Los grandes valores del género de terror más internacional son hoy, en gran número, esos cuarentones con los que comparto generación e imaginario. Un imaginario que va desde El exorcista hasta Elm Street pasando por Salem´s Lot (o cualquier otra adaptación del Stephen King versión miedito). Ellos son los Joe Hill, J.D. Barker y un Paul Tremblay no tan prolífico hasta ahora pero igual de extasiante en lo que al miedo provoca extrañamente en nosotros como morboso incentivo.
Lo de Tremblay es aproximarnos a la peor de las fronteras del miedo hacia la pérdida de la razón o al menos hacia sus acechantes sombras. Porque el insondable espacio donde habitan fantasmas, lúgubres sueños, premoniciones estremecedoras y siniestras certidumbres crecientes que van naciendo desde la oscuridad bañan en resumen el proceloso océano al que Tremblay nos conduce.
Y ahí que nos lanza para que nademos y hasta buceemos hasta los fondos abisales de la consciencia. Nada más terrorífico que ese toque desde una dimensión paralela donde las amenazas más atávicas asaltan nuestra visión del mundo. Bienvenidos pues a ese lugar especial, apartado de todo lo común donde por desgracia (o por suerte si te va descubrir el lado salvaje de las cosas) lo fantástico no es sinónimo de color y vida…
Top 3 novelas recomendadas Paul Tremblay
Una cabeza llena de fantasmas
El lobo puede estar dentro. La amenaza, lo hostil, puede ser una negra flor germinando desde ese fuero interno que contempla la vida con un recelo y un miedo capaz de la autodestrucción…
La apacible vida de los Barrett da un giro cuando su hija Marjorie, de catorce años, empieza a mostrar síntomas horribles de esquizofrenia que los médicos no consiguen mitigar. Muy pronto, la situación ha empeorado tanto que su descenso a la locura parece imparable.
Desesperado, el padre pide ayuda a un cura para practicar un exorcismo. Y es entonces cuando se produce una vuelta de tuerca: debido a sus problemas económicos, acepta la oferta de una productora de reality shows para grabarlo todo.
Quince años después, una escritora entrevista a la hermana pequeña de Marjorie. A medida que ella rememora la tragedia, va desgranándose una impactante historia que plantea interrogantes sobre la memoria y la realidad, los medios de comunicación, el poder de la ciencia y la religión, y la naturaleza misma del mal.
Ganador del Premio de Novela Bram Stoker, Una cabeza de llena de fantasmas es un libro fascinante que combina el terror con el misterio, el drama familiar y la crítica a la sociedad del espectáculo en la estela de El resplandor de Stephen King, La maldición de Hill House de Shirley Jackson y El exorcista de William Peter Blatty.
Desaparición en la roca del diablo
Nada más desconcertante que una desaparición para lanzar una narración con ínfulas del suspense que se tercie. Un asunto que en Paul Trembay sabemos va a conllevar algo muy oscuro. Seguro que cualquier tipo de influjo del mal ha podido arrastrar al joven desaparecido Tommy.
La madre del chico, Elizabeth, conoce del aciago acontecer mientras que la policía sigue dándole vueltas al lugar de la desaparición, muy próximo a la mítica Roca del Diablo.
El problema es que Tommy quizás no se encuentre en un lugar accesible para los más instintivos investigadores. Cuando una imagen espectral del chico (me recordó a aquel niño moribundo con pijama que arañaba la ventana en la peli Salem´s Lot) empieza a transitar por las calles del pueblo, la idea de una inconcebible maldición se extiende entre los vecinos.
La única que puede ir descubriendo pistas sobre lo ocurrido es la propia madre, Elizabeth, quien entre la incomprensión generalizada intuye que sus sueños albergan mensajes.
Salvar a su hijo Tommy se convierte en una pesadilla que buscará los límites del amor materno, que la enfrentará a todos los demonios imaginables en una pugna entre el mal y el amor, porque sólo este puede tender un pulso al infierno.
En la habitación de Tommy, en las páginas de su diario… Parece como si hubiera una posibilidad, una opción para recibir instrucciones de su propio hijo que ya hubiera anticipado su aciago destino, o que se tomara la licencia de regresar a ese diario para dejar anotaciones.
Pero el tiempo apremia, esa es una sensación indudable para Elizabeth. Solo que el miedo paraliza y bloquea. Conseguir llegar a Tommy y liberarlo de su maldición puede acabar conllevando deudas demasiado altas…
La cabaña del fin del mundo
No por manido deja de ser interesante. El argumento del lugar solitario, apartado de la mano de Dios es en esencia la metáfora perfecta de la soledad, del silencio inquietante tras el ruido con el que cubrimos nuestra vida. Así que cada nuevo autor que afronta este paradigma narrativo asume el mayor de los retos como contador de historias, más que hacernos empatizar, hacernos vivir en ese sitio donde nada de lo superfluo puede desconcentrarnos de nuestros demonios.
Cuando la pequeña Wen y sus padres se van de vacaciones a una cabaña junto a un lago recóndito, no esperan recibir visitas. Por eso resulta tan sorprendente la aparición del primer desconocido. Leonard es el hombre más corpulento que Wen ha visto jamás, pero también es tan amable que se gana su simpatía enseguida, por mucho que a la niña siempre le hayan prohibido hablar con extraños.
Leonard y Wen hablan y ríen y juegan, y el tiempo pasa volando. Hasta que él dice unas misteriosas palabras: «Nada de lo que va a pasar es culpa tuya. Tú no has hecho nada malo, pero los tres vais a tener que tomar unas cuantas decisiones difíciles. Espantosas, me temo. Tus padres no querrán dejarnos entrar, Wen. Pero tendrán que hacerlo».