Los 3 mejores libros de Guadalupe Nettel

La literatura mexicana siempre tuvo, y mantiene, multitud de arietes, escritores de muy diverso pelaje que enriquecían y aún engrandecen ese patrimonio intangible de las letras.

Guadalupe Nettel es una más de entre los grandes narradores actuales mexicanos. Desde la inagotable Elena Poniatowska hasta Juan Villoro, Álvaro Enrigue o Jorge Volpi. Cada uno con sus «demonios» particulares (demonios porque no hay nada más motivador para escribir que un punto de diabólica tentación, un gusto «insano» por el extrañamiento con el que todo buen escritor desnuda el mundo en sus miserias).

Nettel es un ejemplo más en el oficio de escribir como vocación plena, determinista. Porque tanto formación académica como dedicación a la narrativa han transcurrido con ese paralelo devenir de quien disfruta de una férrea voluntad, forjada desde un poderoso soplo interno.

Todo en Nettel encuentra esa forma ideal hacia el porqué final. Formarse en literatura, empezar escribiendo relatos y acabar prorrumpiendo en novelística o ensayo con la autosuficiencia de quien ya se sabe curtida en las artes esenciales. Así que hoy solo nos queda disfrutar de sus libros.

Top 3 novelas recomendadas de Guadalupe Nettel

El huesped

Para descubrir mi teoría de que esta autora llegó a la novela con los deberes bien hechos y ese dominio que permite la virguería del genio, nada mejor que adentrarnos en esta opera prima. Una explosión equilibrada, como un explosivo cóctel, entre existencialismo, intimismo e imaginación.

En alguna ocasión, enfrentados a situaciones insospechadas, puede que sintamos que reaccionamos como si no fuéramos nosotros. La exposición a lo anormal, a un fenómeno atípico para nuestra composición de tiempo y de lugar para mostrar en nosotros a un huésped alojado en nuestro cerebro, capaz de dirigirnos por completo, desde la voz hasta los gestos…

La extraña historia de una niña habitada interiormente por un ser inquietante, quizás imaginario, quizás no. Ana sostiene una lucha silenciosa contra esa hermana siamesa, hasta que el huésped comienza a manifestarse en su entorno familiar de una manera devastadora.

Alrededor de esa presencia se fraguan los acontecimientos de una vida, entre ellos las tragedias familiares, y su existencia como adulta. Ana sabe que, tarde o temprano, ocurrirá en ella un desdoblamiento.

Esta novela describe un largo adiós al mundo de la vista y un encuentro con el universo de los ciegos, pero también con la cara subterránea y más recóndita de la ciudad de México. Los personajes, incluida la ciudad, se desdoblan en una confusión de reflejos, se mueven entre lo superficial y lo profundo, lo consciente y lo inconsciente, lo oscuro y lo luminoso, sin que sepamos nunca el territorio que pisamos.

Son personas que, por una tara física o psicológica, no encuentran un lugar en el mundo y se organizan en grupos paralelos que imponen sus propios valores y que comprenden su rara belleza. La autora explora estos universos guiada por una intuición: en los aspectos que nos negamos a ver del mundo –o de nosotros mismos– se esconden las pautas que nos ayudan a sobrellevar la existencia.

El huésped fue la primera e inquietante novela de la que, con el correr de los libros y de los premios, se ha convertido en una de las voces con más presente –y futuro– de la narrativa en español.

El huesped

La hija única

Nada más amado que lo perdido, como diría Serrat. Pero nada más deseado que lo no conocido aún (o nada más bello que lo que nunca he tenido, como termina finalmente Serrat).

Lo anticipado que nunca llega a ser, lo peor que puede ocurrirnos. Porque sobre lo imaginado se construyen nuestros sueños y anhelos; nuestros caminos para escapar un poco de nosotros mismos. Más aún si se trata de conocer el rostro de un hijo y acercarnos a descubrir su respiración mientras duerme.

Poco después de cumplir los ocho meses de embarazo, a Alina le anuncian que su hija no podrá sobrevivir al nacimiento. Ella y su compañero emprenden entonces un doloroso, pero también sorprendente proceso de aceptación y duelo. Ese último mes de gestación se convierte para ellos en una extraña oportunidad para conocer a esa hija a la que tanto trabajo les cuesta renunciar.

Laura, la gran amiga de Alina, refiere el conflicto de esta pareja, mientras reflexiona sobre el amor y su lógica a veces incomprensible, pero también sobre las estrategias que los seres humanos inventamos para superar la frustración. Laura nos cuenta igualmente la historia de su vecina Doris, madre soltera de un niño encantador con problemas de comportamiento.

