Los 10 mejores escritores británicos

Hablar de los mejores escritores ingleses, los mejores galeses, los mejores escoceses y los mejores de Irlanda del norte conllevaría 4 entradas independientes que habiendo Reino Unido de por medio se puede hacer bastante más fácil, más allá de posibles rencillas entre las naciones que conforman dicho reino.

Porque más que les pese a unos o a otros, las referencias culturales se hacen más notorias en unas islas próximas donde las simetrías se multiplican y las relaciones sociales y humanas se estrechan. Sin hablar, por supuesto de la escenografía, el clima y tantos otros aspectos que influyen en la impronta creativa de cualquier autor.

Desde Inglaterra, Escocia, Gales o Irlanda del Norte nos llegaron y nos llegan grandes plumas en diversidad de géneros. Creatividad entre brumas de los mares del Norte. Inspiración que despertó el género policíaco como tal pero que también se manifiesta en muchas otras corrientes argumentales…

Top 10 escritores británicos recomendados

Agatha Christie

Hay mentes privilegiadas capaces de plantear mil y una tramas con su correspondiente misterio sin despeinarse ni desgastarse. Es indiscutible señalar a Agatha Christie como la reina del género policíaco, aquel que después se ramificaría en novelas negras, thrillers y demás. Poco más se puede decir de esta autora salvo la encarecida recomendación de su lectura.

Ella solita, y sin la gran ayuda de toda la información que fluye hoy en la red, construyó en torno a 100 novelas con otros tantos enigmas puestos a disposición de personajes universales como la Señorita Marple o el insuperable Hércules Poirot. Novelas policíacas con tendencia al misterio y los enigmas. Historias escenificadas aquí y allá, gracias a su conocimiento de tantas partes del mundo a través de sus viajes.

Arthur Conan Doyle

En algunas ocasiones el personaje literario trasciende a su propio autor. Sucede en pocos casos, aquellos en los que el imaginario popular adopta a este personaje como un referente fundamental, más allá de que sea héroe o antihéroe. Y esa circunstancia es notoriamente palpable en el caso de Arthur Conan Doyle y Sherlock Holmes. Estoy seguro de que los profanos de lo literario reconcen al bueno de Holmes sin recordar a su creador. Es la magia de la literatura, la inmortalidad de la obra…

Otro matiz destacable de Arthur Conan Doyle es su profesional real de médico. En el caso de España otros escritores como Pio Baroja aterrizaron en la literatura como doctores, una alegoría del encuentro de las letras con la ciencia. Pero lo realmente curioso es que el asunto de los médicos escritores no es una escepción, desde Chéjov hasta Michael Crichton, multitud de galenos han terminado saltando a la literatura como otra forma de enfocar intereses e inquietudes. Aquí abajo tienes un interesante pack de reciente edición…

Centrándonos en Conan Doyle, lo cierto es que su Sherlock Holmes tiene mucho de médico que disecciona la realidad en busca de la resolución del crimen, como los inicios de un CSI decimonónico. Sherlock Holmes caló en los lectores de su época (y en parte lo sigue haciendo hoy) por la conjunción entre las sombras de lo esotérico y las luces de la razón, como auténtica dicotomía de un mundo emergiendo hacia la modernidad y la ciencia pero que todavía conserva vínculos con el oscurantismo de épocas anteriores de la humanidad.

En ese equilibrio entre el bien y el mal, en ese espacio de convivencia entre realismo y fantasía, Arthur Conan Doyle supo crear a un personaje que sobreviviría a todos los tiempos, llegando hasta hoy como uno de los personajes más recordados y reproducidos de la Historia mundial. Elemental, querido Watson…

Jane Austen

Para conocer a Jane Austen en profundidad, nada mejor que esta interesante recopilación de sus cartas. Unas misivas que contextualizan su lucha y su firme voluntad, incluso más allá que su propia literatura:

Y ya centrándonos en la vida y obra de Jane Austen, no por volver a incidir en ciertos temas se acaba por saturar la evidencia. Porque ser mujer y escritora es normal hoy en día, hasta tal punto que nos parecería aberrante pensar lo contrario. Pero allá entre los siglos XVIII y XIX la capacidad de una mujer para escribir libros se consideraría limitada a lo folletinesco o a algún tipo de relato rosa intrascendente. Pese a la obviedad de que cada vez había más mujeres que escribían…

El caso de Jane Austen supuso un punto más de fractura para el dique moral de lo masculino frente a toda injerencia intelectual. Quizás no fue tanto así en sus años de vida y probablemente tampoco lo fue por la abrupta ruptura en forma y temática, pero sí en el reconocimiento inmediatamente posterior y en su innegable calidad forjada en desigualdad de condiciones.

