Apocalipsis Z: el principio del fin

Del imaginario made in Manel Loureiro a una impecable adaptación cinematográfica. Una peli o serie de pelis (si prosigue el rescate de las novelas) que fascinará a todo friki del mundo zombi, como es mi caso con esto de las ficciones sobre virus, gente muy mal muerta y carne putrefacta.

La comparación con Guerra Mundial Z es inevitable desde la mera denominación Z. Y este apocalipsis no desmerece, a mi parecer, a la gran superproducción estadounidense, con aquel inconmensurable Brad Pitt a la cabeza del cartel.

Apocalipsis Z es tan buena o más que Guerra Mundial Z. En primer lugar, porque la siniestra cercanía escenográfica hace más fácil e intenso el mimetismo con los personajes. Unos personajes asomados al abismo de la infección mundial desde Galicia, La Rioja o Aragón. En segunda instancia, porque el guion adaptado consigue transmitir la tensión de la novela. Después habría que seguir sumando aspectos como las subtramas que enriquecen el nudo principal, los efectos especiales a la altura de la gran factoría USA, la fotografía, la ambientación, la profundidad de los personajes… Todo está bien hecho en esta película.

Quizás no se pueda conseguir el impacto de algunas escenas de Guerra Mundial Z, como las de los miles de zombis escalando los muros de la ciudad de Israel. Y en ocasiones también es verdad que parece que los zombis son menos zombis en esta versión española. Pero es que el virus TSJ actúa de diferente forma. No deforma tanto a los seres humanos hasta convertirlos en monstruos. Se mantiene una fisonomía más humana en estos zombis de Apocalipsis Z. Pero quizás esto sea aún más siniestro, para así intuir al monstruo en cualquier vecino con cara de lunes con el que te cruzas en el ascensor, justo el día siguiente de ver la peli…

Hay además una historia de amor romántico y latente que parece que puede asomar en cualquier momento. Manel perdió a Julia, su novia, en un fatal accidente. Y en ese mundo de sombras y tinieblas algo nos dice que ella puede estar por ahí, a la espera de Manel en un plano inesperado donde la realidad tan transformada pueda recomponer la tragedia. O quizás solo se trate de una impresión de que Manel pueda erigirse como un héroe desde la noción de que todo está perdido para él.

La cuestión es que los 112 minutos de esta peli se pasan en un suspiro, o más bien en una inspiración contenida. Y el gato siempre está ahi…, desde el inicio, como el perro de Will Smith en Soy Leyenda… Pero al final se antoja que quizás ese gato, Lúculo, el que Julia compró para ambos cuando aún estaba viva, pueda tener un papel trascendente en todo esto…

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