Escrita con una sencillez solo aparente, La hija única es una novela profunda y llena de sabiduría sobre la maternidad, sobre su negación o su asunción; sobre las dudas, incertidumbres e incluso sentimientos de culpa que la envuelven; sobre las alegrías y las angustias que la acompañan. Es también una novela sobre tres mujeres –Laura, Alina, Doris– y los vínculos –de amistad, de amor– que establecen entre ellas. Una novela sobre las formas diversas que puede tomar la familia en el mundo actual.

La hija única

Después del invierno

Una de esas novelas que nos desnuda a todos. Una exposición a la grandiosa luz de Nettel de nuestros cuerpos, encarnados como lectores en los personajes de esta historia.

El desnudado al que somos sometidos se produce como una alquimia literaria que nos sublima, que consigue elevarnos hacia esa perspectiva que contempla la vida de los demás y la acaba viviendo.

Porque la literatura es empatía y, usada de manera magistral como en esta novela, además consigue ofrecernos un poder casi divino para observar vidas ajenas y vivirlas.

Claudio es cubano, vive en Nueva York y trabaja en una editorial. Cecilia es mexicana, vive en París y es estudiante. En el pasado de él hay recuerdos de La Habana y el dolor por la pérdida de su primera novia, y en su presente, la complicada relación con Ruth.

En el pasado de ella hay una adolescencia difícil, y en su presente, la relación con Tom, un chico de salud delicada con quien comparte su afición por los cementerios. Será durante un viaje de Claudio a París cuando sus destinos se entrecrucen.

Mientras Claudio y Cecilia describen con minuciosidad su día a día en París y Nueva York, ambos dejan traslucir sus neurosis, sus pasiones, sus fobias y las reminiscencias del pasado que dictan sus miedos, dando cuenta de cómo se conocieron y de las circunstancias que los llevaron a gustarse, a quererse y a detestarse de manera intermitente.

Después del invierno muestra con un estilo incisivo, a veces humorístico y a veces conmovedor, los mecanismos de las relaciones amorosas, así como sus diversos ingredientes.

Con una banda sonora de fondo en la que suenan Nick Drake, Kind of Blue de Miles Davis, Keith Jarrett o Las horas de Philip Glass, la historia de amor entre Claudio y Cecilia forma parte de un relato mayor que abarca un periodo importante de sus existencias.

Cada uno sigue su periplo trazando un mapa hecho de encuentros y ausencias, de búsquedas e incertidumbres, de anhelos y pesares; cada uno, obligado por sus circunstancias, desciende al abismo de sus derrotas anímicas en busca de las claves para relacionarse tanto con los otros como consigo mismo, y para construir, si es posible, su propio oasis de felicidad.

Guadalupe Nettel ha escrito una novela rotunda, de una ambición e intensidad poco usuales, que ahonda con maestría en su reconocible universo, el de los seres que habitan los márgenes, el extrañamiento, la anomalía. Con ella se consagra definitivamente como una de las voces imprescindibles de la actual narrativa latinoamericana.

Después del invierno

Otros libros recomendados de Guadalupe Nettel

Los divagantes

A fuerza de giros de este mundo, en ocasiones hay quien pierde el Norte y su horizonte. Porque los giros traen cambios. Y mientras unos recuperan siempre la misma posición al llegar a los 360 grados, otros nunca vuelven a lo que fueron. Personajes girados hasta las antípodas de la existencia.

En uno de los cuentos reunidos en este volumen, la protagonista explica su encuentro con un albatros, ese pájaro solitario y de vuelo majestuoso al que Baudelaire dedicó un poema. Ella y su padre se topan con lo que llaman «albatros perdidos» o «albatros divagantes», aves que, debido al sobreesfuerzo por la falta de viento, enloquecen, se desorientan y acaban llegando a lugares muy alejados de su hábitat natural. .

Los protagonistas de estos ocho relatos son cada uno a su manera «divagantes». Algún acontecimiento inesperado ha quebrado las rutinas de sus vidas, los ha obligado a salir de su espacio habitual y a moverse por extraños territorios. Por ejemplo, la chica que un día conoce en un hospital a un tío proscrito durante años en su familia por algo que nadie quiere decir; el actor frustrado que inicia, sin darse cuenta, una vida distinta en la casa de un antiguo compañero de carrera a quien le han ido mejor las cosas; la mujer que vive con sus hijos en un mundo agonizante en donde conviene más estar dormido que despierto, o el narrador del magnífico cuento «La puerta rosada», quien descubre la solución para su insatisfactoria vida familiar en una callecita solitaria.

Estos relatos, que transitan entre el realismo y la fantasía, enfrentan a sus personajes con esa obsesión que nuestra sociedad ha cincelado con esmero: la del éxito y el fracaso, y dan cuenta de la maestría que Guadalupe Nettel ha alcanzado en este género.

Los divagantes
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