientes de ficción y no ficción confluyen regularmente como afluyentes que se retroalimentan, componiendo un cauce de literatura y verdad, de estética formal pero también de compromiso.

Magris es uno de esos autores para alternar sus obras como necesario poso a otra literatura más frugal de contenido y fugaz de sustento. Aquí una obra singular de Magris:

El Danubio, de Claudio Magris

Alessandro Baricco

a literatura italiana actual disfruta de una variedad encomiable en sus principales autores. Desde un Erri De Luca que aún hoy se prodiga en una literatura desbordante de sensibilidad y de ideología transformadora, hasta un Camilleri inagotable en su papel de regidor de la novela policíaca y negra hasta los más jóvenes como Saviano, realista hasta lo más profundo de la sociedad, Moccia en su función de puntal del género romántico o el arrebatador Luca D´Andrea, fenómeno literario europeo reciente.

A medio camino generacional encontramos a un Alessandro Baricco cuya biblografía adquiere ya una dimensión considerable y cuya impronta aporta una distinción formal y temática que puede gustar más o menos, pero que lo acaba dotando de un punto de distinción, de un sello que asocia de inmediato obra y autor porque solo el aborda sus historias como si de un género propio se tratara.

Es cierto que en ocasiones sus libros pueden resultar demasiado «experimentales», pero no es menos verdad que su capacidad de sorpresa aporta frescura e intencionalidad transgresora desde un estilo que, pese a todo, se ofrece fácil para todo lector. Aquí va uno de los mejores libros de Baricco:

Seda, de Baricco

Natalia Ginzburg

El apellido Levi se asocia rápidamente en Italia con la lucha antifascista desde la literatura y hasta la política. Pero lo cierto es que Natalia Ginzburg (Natalia Levi realmente) no tiene nada que ver con su contemporáneo, compatriota italiano y también judío Primo Levi.

Y eso que precisamente la literatura provocó su encuentro casual en alguna ocasión. Pero a la postre de manera intrascendente. No surgió chispa alguna e incluso se sabe que Natalia rechazó alguna de sus obras mientras trabajaba en la editorial Einaudi.

Así que cada cual siguió su carrera y su vida. Conceptos de carrera literaria y vida que venían a ser algo indisoluble (como crónica y compromiso desde la denuncia) en los tiempos dificiles que les tocó vivir a ambos ya desde su juventud.

Con esa carga de los tiempos duros, Natalia se convirtió en una suerte de escritora de testimonios que hoy parecen novelas negras. Lecturas bien distintas las de entonces en busca de empatía con voluntad de superar lo ominoso comparándolas con una revisión actual.

Porque ahora, leyendo a Natalia se despierta esa sensación de extrañeza en la cercanía incomprensible con los monstruos que pueden habitar en nosotros como humanos. Mientras tanto, en uno u otro tiempo se observa la superación como capacidad incontestable del ser humano, siempre.

Las pequeñas virtudes

Erri de Luca

Quizá antaño la coincidencia generacional marcara de manera determinista el quehacer creativo de tantos autores afiliados, por gusto o sin apenas saber, a corrientes de turno.

La cuestión es que hoy dos narradores de los años 50, punteros en la narrativa italiana como Alessandro Baricco y Erri de Luca se parecen tanto como un huevo a una castaña. Y sinceramente es algo de agradecer que a estas alturas cada cual acabe creando, pintando, componiendo música o escribiendo, sobre y cómo le venga en gana.

El bueno de Erri De Luca siempre ha conservado ese punto lírico que embellece como un remate el trascendente alcance de lo pequeño, del foco lector que varía como un zoom para divisar las manos que acarician o el mismo gesto en medio de una gran tormenta, desde unas nubes negras que empequeñecen la figura de esas dos personas enfrentadas.

La vocación literaria de Erri no es que fuera algo muy precoz. Pero en el oficio de escritor, algunas veces se trata precisamente de eso, de acopiar vivencias, de entregarse a otros menesteres para acabar dando fe a posteriori de lo vivido y de las impresiones sobre todo lo visto, disfrutado, entendido o hasta maldecido. Aquí una de sus mejores obras:

La natura expuesta

Susanna Tamaro

Hay algo de género innovador en la italiana Tamaro. Es como si lo alegórico encontrara en esta autora un nuevo espacio coexistente entre el realismo más pegado a nuestros pies y una espiritualidad hecha fantasía, anhelos, recuerdos, esperanzas. En ese equilibrio entre lo lírico y la acción, cualquier novela de esta autora alcanza esa dimensión solo a su entera disposición, como un nuevo mundo.