Además hay que considerar que gracias al apoyo familiar, a cierta holgura económica y a la aceptación popular, Jane pudo escribir diversidad de relatos y novelas. Y así Jane pudo dejar buena muestra de su capacidad para adentrarnos en un costumbrismo casi mágico, existencialista en ocasiones, crítico siempre y trascendental en esa intención desveladora de realidades impuestas, encorsetadas, necesarias para el sistema de principios.

Y pese a ello, pese a la intención concienciadora de Jane, prosiguió con su obra sin traba alguna por parte del sistema patriarcal que pudo haber detectado esa voluntad por despertar conciencias. El trasfondo del amor, que debió ser entendido como la intención de aquella mujer que escribía, apaciguaría a los intelectuales de la época, convencidos de que estaban leyendo novelas de amor…

Ken Follett

Más allá de una trilogía de Los pilares de la Tierra que lo hizo mundialmente conocido, profundizar en la obra literaria de Ken Follett supone descubrir a un autor polifacético, capaz de atravesar géneros con idéntica solvencia. Siempre con la misma capacidad para atrapar al lector con grandes tramas hilvanadas magistralmente a través de sus vívidos personajes. Todo ello con un vasto conocimiento de la temática en la que nos introduce.

Ya lo explicaba el propio Follett en alguna entrevista. Esquemas, pizarras e índices antes de ponerse a escribir y durante la propia escritura. No es que me parezca el mejor método, pero lo cierto es que Follett lo tiene todo bien premeditado para no fallar. Seguramente no tendrá ninguna novela inconclusa escondida en el cajón. Un tipo metódico para unas obras infaliblemente construídas. Envidia sana en la parte que me toca de escritor frustrado en tanto en cuanto es capaz de aferrarse a algo tan sistemático a la par que sus personajes parecen tan naturales, tan reales, tan verosímiles en medio de su devenir previamente analizado al detalle…

George Orwell

icción política, a mi entender, alcanzó su nivel cumbre con este tipo de aspecto sombrío pero de carácter decidido. Un escritor que se escondió tras el pseudónimo de George Orwell para dejarnos obras antológicas con grandes dosis de crítica política y social. Y sí, tal como oyes, George Orwell es solo un pseudónimo para firmar novelas. El personaje en sí se llamaba realmente Eric Arthur Blair, dato que no siempre se recuerda entre las particularidades de este autor que vivió los años más convulsos de Europa, la primera mitad de un siglo XX inundado de sangre.

Aquí un volumen completo con lo mejor de George Orwell…

Biblioteca esencial George Orwell

Desde la ciencia ficción hasta la fábula, todo género o estilo narrativo puede ser adecuado para transmitir una noción crítica sobre la politica, el poder, la guerra. La narrativa para Orwell parece una extensión más de su activo posicionamiento social. El bueno de George o Eric, como quieras llamarlo ya, sería un constante quebradero de cabeza para todo objetivo político que se pusiera entre ceja y ceja, desde el gobierno exterior de su propio país y su cada vez más desfasado imperialismo colonizador hasta los poderes económicos en pleno proceso de fagocitación social, y sin olvidar los nacientes fascismos de media Europa.

Así que leer a Orwell nunca deja indiferente. La crítica explícita o implícita invita a la meditación sobre nuestra evolución como civilización. Comparten este honor de crítica política tanto Huxley como Bradbury. Tres pilares fundamentales para el visionado del mundo como una distopia, el desastre de nuestra civilización.

JRR Tolkien

La consideración de la literatura como obra de creación adquiere en Tolkien un carácter casi divino. J.R.R. Tolkien acabó siendo un Dios de la literatura en tanto que su imaginación acabó materializando uno de los más potentes imaginarios generales de la literatura mundial. Se trata de alcanzar el olimpo de la fantasía en un cosmos narrativo que aborda lo épico desde la construcción de un mundo que parte también de lo cotidiano. Personajes singulares y culturas nuevas pincelados precisamente para hacerlos creibles, tangibles y finalmente empáticos en su abismal lejanía de este mundo.

Como digo, un cosmos narrativo que da gusto contemplar en estuches y colecciones varias que tratan de acopiar la inabarcable imaginación de este autor (con mapas incluídos en algunas ocasiones):

En la actualidad pocos autores siguen dignamente el legado Creador de Tolkien. Escritores entrre los que destaca Patrick Rothfuss con sus mundos alternativos con evocaciones al gran referente y maestro del género.

Porque la gran virtud de Tolkien fue el compendio de su abrumadora imaginación y su sobresaliente dominio del lenguaje. Dominar el lenguaje para un escritor significa alcanzar el metalenguaje, ese espacio indeterminado en el que la conjugación de palabras alcanza sintonía total con imaginación y significado.

