Los 3 mejores libros de César Aira

Asumir la vanguardia en cualquier arte o manifestación creativa es un peso sometido a la inquietante gravedad de la espada de Damocles. César Aira convive con ese rol de avanzadilla de la literatura en español, quizás más en solitario que nunca desde que Roberto Bolaño nos dejara hace ya sus largos malos años.

La relación entre Aira y Bolaño tuvo sus más y sus menos. Pero al final el reconocimiento entre ambos llegó a extremos tan curiosos como que el propio Bolaño introdujera a la más díscola Patti Smith la lectura de la obra de Aira.

Atreverse a citar los mejores libros de César Aira tiene mucho de imposible con una bibliografía con cientos de volúmenes y con tramas que, cuando toca ficcionar, en muchas ocasiones pueden desconcertar y fascinar desde un primoroso dominio de las formas. Casi siempre orientado hacia esa impronta en busca de nuevos horizontes narrativos, evoluciones técnicas y argumentales.

En parte ya sabemos que el asunto tiene truco porque entre novelas cortas, relatos largos, ensayos más livianos por tamaño y demás pequeñas obras, se puede circunscribir la mayor parte de la obra de Aira. Pero la cuestión es que la entidad de dichas obras justifican su independencia.

Top 3 libros recomendados de César Aira

Canto castrato

En España se les llegó a llamar capones, con ese toque más castizo que convierte lo foráneo en algo más mundano. Precisamente en el caso de los castrati probablemente este término español ya en desuso definiera con mayor acierto la imagen no menos siniestra de los niños cantores castrados para conservar su timbre.

Y sobre estos personajes, a cuyo macabro recurso se recurrió durante siglos hasta el XIX, César Aira construye esta novela que se mueve por la Europa del siglo XVIII, un continente que había quedado huérfano de influencias políticas tras la muerte de Luis XIV, cuyo reino parecía no acabarse nunca. Como toda transición, también la muerte del rey sol conllevó una nueva orientación artística, costumbrista y ornamental para toda corte. Y como también suele pasar cuando un viejo régimen se apaga, brotes de libertad emergen en las formas artísticas o en la literatura. Europa se entregó entonces a la tendencia rococó, una especie de revolución que afectó a arquitectura, arte y ornamentación, además de a tendencias de moda e incluso filosofía y pensamiento.

Un nuevo individualismo cargado de misticismo a la vez que colmado de sensualidad se tradujo en formas más sinuosas, en lo recargado de toda representación. La vida cortesana parecía tomar un nuevo color y los castrati resonaban en toda Europa como un gran hit actual, con sus tonos agudos refrescando también la perspectiva de la música como puro ocio y exotismo. En este escenario relatado magníficamente por el autor, también disfrutamos de una auténtica narración histórica con todos los movimientos geopolíticos del momento. La ya vieja Europa bullía de efervescencia para encontrar nuevas alianzas de poder.

Solo que…, conducidos por esa nueva forma de arte, bajo esas sensaciones de preponderancia de lo personal, el amor también emerge en la historia con gran pujanza, por medio de personajes como el Micchino, el mejor castrato de todos y su encuentro con Amanda, una mujer tan infeliz como sabedora de que el amor es otra cosa. Pasiones desatadas en un mundo reconducido a un cambio trascendental que posiblemente sentaría las bases de la modernidad.

Fulgentius

En manos de César Aira una novela histórica más pura se desnaturaliza o más bien se transforma, se complementa, se enriquece con nuevos prismas jamás abordados por un narrador de ficción histórica más convencido siempre por la necesidad de una fidelidad constriñente de los personajes. Pero aquí esta Aira, con su Fabius Exelsus Fulgentius, un general de vuelta ya de tantas conquistas y expansiones que en las estribaciones de la remota Viena siente la inextinguible llama de la dramaturgia y dispone a su ejército para una interpretación a la altura de cualquier Dios que ande de paso por la zona de Panonia y su capital Vindobona.

No es para menos, a sus más de sesenta años Fulgentius puede abordar esa representación gloriosa de su vida que lo erija lo más próximo posible del Olimpo. Quizás una parodia sobre las ansias ancestrales de poder del ser humano y la laguna de sus vanidades cultivadas hasta los excesos en el naciente caladero de la mentalidad occidental. Pero sobre todo una obra irónica, divertida, curiosa y pese a la distorsión de argumentación clásica, perfectamente documentada.

Prins

En cierta forma, la pujante necesidad de prospección narrativa de un autor como César Aira lo limita hacia esa difusión mayor de su obra. Pero claro, hablamos en términos cuantitativos y no cualitativos. Porque lo importante que se puede deducir al leer una novela como esta es que según que autores no están aquí para contar la misma novela escrita desde que se escribiera «La historia de Genji» (aquella considerada como primera novela). Lo mejor de esta historia es ese no sé qué inspirador, evocador del propio autor o de cualquier persona que en algún momento se haya sentido creadora o creativa. Todos abandonamos barcos poco fructíferos para nuestros avatares cotidianos.

Pero en el fondo, lo que nos llamaría más poderosamente cuando descubrimos nuestras limitaciones creativas o cuando vemos que hemos hecho el primo durante la mitad de nuestra vida, es abandonarnos al opio como el propio escritor protagonista de la historia, quien jamás escribió lo que hubiera querido…

Desde la insatisfacción de haberse vendido, nuestro protagonista coge un bus junto a la desconocida Alicia que se sienta a su lado y se lanza a tumba abierta a las drogas más psicodélicas en busca de segundas oportunidades, expiaciones de culpas o reencarnaciones precipitadas para causas perdidas. La psicodelia salpica desde el protagonista hasta su lector, invitándonos a un viaje sin billete de vuelta al cogollo mismo de la creatividad y sus mundanas tentaciones.