Las 3 mejores películas de Robert de Niro

Olvidémonos del último Robert de Niro para evocar a ese otro gran actor que en algún momento fue. Puede sonar duro, pero es así, uno de los tipos más carismáticos de celuloide hace tiempo que pasa con más pena que gloria por películas sin ese punto de clásico del cine con el que ya nacen algunas pelis.

Será cosa de malas elecciones o de no saber retirarse uno a tiempo. O puede que sea hasta culpa de algunas supuestas deudas que le han hecho aceptar todo tipo de papeles. La cosa es que mientras su «némesis» por llamarlo de una forma épica, Al Pacino, ha quedado grabado a fuego en el imaginario popular como un tótem de la interpretación, el amigo de Niro va perdiendo ese aura de mito a marchas forzadas.

Por supuesto, habrá que no esté conforme con estas consideraciones mías. Porque para gustos están los colores e incluso en sus últimas comedias sabe de Niro moverse con solvencia. Quien tuvo retuvo. Pero para eso están las opiniones que, como diría el gran Clint Eastwood, son como los culos, todo el mundo tiene una…

Top 3 películas recomendadas de Robert de Niro

Taxi driver

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Hubo un tiempo en el que Robert de Niro caracterizaba esa dualidad con la que Scorsese tanto disfruta para despertarnos una tensión casi existencial. Un rostro amigable que se tornaba oscuro sin necesidad de otros efectos que el giro en la mirada del bueno de de Niro.

Hay algo de desquiciante tensión en la empatía con el psicópata de turno. Porque quizás la idea de Scorsese en esta peli sea eso, asemejarnos al demente. Pero también hay una idea que apunta a posibles reconciliaciones con el mundo toda vez que se pueda fijar un objetivo que salvar de la quema.

Iris, una niña prostituida, es la única ancla de Travis Bickle (De Niro) para no entregarse por completo al abordaje de un mundo que todo le debe. En su condición de veterano de guerra Travis busca superar sus traumas, que solo podrían llevarlo hasta la autodestrucción, habitando entre las sombras de Nueva York desde su taxi. Solo ella aparece como objetivo hacia la pureza y la inocencia robadas. Travis se sabe perdido pero la juventud de Iris lo convence de que ella podría tener una oportunidad.

La parte de antihéroe de Travis es fácilmente asumible como enfrentamiento popular con la política. La parte de héroe asoma pese a sus crímenes en defensa de Iris. La suma es ese personaje en la cuerda floja de la moral, capaz de fijarse en el tiempo como un emblema entre lo antisistema y lo justiciero.

El cabo del miedo

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Uno de esos remakes que acaban por sepultar a su original. Una actuación que perturba y desquicia con aquellas llamadas «abogadooo, abogadooo, sal de ahí ratita». La típica venganza al punto del conde Montecristo pero sin fundamento alguno de justicia poética. Solo hay anhelos sádicos de venganza. En la enfermiza obsesión de Max, encarnado por de Niro, nos alcanza esa sensación de miedo atávico a los extraños más amenazantes, a los haters empeñados en la vida ajena, en los bienes ajenos, en la familia ajena como si fuera la propia.

Hay algo en Robert de Niro, en su gesticulación que hace aún más honda la sensación de desasosiego. Sus muecas irónicas y una sonrisa dibujada con la satisfacción del psicópata que se recrea en su plan. Porque Max ha perfilado su plan durante años. Se acerca a la hija de su odiado abogado que lo llevó a la trena, se adentra hasta lo más hondo de las raíces familiares para corromperlas hasta ver que todo se descompone, que perece en un dolor que se hace casi tangible.

El desenlace podría haber sido de esos disruptivos con el criminal triunfando por fin. Pero el asunto cierra bien, como antaño se hacían las cosas y finalmente respiramos también con satisfacción.

Toro salvaje

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No es que sea yo mucho de películas biográficas. La etiqueta esa de «basada en hechos reales» me suele echar para atrás por su significado más allá del eufemismo: «Ni puta idea de lo que pasó realmente, pero te la comes con patatas».

Pero vamos, si te tomas la película como lo que es, una obra de ficción con tintes sobre la personalidad y el devenir de Jake LaMotta, pues el asunto toma ese cariz de gran película sobre el duro y siniestro mundo del boxeo, o al menos sobre todo lo que lo rodeaba cuando lo pugilístico se circunscribía a mercados negros y hampa.

Abundando en esa idea del boxeador como el hombre enfrentado sobre todo a sus demonios a cada golpe de campana. La vida emprendida asalto tras asalto con la sensación de que la perdición siempre está mejor preparada para detener golpes y contraatacar. La sensación de que esa misma perdición es un combate que pese a todo algunos no solo no rehúyen sino que disfrutan.

Jake LaMotta es un joven boxeador italoestadounidense que se entrena arduamente para llegar a ser el número uno en los pesos medios. Con la ayuda de su hermano, Joey, verá este sueño hecho realidad mucho después. Pero la fama y el éxito solo consiguen empeorar las cosas. Su matrimonio va de mal en peor debido a su vida clandestina con otras mujeres, a los celos sexuales y las infidelidades de su esposa por venganza, y por otro lado la mafia lo presiona para que sus combates estén arreglados.

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