Se hace curioso como los humanos somos capaces de sacar argumentos para construir infinidad de historias, relatos, ensayos o todo lo que se nos ponga por delante. Nuestra imaginación y su derivada creativa es capaz de transformarlo todo. Si finalmente interviene la sugestión como estímulo, nada vuelve a ser lo mismo.
Porque lo que hace Tessa Wardley es relatar aspectos tan profundos sobre una acción tan simple como es nadar, que realmente resulta fascinante, estremecedor y desconcertante.
Cuando te acercas a este libro llegas a pensar en el origen de todo, en esa primera ameba que chapoteaba en una charca en aquella primigenia bola azul ahora llamada Tierra. Porque Tessa enlaza el estado del ser humano en el agua con algo mucho más atávico, con un aspecto espiritual, con una sensación de seres emergidos, milenios ha, de un agua que rodeaba Pangea.
En el agua todos somos iguales, todos disfrutamos de una ingravidez que nos libera de nuestro pesado paso por el mundo. El agua se nos presenta como un habitat al que entregarnos hacia un nivel de consciencia alejado de todo entorno conocido, un espacio diferente desde donde poder proyectar nuestra realidad, liberados de muchos condicionantes.
Tessa empieza desde lo personal, lo más particular en esa relación con el agua y la natación, pero poco a poco va trazando las líneas de su pensamiento hacia mucho más allá, hacia un ejercicio óptimo para todo el mundo en vías de alcanzar una conciencia plena. La autora rescata ideas de Wallace J. Nichols, auténtico gurú en este movimiento de reencuentro con el agua.
Lógicamente no es lo mismo nadar en una piscina que hacerlo en el mar. Las aguas abiertas ofrecen, según la autora, una posiblidad mayor de conexión con uno mismo. Puede que nadar en el mar solo esa un ejercicio físico, una sensación placentera, una actividad donde concentrarte en respiración y brazadas con el simple objetivo del disfrute o de la relajación, pero en este libro se ofrecen muchas otras posibilidades para nadar y meditar, y para encontrar en la ingravidez del agua un buen espacio en el que meditar.
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