Desde que me documenté para mi última novela, Los brazos de mi cruz, todas las novelas que encuentro sobre el nazismo me resultan sumamente interesantes.
Más allá de lo objetivamente tétrico, macabro y oscuro que supuso ese periodo para la Historia de la humanidad, sus derivaciones hacia la ficción se extendieron en un campo inagotable de pequeñas grandes historias que nos presentan trágicas vivencias, escenas bélicas y negras tramas políticas, pero también misterios y aventuras. Tantos y tantos autores de ficción han rondado esta temática nazi, desde tan diversos frentes, que seguramente no es nada errado decir que el nazismo es el aspecto más novelado del mundo.
En el libro El manuscrito nazi encontramos una gran aventura en torno al manuscrito de Hans Heins, jefe de las SS durante el tercer Reich.
Nicole Pascal, reputada arqueóloga, consigue este singular manuscrito y descubre fascinada como la cúpula nazi albergaba conocimientos esotéricos en los que fundamentaron su imaginario deformado y exterminador. La base de esas prácticas místicas parten de un ideario cristiano, en el que la lanza de Longino, aquel soldado romano que atravesó a Cristo en la cruz, pasa a ser un elemento cierto y tangible cuyo control y dominio otorga un poder inimaginable.
El castillo de WeWelsburg, en la región de Westfalia adquiere especial relevancia en esta historia. El conocido castillo, plagado de leyendas y mitos, pasó a ser un importante centro nazi, bajo el dominio de Himmler.
Y es este personaje, Himmler, quien se va convirtiendo en uno de los protagonistas del manuscrito nazi. Todos los enigmas desprendidos del texto apuntan a este personaje que si bien en la realidad ya siempre se lo consideró como oscuro y particularmente dotado de un aura mística, en esta ficción parece apuntar a que nos desvelará tremendos misterios acerca del periodo nazi y de la humanidad completa.
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