Las 3 mejores películas de Arnold Schwarzenegger

Gobernator, como se le llamó desde su salto a la política después de haber encarnado a Terminator, tiene muchas películas de una acción dependiente tan enteramente del físico, que al final el asunto acaba desubicando al actor conforme se tiene que adentrar en otros tipos de papeles más acordes a las carnes ya flácidas. Algo parecido a lo que le ocurre a Silvester Stallone.

Pero siendo benévolos con el Chuache, todos hemos disfrutado de sus pelis donde no quedaba títere con cabeza entre explosiones, ataques extraterrestres y otras anomalías con las que Arnold se enfrentaba a golpe de puñetazo. Una apuesta exclusiva por la apariencia física que en cuanto dejaba de repartir mandobles se le veían bastantes costuras de actor con las hechuras justas.

Desde Conan (algunos dicen que sus inicios fueron en el cine erótico, pero obviaremos esa parte por si hay algún menor en la sala), hasta cualquier adaptación cibernética aprovechando su gesto adusto e imperturbable. Pero también sorteando en ocasiones ese rol de duro durísimo como el acero para adentrarse en películas de humor y hasta románticas. Muchas películas como para considerarlo uno de los grandes del cine de entretenimiento.

Top 3 películas recomendadas de Arnold Schwarzenegger

Desafío total

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Flipante superproducción. Sí, la de la cara de señora de la limpieza que se acaba abriendo rollo cubista para aparecer debajo la jeta del Chuache de repente. Grandes efectos y bastantes giros; un buen argumento sobre colonizaciones humanas en Marte.

El poder, como siempre, enseñando su patita negruzca por debajo de la puerta mientras engatusa a todos con eslóganes y demás. Hasta que el Chuache se permite el lujo de pegarse un buen viaje (un auténtico trippy) para acabar por reconectar con su yo real y una misión pendiente que alguien había sabido desprogramar de manera eficiente.

La realidad se desmorona para el Chuache y la acción rompe en todas las direcciones. Peliculón de entretenimiento con dudas, sospechas y giros que la acercan incluso al thriller psicológico y que acaba siendo también una jugosa obra de ciencia ficción con inspiraciones de Space Opera.

La Tierra, año 2084. Doug Quaid, un hombre que lleva una vida aparentemente tranquila, vive atormentado por una pesadilla que todas las noches lo transporta a Marte. Decide entonces recurrir al laboratorio de Recall, una empresa de vacaciones virtuales que le ofrece la oportunidad de materializar su sueño gracias a un fuerte alucinógeno, pero la droga hace aflorar a su memoria una estancia verdadera en Marte cuando era el más temido agente del cruel Coohagen.

Terminator

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Esa puñetera luz al fondo de las pupilas del robot… O como dejar un final mínimamente abierto para dar pie a secuelas y secuelas que, a poco que vaya bien una película, apuntan a secuelas, precuelas y demás. Y Terminator fue condenadamente bien, brutalmente aplaudida. Y así vinieron después no sé cuantas entregas más. Buenas pelis todas ellas para dejarte llevar por la adrenalina. Pero ya nada que ver con el ajuste argumental de la primera. Porque, lo de las idas y vueltas en el tiempo con variadas piruetas y tirabuzones desgastan la idea original.

Los Ángeles, año 2029. Las máquinas dominan el mundo. Los rebeldes que luchan contra ellas tienen como líder a John Connor, un hombre que nació en los años ochenta. Para acabar con la rebelión, las máquinas deciden enviar al pasado a un robot -Terminator- cuya misión será eliminar a Sarah Connor, la madre de John, e impedir así su nacimiento.

Depredador

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Poco después de Terminator llegó Depredador. Su portada me recuerda exageradamente a los mágicos días de videoclub, llenos de encanto y esmerada parafernalia que ayudaba para hacer del visionado de una peli algo especial que no llegaba de un simple clic.

No sé, algo tengo con esa imagen del Chuache tiznado de negro para la ocasión y metralleta en ristre pero parece que vuelvo a los remotos pasillos con cintas a uno y otro lado… Nostalgias a parte, el puto bicho de esta peli resulta de lo más desesperante. Nadie sabe cómo cargárselo, se hace invisible, es más duro que cualquier metal… Solo Chuache puede con él en una lucha en la que va descubriendo que un humano como Arnold Schwarzenegger no tiene porqué temer ni al mismísimo demonio.

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