20 de abril de 1969. Mi ochenta cumpleaños
Hoy he cumplido ochenta años.
Aunque nunca podrá servir como expiación de mis terroríficos pecados, puedo decir que ya no soy el mismo, empezando por mi nombre. Ahora me llamo Friedrich Strauss.
Tampoco pretendo escapar a justicia alguna, no puedo hacerlo. En conciencia voy pagando mi pena cada nuevo día. “Mi lucha” fue el testimonio escrito de mi delirio mientras que ahora trato de discernir lo que quede de verdad tras el amargo despertar a mi condena.
Mi deuda con la justicia de los humanos poco sentido tiene cobrarla ya de estos viejos huesos. Me dejaría devorar por las víctimas si supiera que aliviaba el dolor, ese dolor extremo y enquistado, viejo, rancio, aferrado a la cotidianeidad de madres, padres, hijos, pueblos enteros para los que lo mejor hubiera sido que yo no hubiera nacido.