La desaparición temprana de Pavese lo convirtió en ese mito hecho autor de culto del que hasta Italo Calvino bebió para su prolÃfica obra. No hay obra poética más intensa que la de quien decide finalmente hacer mutis por el foro antes de que llegue su hora. El Pavese creativo convivÃa con esa latencia destructiva, haciendo una vez más entendible la coexistencia de los polos opuestos en una misma alma. Más que nada porque en ocasiones el ser humano es como un cÃrculo en el que un extremo es tan solo la continuidad de su extremo opuesto.
Pero más allá de esos poemas desgarrados, como sus versos publicados póstumamente «vendrá la muerte y tendrá tus ojos» que hasta en el último momento aportan una estética romántica ante la oscuridad existencial, Pavese también escribió unas buenas novelas que consiguen combinar la estética primorosa del poeta con un mayor peso existencial en unos personajes casi siempre desubicados, en busca de esencias y quimeras entre lo mundano.
AsÃ, leer una novela de Pavese es disfrutar en varios aspectos de las propias contradicciones del autor. Por momentos los escenarios adquieren una sonoridad lÃrica para poco después sumergirnos en una prosa dura, en el resquemor del narrador que se siente fuera de sitio, derrotado, vencido por el tiempo…
Top 3 libros recomendados de Cesare Pavese
La luna y las hogueras
La peor de las melancolÃas fue para Pavese ese regreso a los sitios en los que fue feliz, con esa impresión subjetiva, mucho más poderosa que cualquiera de las circunstancias reales, Pavese nos presentó en esta historia un desmoronamiento del ser humano paralelo a todo entorno del ayer, obligatoriamente cambiante.
Vivir en el ayer conlleva siempre un visado demasiado caro hacia la nostalgia perpetua. Pavese era ese escritor lúcido que parece llegar anticipadamente al tiempo de los recuerdos y la vejez en los que ya no hay futuro. Sin embargo, para cualquier lector esa intensa melancolÃa sirve para un disfrute excepcional.
Los creadores aseguran que la tristeza es el mejor estadio para la creación. Pavese lo ratifica con ese regreso al pueblo de esta historia, donde el narrador no encuentra nada de lo que fue y por tanto se descubre desubicado, sentenciado a describir la belleza de la decadencia.
Porque asumida la derrota y la imposibilidad de un ser constante, incluso los paisajes naturales, que sà permanecen, apuntan hacia esa imposibilidad del reencuentro con la esencia del narrador. La vida, los viajes…, sÃmbolos hacia un continuo trampantojo que el narrador no puede terminar de deshacer jamás.

Los cuentos
Puesto a reconocer el gran Calvino que Pavese fue uno de sus primeros referentes, nunca está de más revisitar ese volumen con cuentos y pensamientos del Pavese hecho ya mito.
Una suma de relatos sobre actitudes ante la vida que le toca a cada cual, con los misterios que para Pavese suponÃa la naturalidad con la que cada cual asumÃa su destino.
Recreaciones en esos detalles cotidianos en los que el observador común apenas acierta a a una mÃnima descripción y donde alguien como Pavese encuentra un universo sobre el que desarrollar cada movimiento, cada forma de mirar, encadenando el instante a la eternidad.
Como leà en su momento se trata de retales de vida, con esa mágica impresión de que en la brillantez de lo breve de Pavese se aprende mucho más de ese universo subjetivo que componemos con cada una de nuestras mÃnimas intervenciones en el escenario que es el mundo.

La Playa
Suele ocurrir que muchos de los escritores existenciales fijan en su entorno más cercano sus odiseas de lo cotidiano, de la supervivencia heroica, a lo Ulises, frente a la adversidad que puede llegar a ser para ellos el mero hecho de vivir como sobrevivir.
Pavese tomó la escenografÃa de su Piamonte y de TurÃn para desvelar ese equilibro entre lo local y lo universalmente humano. Al sur del Piamonte, la Liguria y la fascinante Génova ofrecen vistas a ese mare nostrum eterno.
Y en el camino entre unos y otros lugares conocemos a Doro y Clecia. Él es el piamontés inmutable, ella es tan variable como el viaje emprendido. Pero ambos, con sus particulares tentáculos vitales, abordan la futilidad de su existencia, entregándose al tedio en espera de un cambio de rumbo que nunca llega…

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