En la gran hornada de escritores estadounidenses de la generación de los 30, Tom Wolfe y Gay Talese llegaron hasta nuestros días con esa imagen elegante y pulcra, con una literatura bien distinta pero un rol de escritores de postín, como antaño se presuponía debía ser un escritor.
Luego como digo está lo que cada cual escribía y ahí la distancia argumental es abismal porque Wolfe es autor de algunas de las más grandes ficciones de imaginario netamente USA del siglo XX y Talese es ese cronista necesario con su Nueva York como centro sobre el que orbita casi toda su literatura.
Una literatura que para Talese era un apéndice de las crónicas periodísticas de su época, cuando el periodismo tenía la ardua tarea de distribuir para el común de los mortales las verdades más incómodas por el bien de la verdad y el conocimiento.
Sin llegar a poder calificarlo de narrador de ficciones, el sello Talese se adentraba en sus libros en la crónica hecha artículo extenso, en la recreación de las realidades más angulosas con ese interés y esa voluntad (no exenta de vanagloria) de ofrecer el prisma más completo de todo cuanto se cocía a su alrededor.
Top 3 libros recomendados de Gay Talese
Honrarás a tu padre
En el 71, Talese se atrevió a escribir sobre la mafia por primera vez (más allá de las ficciones de Mario Puzo) y sobrevivió al envite de milagro. Para la posteridad queda este libro que explicaba a las claras cómo era todo aquello de la mafia sin artificios ni lirismos narrativos.
Para documentarse no vió otra mejor manera que ir al origen de todo, a esa Sicilia donde nacían todos los códigos de las familias, el respeto, la honestidad entendida a su manera, la defensa de lo familiar… Y vaya que si conoció de cerca cómo funcionaba todo…
Una lluviosa noche de octubre de 1964, dos gánsteres secuestraron al famoso jefe mafioso Joseph Bonanno. A la mañana siguiente la policía neoyorquina informaba de su muerte. Un año después, Bonanno reapareció de forma misteriosa, y su vuelta desató una sangrienta disputa entre familias de la mafia.
Esta obra monumental, que se lee como una trepidante novela «llena de detalles íntimos y fruto de una brillante labor periodística», se convirtió en un bestseller desde su publicación, fue llevada a la pantalla televisiva en miniseries de la CBS e incluso serviría de inspiración para crear Los Soprano. Ningún otro libro ha contribuido tanto a desvelar los secretos, la estructura, las guerras, las luchas de poder, las vidas familiares y las personalidades fascinantes y aterradoras de la mafia.
El puente
Hace poco me ocupaba del libro Las catedrales del cielo, de Michel Moutot, una historia sobre intrahistorias, las de las vidas de los encargados de convertir Nueva York en la primera gran ciudad de los rascacielos. A caballo entre la realidad y un cierto punto de mitología, el libro nos enseña cómo la gran manzana ha llegado a ser el símbolo que es.
Ahora nos toca abordar la historia del puente Verrazano-Narrowks, lo que es lo mismo, el famoso enlace entre Brookyl y Staten Island. Quizás no sea tan famoso como el propio puente de Brooklyn con Manhattan, pero su proyecto, desarrollo, finalización y el paso de tiempo y vidas en torno a él, bien merecían esta historia a caballo entre el relato y la realidad de su materialización.
Si todavía hoy, con sus más de 4.000 metros colgantes, en desafío constante a la gravedad, sigue manteniendo su valor arquitectónico como uno de los más largos entre todos los colgantes del mundo, podemos imaginar lo que supuso allá por 1964, cuando se dió por concluido.
Gay Talese ejerce en este libro de cronista, con un toque mitificador, con aportes casi legendarios de testimonios diversos. Las pequeñas cosas y los grandes problemas surgidos durante la realización de este puente afloran ahora con ese regusto a la historia más cercana, casi tangible, la de los hombres y mujeres que participaron en esa ancestral idea que es unir dos vertientes para unificar continentes, países, ciudades, barrios y personas…
El puente Verrazano-Narrowks destaca ahora como una gran obra de ingeniería, pero desde su planificación se encontró con mil y una adversidades, desde lo que supuso en movilización de gentes que ocupaban las zonas donde se necesitaba implantar, hasta los percances, las tares ejecutadas antaño por arriesgados hombres donde ahora todo está mecanizado.
Sin duda alguna, merecía la pena contarlo sin dejarse nada, con ese brillo de los recuerdos que glorifican, entre la melancolía y la satisfacción, todo lo que el ser humano es capaz de sacar adelante…
El motel del voyeur
De Norman Bates (el de Psicosis) está el mundo lleno, o de James Stewart en la ventana indiscreta. Y es que Alfred Hitchcock sabía lo que rondaba cuando proyectaba los peores terrores en esa manía tan humana de observar las vidas ajenas con ominoso placer…
Gay Talese recibió una carta de un misterioso hombre de Colorado que le hacía partícipe de un secreto sorprendente: había comprado un motel para dar rienda suelta a sus deseos de voyeur. En los conductos de ventilación había instalado una «plataforma de observación» a través de la cual espiaba a sus clientes.
Talese viajó entonces a Colorado, donde conoció a Gerald Foos y pudo comprobar con sus propios ojos la veracidad de la historia. Además, tuvo acceso a algunos de sus muchos diarios: un registro secreto sobre el cambio producido en las costumbres sociales y sexuales de su país. Pero Foos había sido también testigo de un asesinato, y no lo había delatado. Tenía, pues, muchos motivos para permanecer en el anonimato, y Talese pensó que esta historia nunca vería la luz.
Hoy, treinta y seis años más tarde, Foos está listo para hacerla pública y Talese puede darla a conocer. El motel del voyeur es una extraordinaria obra de periodismo narrativo que abre un intenso debate ético, y uno de los libros de los que más se ha hablado en los últimos años.