El caso de Sash Bischoff demuestra, una vez más, que los lectores de género negro, de suspense o de cualquier otro género que precise de tensión e intriga, reciben con los brazos abiertos a nuevos imaginarios y nuevos escenarios. Porque los ya encumbrados se acomodan en la fórmula del éxito conocido. Y entonces llega Sash, como antaño fueron Paula Hawkins o más recientemente Freida McFadden… Curiosamente, además, casos de escritoras que parecen estar copando el noir más internacional actualmente.
Será cosa de una impronta insospechada de lo femenino. O simplemente casualidad, que cuando uno se pone a considerar posibilidades puede acabar metiéndose en un jardín ante los nuevos censores y censoras de la moral y la opinión…
La cuestión es que Sash llega con esa intensidad del terremoto inesperado, con una propuesta que ya desde su título apunta a todo eso de las contradicciones del ser humano, de las paradojas argumentales, de los disfraces de los personajes de bien que no siempre son para nada lo que esperamos. Pero como digo…, es mejor cuando se nos vuelve a contar la historia de el lobo desde una forma de narrarlo nueva, fresca y explosiva. Bienvenidos al mundo de Sash Bischoff.
Lila Crayne es una actriz de renombre y la chica perfecta: amable, hermosa y magnética. Ella y su prometido, el visionario cineasta Kurt Royall, se han instalado en un impresionante apartamento del West Village en Nueva York y están a punto de empezar a rodar una adaptación de Suave es la noche, de Francis Scott Fitzgerald. Para preparar el papel protagonista, Lila empieza a trabajar con el encantador terapeuta Jonah Gabriel, quien le ayudará a indagar en los traumas de su pasado. Pronto, la vida impecable de Lila comienza a desmoronarse en el sofá de la terapia y Jonah parece el hombre adecuado para recoger sus pedazos. Pero todo el mundo tiene un secreto y nadie es lo que parece.