Con un punto en ocasiones fabuloso, con su inspiración quizás del Italo Calvino creador de narraciones breves, la ya considerable bibliografía de Susanna nos conduce con esa pausa de la literatura que entra mejor con reposo para descubrir matices.

La cuestión es empezar con la necesaria curiosidad y acabar cogiéndole ese punto de autora diferente que susurra sus historias movidas entre vientos suaves de verano, como melancólicas corrientes o relajantes melodías, siempre en torno al amor, la vida, la muerte y el alma, si es que puede llegar a ser, hecha límpida literatura.

Donde el corazón te lleve

Elena Ferrante

Para muchos resulta inverosímil, hasta límites insospechados, que alguien que consigue la gloria de su obra no quiera darse a conocer, posar en alfombras rojas, hacer entrevistas, asistir a galas de postín… Pero ahí está el caso Elena Ferrante, el pseudónimo que cobija uno de los grandes enigmas literarios de nuestros días.

Para el autor o autora (algunas investigaciones de poco crédito pusieron un nombre real finalmente descartado), este encubrimiento total sirve a la causa de una narrativa sin la más mínima contemplación ni concesión. Quien sea que tome los mandos de Ferrante disfruta como un creador sin complejos ni matices, sin esa autosensura (más o menos arraigada en cada autor) entre la conciencia y la noción de la repercusión de lo escrito.

Ya son muchos años en los que Ferrante viene escribiendo libros. Y lo más curioso de su caso es que poco a poco la curiosidad ha quedado anulada por el valor de sus novelas. Todavía hay quien se pregunta periódicamente ¿Quién es Elena Ferrante? Pero los lectores se han acostumbrado completamente a no poner cara a quien escribe al otro lado.

Eso sí, tampoco podemos descartar que tras este enigmático proceder editorial no se oculte algún tipo de estrategia con la que despertar la curiosidad… Si fuera así, que nadie se lleve a engaño, lo importante es que las novelas de Ferrante son buenas. Y una buena lectura nunca es un engaño.

Y así finalmente se produce la magia que probablemente siempre buscó Ferrante como persona o el proyecto Ferrante. Narraciones intimistas y a la vez muy vivas nos ubican frente a retratos hiperrealistas de la existencia, con una profunda mirada a un escenario del siglo XX al que la autora o autor parece deberle algo, o en el que algo pudiera haberse quedado perdido. Historias casi siempre sobre mujeres, protagonistas de amores, desamores, pasiones, locuras y luchas.

La amiga estupenda

Maurizio de Giovanni

El género negro italiano, tan en consonancia con el español en sus orígenes latinos con estribaciones orientadas a la corrupción y las mafias instaladas a todos los niveles, siempre echará de menos a una figura como Camilleri.

Y sin embargo, gracias a un autor como Maurizio de Giovanni, todavía se mantendrá vigente ese gusto por la literatura criminal en su vertiente de investigación policial que, bajo su particular sello, mantiene esos patrones de los grandes escritores policíacos de la segunda mitad del siglo XX.

Para ese efecto de penetración en todo ámbito social y político hacia las corruptelas capaces de derivar en crímenes, de Giovanni también nos presenta a sus personajes fetiches que novela tras novela nos van presentando ese submundo sobre el que la realidad se sostiene. Casi siempre con el escenario de Nápoles, una ciudad colmada de tantos encantos como mitos e historia negra.

Espacios compartidos en todos los estratos sociales en los que ambiciones, las pasiones, las ansias de cualquier cuota de poder y las traiciones se confabulan para acabar emergiendo periódicamente con su carga de crudo paralelismo con las crónicas reales que salpican de vez en cuando a los informativos cuando la cosa se va de madre.

No toda su producción novelística ha llegado hasta nuestro país. Pero cada una de las nuevas historias que llegan, lo confirman como un autor fundamental para los amantes del policíaco con ese regusto a hardboiled que despierta emociones intensas.

El invierno del comisario Ricciardi
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1 comentario en «Los 10 mejores escritores italianos»

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