Que los libros de viajes pueden convertirse en literatura de quilates es algo indudable. Así lo pueden atestiguar Javier Reverte o el propio Julio Llamazares, cuyos proyectos de cronistas, subidos al metafórico tren que los conduce al descubrimiento, la idiosincrasia y costumbres, la intrahistoria o la gastronomía se convierten en ejercicios literarios completos. Porque la capacidad del escritor para redescubrir o volver a describir lugares ofrece un mayor disfrute como guía de viajes, ya sea para emprender rutas reales o para desplazarse desde el rincón habitual de lectura, tranquilamente desde casa.
El caso de Julio Llamazares, en su versión de cronista de viajes, pasa a ser una propuesta cultural desde grandes centros neurálgicos de tantas y tantas ciudades españolas como son las Catedrales.
Hace ya más de una década que el autor pesentó Las rosas de piedra, con visitas guiadas a muchas ciudades del norte peninsular, con especial interés en toda suerte de contextos sociales, morales y políticos, adornados con el explendor narrativo de las leyendas y los mitos.
Una tarea ardua para un escritor entregado al disfrute y al relato de todas esas singularidades bajo los pináculos que apuntan al cielo en busca de espiritualidad y cobijo moral.
Con este nuevo libro: Las rosas del sur, que retoma la idea original más de 10 años después, Llamazares ha conseguido trazar la ruta de viajes más completa de toda España en torno a sus Catedrales. Desde Madrid hacia el sur, incluyendo los archipiélagos, podemos disfrutar de un periplo con parada y fonda en maravillosos lugres de nuestra geografía, colmándonos además de sabiduría y de saber popular, en ese equilibrio delicioso que solo los escritores entregados a la causa de ensalzar los libros de viajes, pueden conseguir.
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