Mi dulce niña, de Romy Hausmann
Nada mejor que un contraste hacia la paradoja del peor miedo. Bien lo sabía Stephen King con su de entrada simpático (y finalmente siniestro y escalofriante) payaso Pennywise. Apelar a la dulzura de una niña es el truco de partida de Romy Hausmann en esta su opera prima, porque a …