La novela puede servir perfectamente para conocer un escenario muy concreto o un país entero. Una propuesta narrativa con intención de acercarte a un entorno, te aporta la subjetividad de quien ha vivido en ese lugar.
Puede sonar a perogrullada, pero hay mucho de relevante en la idea. Al final, más allá del relato oficial, el conocimiento de las intrahistorias, de las vivencias y anécdotas, de las costumbres, mitos y leyendas propias, ofrecen una perspectiva mucho más real del momento e incluso del pasado de las gentes de un país. Si todo ello se adorna con el lado más artístico del lenguaje, estate por seguro que llegarás a enamorarte de las imágenes presentadas.
Es algo así como diferenciar entre hacer turismo o viajar. La literatura siempre puede ser un fascinante viaje.
No hace tanto que anduve por Ecuador. Visité Guayaquil y la cómuna de Montañita y algún otro pueblo costero. Me adentré en el ocuro Pacífico de noche con una barca pesquera para celebrar un rito iniciático (lo típico que se hace en una despedida de solteros) y sobre todo pasee de la mano de gentes del lugar y me empapé de esa realidad que solo muestra el día a día de cualquier calle más allá de los circuitos turísticos.
Este libro es mi segundo viaje a Ecuador. En esta ocasión mis guías son Antonio y Leopoldo, dos jovenes idealistas todavía con el empuje necesario para entregarse a un ideal. Realmente, lo del ideal parece más un aporte de Mauro Javier, el propio autor. Probablemente se trate de un ejercicio de autoconvencimiento hacia un mejor futuro para este país de parte de uno de sus compatriotas.
La cuestión es que Leopoldo y Antonio piensan que tiene mucho que aportar y se lanzan a la política. Ambos provienen de casas pudientes pero andan convencidos con la necesidad de cambiar las cosas. En las antípodas sociales, que no ideológicas, encontramos a Rolando y Eva, culturetas de vocación y desheredados por clase social.
Entre unos y otros, en esta novela disfrutamos de una panorámica completa de Ecuador, con detalles del país, de sus gentes y de sus grandes lastres políticos y sociales.
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