Missing, de Alberto Fuguet

Hay ocasiones en el que el lenguaje acompaña una historia con la ligereza más precisa. Porque andar en busca de un desaparicido no requiere de lírica ni de artificio alguno. La sobriedad narrativa hace de ese camino al reencuentro personal una composición de verosimilitud y proximidad para acercarnos a todos a lo más cierto frente a los mitos, las habladurías y esa suerte de leyenda negra que se cierne sobre todo aquel que decide escapar de escena porque no siente que esté interpretando el papel adecuado.

Lo curioso del asunto es que la búsqueda acaba siendo viaje iniciático. Porque los motivos para el abandono, para ese mutis por el foro acaban abriéndosenos como esa claridad rabiosamente mimética. En literatura se puede empatizar hasta con el criminal más aborrecible, pero lo ciertamente sorprendente es el escalofrío que puede producir el empatizar con un personaje que podría habitar nuestras vidas. Porque entonces ciertos abismos se acercan demasiado.

Por años Alberto Fuguet escuchó relatos difusos o esquivos acerca del paradero de su tío Carlos, que un día desapareció sin más del ámbito familiar. Con el vago indicio de que quizás estaría perdido en Estados Unidos, el sobrino, convertido ya en un escritor reconocido, inició una investigación en la que mezcló hechos y elucubraciones, intuiciones y recuerdos. Missing, el libro que registra todo, no es tanto un thriller, pues el tío aparece pronto y su voz se toma la novela, sino una cautivante indagación autobiográfica y una exploración en la voluntad humana de desaparecer, en las derivas del fracaso. Un viaje por los caminos no pavimentados del sueño americano. Esta edición incluye un epílogo que cuenta el detrás-de-escena de la novela y cierta farsa periodística que rodeó su aparición.

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