Valle de sombras, en Netflix. Más sombras que luces

A mi es que últimamente Miguel Herran me aburre con su arqueo de cejas. Un gesto que igual le vale para sorprenderse, para enamorarse o para desesperarse, según pinte la trama. Y entonces lo de la credibilidad más vinculada con el personaje se descompone a marchas forzadas.

Ya me empezó a pasar en su interpretación en la Casa de Papel. Y eso que en algunas otras pelis suyas me parecía un actor interesante, tocado por la fortuna de un casting a pie de calle. Pero de tanto mirarse al espejo, como Narciso, a Miguel se le ha quedado mirada de sobreactuación, como de Michael Jackson estreñido.

Aún así, de entrada este valle de sombras que Miguel protagoniza apunta a gran historia. Nos vamos hasta el Himalaya con Quique (Miguel Herran), su novia y el hijo de ella. Una propuesta que, podría haber despegado como una interesante peli de suspense. Pero entre unas cosas y otras, la cinta acaba atravesando los picos más altos de la cordillera asiática para estrellarse en la meseta más plana. Allí donde solo quedan vistas, paisajes fantásticos… fotografía y poco más.

Se buscan guiones con los que llenar la parrilla; se intensifican las grabaciones para cubrir necesidades perentorias de afiliados que amenazan bajas de una plataforma u otra. Y al final acaban saliendo cosas a medio hacer como esta. ¡Por favor, camarero, dele más horno a mi solomillo!

Valle de sombras se les quedó crudo. No es cuestión de hace espóiler, si te quedan ganas de pasar un rato con esta peli. Pero es que el argumento no se ha cocinado ni en fondo ni en forma. La credibilidad es la piedra angular de cualquier proyecto. Si no es creíble cómo ocurren las cosas, cómo se afrontan las situaciones o cómo se pretende resolver el nudo de la trama, el asunto se desmorona. Y ya, ni aun poniendo a Brad Pitt al frente del elenco se puede arreglar la cosa.

Por citar algo del argumento sin revelar nada de la trama. Imagina que te vas al Himalaya, conoces a un par de colgados suecos. Te parece perfecto irte a una Rave con ellos, ponerte hasta arriba de cogollos de María y dejar a tu crío por ahí con los suecos mientras estás de pedo… Credibilidad 0. Y solo es un detalle, lo malo es que extensible al conjunto de la trama en su resolución.

En cierta forma puede que el cine español en ocasiones peque de lo que suelen pecar algunas superproducciones de Hollywood. Cuando sobra la pasta por encontrar buenos productores, pero se aparca el ingenio (qué más dan los guionistas si tenemos dinero), aparecen películas como esta. Por un lado se disfruta en pantalla grande de una panorámica envidiable. Pero, por otro lado, se confía demasiado en ella. Como si el Himalaya pudiera compensar la falta de gancho de la trama. Como si los frailes budistas y sus inciensos de hierbas sospechosas pudieran dar más credibilidad a una propuesta sin cuajo…

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