Al final ser humanista es apuntar a esa medianía, esa tibieza que fija el meridiano del pensamiento desde donde trazar cualquier suerte de síntesis conciliadora. Y ni antes ni ahora los puntos intermedios son bien vistos por una turba anhelante de radicalismos, de posturas encontradas donde paladear el conflicto y la insana competición por algún tipo de sabiduría o licencia por encima del vecino. Desde quien cuida mejor su jardín hasta qué país es mejor…
Erasmo de Rotterdam priorizó eso de ubicarse en la equidistancia en cuanto a pilar del pensamiento crítico se refiere. Porque insistimos en que ser humanista es posicionarse en el medio para observar y analizar lo mejor que puede desprenderse de unos y otros polos. Solo así pudo el bueno de Erasmo pretender mover los cimientos éticos y sociales frente a su propia Iglesia así como otros estamentos sociales. Pero no solo planteaba su discurso y obra ante instituciones inmovilistas sino también ante reaccionarios de todo corte y condición.
Se me podrá argumentar a la contra apuntando a su condición de religioso cristiano. Pero entonces empezaríamos con la radical idea de que un humanista debe convertirse en un eremita alejado de todo. Y la cuestión es que un humanista lo es también por su condición anhelante de conocimiento, esa curiosidad que nos mueve a acercarnos a nuevos lugares. En su condición de clérigo, Erasmo de Rotterdam viajó y conoció nuevos pensamientos, sin dejar nunca de criticar lo que él consideraba inapropiado para un estamento clerical capaz de las contradicciones más aviesas.
Top 3 libros recomendados de Erasmo de Rotterdam
Elogio a la locura
Solo el humanismo mejor entendido, el que cultivó este gran pensador permite descifrar los antojos y atajos de la razón frente a cualquier devenir humano. Un clásico de vigencia permanente.
La Alabanza de la estupidez es la más célebre de las obras del filósofo Erasmo de Rotterdam. Impreso por vez primera en 1511, se trata de uno de los ensayos que mayor influencia ha ejercido en la cultura occidental, así como uno de los catalizadores de la reforma protestante del siglo XVI encabezada por Martín Lutero. Mediante un tono burlesco e irónico y una crudeza sagaz e hiriente, Erasmo da voz a la propia estupidez para que sea ella quien haga apología de sus utilidades, criticando a su vez los usos de la razón.
El poeta y ensayista Eduardo Gil Bera ofrece en estas páginas una novísima y palpitante traducción de esta obra eminente del pensamiento occidental. A través de ella y de la brillante introducción que la precede, pues, propone la relectura de un clásico que, siglo tras siglo, se revela inagotable.
Adagios del poder y de la guerra
A fin de utilizarlos en sus clases de retórica, ERASMO de Rotterdam (1467/69-1536) recopilaba proverbios grecolatinos y, para ganar algún dinero, en 1500 publicó una colección de 838 brevemente explicados, la Adagiorum collectanea. La colección pasó en 1508 a llamarse Adagiorum chiliades («Millares de adagios»), y tras nueve reediciones, incluía a su muerte 4.151 adagios con comentarios histórico-filológicos.
Este volumen preparado por Ramón Puig de la Bellacasa presenta los Prolegómenos -la TEORÍA DEL ADAGIO, introducción del mismo autor a la obra- y, bajo el título ADAGIOS DEL PODER Y DE LA GUERRA, siete de ellos a los que dio una mayor significación política y social, por la profundidad y la clarividencia con la que describe y fustiga el poder de reyes y prelados, así como las violencias y guerras del siglo xvi. Erasmo nos interpela todavía, no porque sea «actual», sino porque nuestros problemas son «viejos», porque las perversiones del poder político y religioso, la guerra, los que las causan, siguen por desgracia presentes.
Erasmo de Rotterdam, triunfo y tragedia de un humanista
Un último libro de Erasmo de Rotterdam que no es de su autoría. Se trata de una obra de Stefan Zweig donde recorre vida, obra y consecuencias de su determinación sobre el pensamiento como fundamento de la ética para nuestra civilización…
Stefan Zweig se refirió al gran humanista Erasmo de Rotterdam como el primer «europeo consciente de serlo». Para él, Erasmo era el «maestro venerado», al que se sentía unido no solamente en lo espiritual sino sobre todo en el rechazo de toda clase de violencia. Esta «figura de alguien que tiene razón no en el ámbito tangible del éxito sino únicamente en sentido moral» fascinaba a Zweig. La fortaleza de espíritu y la dificultad para decidirse a actuar constituyen el «triunfo y la tragedia» de Erasmo. Stefan Zweig intenta, con su biografía, que Erasmo replique con lo que fue el sentido de su vida: la justicia. Sabe que «el espíritu libre e independiente, que no se deja atar por ningún dogma y que evita tomar partido, no tiene patria en la tierra».