Los 3 mejores libros de Thomas Harris

Cuando se habla de thriller en el ámbito de lo cinematográfico, todo el mundo recuerda «El silencio de los corderos» como una de esas películas que establecen un nuevo hito, una cumbre dificilmente alcanzable pese a los intentos de réplica que todo terremoto provoca, incluso para las propias continuaciones de la saga de las que el propio actor principal, Anthony Hopkins, reniega.

Tras la historia llevada al cine estaba la trama de la novela «El silencio de los inocentes», de un Thomas Harris que guardó un paciente silencio hasta el 2019 en el que regresa con nuevos bríos y muy diferentes argumentos. Porque lo cierto es que una saga de la intensidad de Hannibal Lecter tiene que dejar sus secuelas en lo creativo, en el etiquetado, en lo que los lectores esperan de uno.

Por otro lado, también es interesante considerar que, en ese fenómeno inverso que llega a darse para los escritores que aún no son del todo reconocidos en todo el mundo, la explosión absoluta de la película condujo a muchos lectores al libro y a su primera parte «El dragón rojo». Y así es como en la sinergia, el autor salió ganando en la potencia exponencial de su oficio como escritor.

Quizás con las exigencias comerciales de la historia original, llegaron después más secuelas. Y cuando una obra es casi perfecta, todo lo que venga después para no mantener el mismo nivel, se antojará insulso.

Así que, como puede ser que decidiera el propio Harris, lo mejor es dejar pasar el tiempo, hasta más de una década después de la última aparición del psiquiatra Lecter. Y así, liberado de cadenas, exponerse de nuevo al gran público. Un cambio de tercio y la plena confianza en la capacidad para olvidar todo lo anterior, aún tirando de ese reconocimiento del autor como perfecto reclamo…

Top 3 novelas recomendadas de Thomas Harris

El silencio de los inocentes

El dicho de que una imagen vale más que mil palabras puede ser útil en muy diferentes ámbitos por la claridad meridiana de la visión.

Pero en la literatura entendida como creación de un autor y recreación de un lector, el dicho se queda con los pies de barro porque la cosa va más de imaginación que de visualización directa. Más aún en una novela de gran profundidad psicológica como era esta. Nombrar a Clarice Starling es evocar al papelón de Jodie Foster reconvertida a psiquiatra del FBI.

Y sin embargo, la relación entre su colega, en versión criminal, y la propia Clarice se hace mucho más fértil en la novela. Es en esta historia donde mejor se desarrolla ese combate desigual entre la mente del asesino y la de la doctora enfrentada al mal en toda su hondura, desde la concepción generalizada de la psicopatía hasta la introspección en los miedos atávicos de nuestra especie con los que Hannibal parece jugar.

El caso avanza en la novela con la misma e intensa inercia que la extraña relación entre lo destructivo y lo morboso, de doctora y particular paciente a sondear hasta lo más negro del pozo.

El silencio de los inocentes

Hannibal

¿Quién sabe si Hannibal quedó satisfecho con su colaboración especial en la resolución del caso del asesino Buffalo Bill? La cuestión es que su intervención le sirvió para ejecutar el plan de su propia huída.

Y su vida fuera de la cárcel se antojaba incluso más peligrosa para la sociedad que la del asesino capturado gracias a sus pautas. Durante un tiempo su nombre parece tan solo un mal recuerdo para Clarice.

Pero precisamente cuando su vida profesional se acerca a una crisis de difícil resolución, la sombra de Hannibal vuelve a acechar. Quizás se trató simplemente de eso, el depredador en espera del momento de debilidad de su víctima.

Aunque al menos eso quisiera decir que Hannibal tenía en estima la capacidad de Clarice cuando ella regía con fuerza el timón de su vida. Y sin embargo es el momento del reencuentro porque él lo ha decidido y porque nadie es capaz de tomar las riendas hacia un caso en el que Lecter sea el criminal a encontrar.

Claro está que los atencedentes eran demasiado excelsos como para reiterarse en una nueva obra. Pero el buen café siempre puede dejar interesantes posos y en esta nueva entrega se disfrutaba al recorrer nuevos laberintos de la psiquiatría hecha trama.

Hannibal, de Thomas Harris

Cari Mora

Y pese a todo, siempre habrá lectores que piensen que Harris los ha defraudado. La sombra de Hannibal es alargada y Cari Mora no tiene la misma fuerza como personaje. Pero es que en esta ocasión no se trata de personalizar la trama sino de difuminarla entre más personajes y el espacio tan inquietante como magnético de la casa.

Porque la gran mansión que mantiene Cari Mora puede albergar un gran tesoro moderno, aquel que el propio Pablo Escobar dejó a buen recaudo en el mismísmo Miami, esa ciudad tan americana como colombiana.

Hannibal ahondaba en la esencial del mal como una tétrica superación de lo humano. En este caso es el dinero y la ambición lo que lo mueve todo, devaluando la condición humana a esa vanagloria del dinero que anula, precisamente, la condición de humano de quien lo ambiciona.

Quienes persiguen el tesoro son, como no, una selecta pléyade de poderosos cargados de animadversión y falta de escrúpulos. Y en sus pesadillas hechas sueños húmedos serán capaces de todo por hacerse con el glorioso botín.

Cari Mora es un estorbo y a la vez un foco de deseo para Hans-Peter, el más ferviente buscador del legado oculto de Escobar. Entre ambos y con la aquiscencia de una casa que también capitaliza protagonismo desde la esencia de los sucesos que oculta, se desarrolla una novela oscura de final impredecible.

Cari Mora
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