«Nadie realmente feliz es escritor» fue una frase de Margaret Mazzantini que me resultó curiosa. Sobre todo porque es un concepto perfecto sobre el que avanzar en la esencia del oficio de escribir, y también en los fundamentos de la felicidad. Al final nadie es feliz en todo momento. La cuestión es sacar provecho de la infelicidad. Y entonces sí, escribir cobra todo su sentido. ¿No crees, Margaret?
La infelicidad creativa de Mazzantini acaba asaltándonos desde un brillante intimismo abierto a toda suerte de contradicciones, exponiéndonos al habitual frío de vivir de quien ahonda en el existencialismo subyacente desde nuestra realidad, como navegando entre las aguas que se mueven a nivel freático del ser.
Con una cierta inspiración a Erri de Luca, bajo una similar línea sinuosa que traza desde el mundo interior de los personajes para acabar perfilando cosmos, Mazzantini predica una literatura hacia el descubrimiento. No me refiero ni de lejos a la autoayuda, sino a introspección desde la empatía, a mimetismo narrativo necesario si pretendemos que una novela acabe dejándonos posos. El resultado, la transformación de los personajes, la liberación o al menos su lucha…
Top 3 novelas recomendadas de Margaret Mazzantini
No te muevas
La segunda novela de Mazzantini ya consiguió ese gran eco de la escritora confirmada en su llegada desde la interpretación.
Una estremecedora mirada a la mala conciencia de un hombre acomodado. En un hospital italiano, Timoteo, un prestigioso cirujano, vela a su hija Ángela, una muchacha de 15 años que se encuentra en coma tras un accidente de moto. Embargado por el dolor y los remordimientos, Timoteo busca refugio en las palabras y emprende un desgarrador monólogo en el que se enfrenta a los fantasmas de un oscuro pasado que le sigue avergonzando.
No te muevas, el deslumbrante debut de Margaret Mazzantini, estuvo durante más de dos años en las listas de libros más vendidos en Italia y ha atrapado a miles de lectores transalpinos con su lúcida visión de las miserias de la doble moral. Premio Strega 2002.
La palabra más hermosa
Es de noche en Roma, todos duermen, pero el teléfono suena de repente. Una voz que llega de lejos invita a Gemma a un viaje a Sarajevo, la ciudad donde nacieron y murieron las emociones más hondas de su vida.
Allí, entre los estallidos de una guerra cruel e inútil, hace dieciséis años nació Pietro, un niño que ahora la llama mamá y es tan hermoso, sano y egoísta como cualquier otro adolescente. Pietro no conoce bien su origen y no sabe que en las calles estrechas de aquella ciudad sitiada Gemma vivió una historia de amor de esas que se te pegan a los huesos y te cambian para siempre.
Ahora, de vuelta a aquellas tierras, madre e hijo tendrán que enfrentarse a un pasado que esconde secretos, a unos cuerpos que aún llevan las huellas de un dolor antiguo, pero a lo largo del viaje también aprenderán palabras nuevas, esas que nos sirven para dar un sentido a nuestros errores y seguir apostando por un nuevo comienzo para todos.
Esplendor
Nos podemos observar brillantes cuando alcanzamos o al menos bordeamos o nos orientamos hacia esa plenitud capaz de despojarse de las impresiones, las etiquetas y los presupuestos de los demás y nuestros propios. Ese es el esplendor que aborda esta novela. ¿Llegará el día en el que tengamos el coraje de ser nosotros mismos? Esta es la pregunta que se plantean los dos inolvidables protagonistas de esta novela.
Dos niños, dos hombres, dos increíbles destinos. Uno es intrépido e inquieto; el otro, sufrido y atormentado. Una identidad hecha pedazos que es necesario recomponer. Una conexión absoluta que se impone, la hoja de un cuchillo en el filo del precipicio de toda una existencia. Guido y Constantino se alejan, kilómetros de distancia los separan, establecen nuevas relaciones, pero la necesidad del otro se resiste en aquel primitivo abandono que los lleva a ellos mismos al lugar en el que descubrieron el amor. Un lugar frágil y viril, trágico como la negación, ambicioso como el deseo.