Todo empezó con una revolución industrial y una marcada reivindicación de la clase obrera contra la máquina, Marx mediante. Pero resulta que la máquina aprendió y empezó a tirar de subterfugios, de trampantojos, de engaños y de un individualismo rampante ideal para la disolución de voluntades comunes. Hoy la máquina se parece más peligrosamente a Skynet que a un ruidoso mecano al que entregar duras jornadas de trabajo sin regulación social alguna. Y, sinceramente no sabe uno lo que es peor…
La cosa es que trabajaba yo en una conservera allá por los 90 cuando leí «Todo un hombre«, de Tom Wolfe. Y ahora llega esta otra historia de Joseph Ponthus que complementa la anterior con esa perspectiva de clase y de aspiraciones aniquiladas por sistemas deseosos de víctimas propicias. Pero esta trama avanza desde un nuevo foco que, pese a no comulgar con lo que hay, nos hace descubrir la capacidad de vencer a la máquina desde lo individual, escapando de su magnetismo a cada momento.
Sinopsis
Este el diario de un obrero, de un trabajador temporal, primero en las conserveras de pescado, en los mataderos bretones después. Dos años anotando minuciosamente lo que sucede en la línea de producción: los compañeros y las máquinas, el ruido ensordecedor, la eterna repetición de los rituales fabriles, los cambios de turno… Pero también los autores latinos, y Dumas y Rabelais y Perec, y los poemas de Apollinaire y las canciones de Trenet, esos parapetos cotidianos, esas victorias provisionales frente a lo que agota al hombre y lo aliena.
Y después de todo, y a pesar de todo, una invencible felicidad de ser y de estar en el mundo, una dicha innegociable que adopta el nombre de su esposa, la forma de su perro, el olor del mar, la laxitud de un domingo festivo… Desde la línea es un poema en prosa, un cuaderno de guerra, un libro de salmos, un desfile de carcasas de bueyes y toneladas de gambas, un cumplido inventario de los sueños y cadenas de la clase obrera del siglo XXI.
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