Los 3 mejores libros de Bernardo Atxaga

Tras la presentación de su libro Casas y tumbas, Bernardo Atxaga anunció que dejaba la novela. Como si pudiera hacerlo…

Estoy seguro de que pronto llegarán más libros. Y quizás a alguno le cambie el nombre ante la sorpresa de descubrirse una vez más abundando en los escenarios de la ficción. Porque lo que uno es capaz de crear, solo de uno puede ser. Pero sin duda seguirá siendo una narración en forma de novela que volverá a asaltarnos con esa rabiosa cercanía de este Hemingway vasco.

Me atrevo a asegurarlo porque en mi humilde dedicación a esto de contar historias, la satisfacción de considerarte padre y creador de nuevos mundos, por pequeños, grandes, irrelevantes o trascendentes que sean, n creo que pueda condenarse con una eventual firmeza de voluntad.

Y así, podremos seguir disfrutando de unas tramas engarzadas por casualidad en dispares escenarios históricos. Y digo por casualidad porque la poderosa fuerza que Bernardo Atxaga concede a sus personajes hace irrelevante lo temporal, convirtiendo sus historias en eternos relatos de unos protagonistas hechos sobre todo almas con la excelencia de la hilazón de diálogos, reflexiones y descripciones empastadas con esa lírica melancólica de la fugacidad de la existencia.

Top 3 novelas recomendadas de Bernardo Atxaga

Casas y tumbas

Quizás se deba a la intensidad de la trama, a ese desgaste y vacío que sucede a la palabra fin. Así, el escritor Bernardo Atxaga asegura que esta será su última novela, hasta que recupere el resuello, como nos ocurre al resto de lectores que acabamos las 424 apasionantes páginas de esta trama.

Viajamos hasta Ugarte para pivotar en torno a su pequeño universo en dos escenarios a ambos lados de la dictadura de Franco. En cierta forma es lo mismo antes o después son tiempos convulsos porque la figura del dictador o su sombra, parecen ser la misma cosa.

En los mundos dictados grises desde el poder, las pequeñas intrahistorias adquieren el brillo diamantino entre el carbón. Eliseo, Donato, Celso y Caloco se convierten en los pequeños inocentes con los que atravesamos ese mundo gris también salpicado desde las bocaminas donde los hombres de Ugarte se dejan el alma por un salario.

Con ellos hacemos esa transición de la década de los setenta a los ochenta y más allá hasta la actualidad. La trazabilidad de sus vidas salpicadas de tragedia, amistad, rebeldía, esperanza y muerte se compone una de esas aventuras insuperables por cualquier fantasía. Porque no hay mayor fantasía que vivir, soñar, recordar y tener el don para escribirlo.

Casas y tumbas, de Bernardo Atxaga

Obabakoak

El gran éxito internacional de Bernardo Atxaga. Una de esas novelas en las que las dotes del autor se alinean además con las musas para terminar la obra redonda. Porque si lo de Atxaga es ofrecer siempre una rica composición polifónica, en este caso la virtud y el interés esencial como narrador alcanzó ese nivel de nuevo mundo plasmado en las hojas de una novela.

Tal como ocurre con Macondo, o hasta con Castle Rock, cuando un escritor es capaz de generar vida abosolutamente visible, casi tangible, cargada de aromas y sensaciones que incluso transmiten como literatura hecha tacto, se puede decir que Bernardo Atxaga llega ese olimpo de los escritores creadores de nuevos mundos imperecederos.

Obaba es un lugar muy especial por el que habitamos entre sus habitantes perpetuos o de paso, cohabitando con sus inquietudes y formando parte de sus decisiones desde sus culpas, penas, dolores o pasiones inconfesables.

Y esa forma de conocer acerca del detalle de los personajes va conformando el tejido de la existencia en comunidad, de las notas dispares de la vida dentro y fuera de cada casa, de las verdades y mentiras que hacen el todo de la realidad. Magia en forma de literatura que se desliza de alma en alma como materia de la misma vida en esencia.

Obabakoak, de Bernardo Atxaga

El hijo del acordeonista

En muchos momentos de la lectura de las novelas de Bernardo Atxaga se desliza esa impresión de melancolía, como un Milan Kundera decidido a empezar a narrar con más brío sus brillantes reflexiones literarias.

Es indudable que el tiempo, como tema, que el paso de los días como argumento siempre despierta la añoranza como compás ineludible. La cuestión es cómo Atxaga aborda lo esencial del mundo subjetivo que cada cual construye desde ese dinamismo de la trama arrebatadora, de la vida hecha aventura por la contingencia que sea, venga más o menos favorable o desfavorable.

En ese equilibrio que seguramente sirva al autor para abordar libros de muchos otros géneros como la literatura infantil o juvenil en otras ocasiones, reside el gusto lector por la plena sintonía con lo vivido por cada cual o por lo que se intuye que tocará vivir.

Porque en el ínterin de cada vida pueden ocurrir miles de cosas, incluso guerras y exilios con los que padecer como lectores. Eso forma parte de la aventura que contaremos, pero lo esencial para bien o para mal es que en el mejor de los casos, nos tocará contar cómo hemos llegado hasta las estribaciones del final, ya sea a los hijos, a los nietos o a nosotros mismos.

El hijo del acordeonista
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