Solo un linguista de prestigio como Tolkien, empeñado en inventar nuevos mundos, pudo ser capaz de alcanzar ese lugar reservado para los genios capaces de transmitir y conmover a lectores de cualquier generación en un mundo alternativo para el que siempre hay cabida.

Virginia Woolf

Hay escritores cuya llegada a la plena lucidez acaba por abrumarlos, por cegarlos con sus destellos de clarividencia. Aunque probablemente no se trate de que la literatura tenga un efecto perverso sobre el alma del autor. Es más bien todo lo contrario, aquellos que buscan en las profundidades del alma se convierten en escritores o artistas para poder desentrañarlo todo, a cualquier precio.

Virginia Woolf es una de esas autoras que se asomó a los abismos del alma…y si a ello le sumamos su condición de mujer, en un mundo todavía estigmatizado por lo que vino dictado por religiones y creencias en las que la mujer era un ser inferior, menos dotado… Todo debió de resultarle una suma aborrecible. Hasta su final más triste.

Pero hasta en su final hubo algo de poético, sumida en las aguas del río Ouse como una ninfa, dejándose invadir por un mundo subacuático al que naturalmente no pertenecemos…

Y sin embargo, en vida, Virginia hacía gala de su gran vitalidad cuando su espíritu se dejaba llevar por vientos a favor. Escritora y ensayista, editora y activista por los derechos de la mujer, entregada al amor y a la experimentación hacia el conocimiento. Consecuente siempre y seguidora de esa corriente heterogénea del modernismo, confabulado por deshacer lo costumbrista y avanzar hacia una narrativa casi experimental.

Charles Dickens

Cuento de navidad es una obra recurrente, cíclica, recuperada para la causa cada Navidad. No es que sea una obra maestra, o no al menos su obra maestra a mi entender, pero su carácter de narración navideña con moraleja triunfó y todavía sirve hoy como emblema de esa intención transformadora de esta entrañable época del año.

Pero los buenos lectores de Charles Dickens saben que hay mucho más en el universo de este autor. Y es que Dickens no tuvo una vida fácil, y esa lucha por la supervivencia en una sociedad de pujante industrialización y paralela alienación se trasladó a muchas de sus novelas. Con una revolución industrial ya instalada para quedarse (Dickens vivió entre 1812 y 1870), tan solo faltaba que la correspondiente humanización se incluyera en el proceso.

Así que Cuento de navidad tal vez fuera un desahogo literario, un relato casi infantil pero pleno de significado, revelador respecto a los valores del lucro del naciente mercado industrial.

Robert Louis Stevenson

El siglo XIX, con su claro despertar a la modernidad en lo tecnológico, lo científico y lo industrial, ofrecía una oportunidad inigualable para la conquista de un mundo que todavía mantenía ciertos espacios entregados al oscurantismo, a lo esotérico

Y en ese ámbito de claroscuros, la literatura encontraba un marco fascinante para narradores de grandes aventuras como Julio Verne o el propio Robert Louis Stevenson. Entre uno y otro ocuparon las más altas cotas narrativas en un mundo lector deseoso de aventuras en las que el hombre moderno se enfrentaba a lo aún desconocido. Los grandes inventos y supuestos científicos de Verne se compaginaban con las bitácoras de magníficas aventuras de Stevenson, un tandem fundamental para acercarse a esta época desde la perspectiva más humana con la que siempre carga la literatura.

Por sus circunstancias personales de salud, Stevenson se acabó convirtiendo en un tipo viajado que precisamente se entregó a la misión literaria de la literatura de viajes, con ese añadido de ficción que acabó por encaramarlo a lo más alto en cuanto al género de aventuras.

En sus 44 años de vida, Stevenson escribió decenas y decenas de libros, muchos de ellos llegados hasta nuestros días en reinterpretaciones para la gran pantalla, para el teatro o incluso para series de televisión.

Ian McEwan

Uno de los escritores ingleses más reconocidos en la actualidad es Ian McEwan. Su producción novelística (también ha destacado como guionista o dramaturgo) nos ofrece una pausada perspectiva del alma, con sus contradicciones y sus variables fases. Historias en torno a la infancia o al amor, pero en muchas ocasiones con un punto de distorsión que acaba atrapando al lector en su excentricidad, en su presentación de lo extraño, en su reivindicación de lo anormal como parte de lo que somos más allá de las apariencias y convenciones.

Desde que Ian McEwan publicara su primer libro de relatos allá por 1975, el gusto por esa literatura de matices lo ha acompañado en todo momento, componiendo finalmente una biblioteca que ya ronda los veinte libros.

Además también se ha prodigado en propuestas de narrativa infantil, con ese punto de lectura ambivalente desde la adolescencia o juventud,o para descubrir nuevos matices en la edad adulta, transmitiendo siempre un interesante poso de humanidad.

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