Todo escritor que se precie debe asomarse en alguna ocasión a esa obra disruptiva no solo ya de su carrera sino de la generalidad de la literatura. Y César Aira no iba a ser menos porque lo de la vanguardia le viene de serie. Y no está nada mal lo de reinventarse, romperse y recomponerse en aspectos creativos. Porque no intuir ni remotamente sobre que basará la siguiente novela de un escritor despierta mayores expectativas.
Sin llegar a considerar que todo puede estar ya contado, cierto es que en no pocas ocasiones parece que los argumentos se repiten o que al menos transcurren en paralelo en ciertos géneros sobreexplotados. Contra ese mal hay fácil cura. La imaginación, el simbolismo, lo surreal o lo onírico. Sumergirse en según que espacios ubicados en diferentes planos tiene su riesgo pero también sus ventajas.
La simple intención de lo metaliterario ofrece al lector más que una lectura una experiencia. Por ahí va el asunto en este juego de novelas que pueden ser hasta la misma historia acaecida en diferentes momentos. Justo para hacerla siempre absolutamente diferente.
Un escritor maduro, preocupado por la depresión que sufre su jardinero, se adentra en los recovecos de un jardín edénico que esconde los secretos más inquietantes.
Un consagrado escultor de la antigua Grecia emprende un accidentado viaje hacia un oráculo en busca de consejo para tratar a su asistente, acechado también por el monstruo de la melancolía y la desazón.
Por último, un hombre corriente sumido en los achaques de la edad anhela gozar de la libertad de ser perseguido y escapar. Para ello necesita cometer un crimen y convertirse en un auténtico fugitivo.
El jardinero, el escultor y el fugitivo puede leerse como tres novelas breves o como una novela en tres partes con un intrincado juego de variaciones. Alrededor de ella orbitan el discurrir del tiempo, la pérdida de la juventud, la melancolía, la vanidad del artista y una reflexión acerca de la naturaleza de la literatura, la creación y la escritura misma. Este tan insólito e impredecible como magnético libro se suma al rico entramado que constituye la espléndida obra de César Aira.
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