Nada es casual en un pseudónimo. Que un editor y también autor alemán como Jörg Bong firme sus libros como Jean-Luc Bannalec tiene mucho que ver con mantenerse en sintonía con escenarios y personajes. Algo así como que el creador de Sherlock Holmes en su Londres no podría llamarse Antoine Favre. En el caso de Bong, tomando como escenario la bretaña francesa, todo tenía que ir en sintonía.
Luego está lo de su protagonista fundamental, un Dupin que evoca al primer Dupin creado por Edgar Allan Poe para investigar los oscuros casos nacidos del imaginario del atormentado narrador. En este caso queda la inspiración, el guiño al policíaco más oscuro, la reminiscencia en todo lector que asume con mayor gusto la vinculación directa o el refuerzo subliminal.
Como resultado una serie de obras 100% Dupin centradas en el destino como comisario del protagonista, una Concarneau hecha capital de este híbrido de puño y letra germana y escenificación noir francesa. Novelas policíacas de gran éxito en toda Europa.
Top 3 novelas recomendadas de Jean-Luc Bannalec
El misterio de Pont-Aven
Está claro. Para que una saga funcione y para que su autor se prodigue en continuaciones que alcanzarán pronto su décima entrega (por lo menos en Alemania). El golpe de efecto de esta novela fue parte de la estudiada caracterización del todo, autor y obra y avanza de lector en lector desde una ejecución que compensa lo policíaco más puro centrado en la deducción y lo negro que nos sumerge en la oscuridad del crimen o más bien en la oscuridad de las voluntades capaces de matar por cualquier tipo de interés…
En su retiro desde el gran Paris hasta el remoto pueblo costero de Concarneau, Dupin maldice su destino y rumia el desastre de su degradación, mitad por sus medios de investigación, mitad por el interés de sabe Dios qué poderes soterrados. Pero Concarneau se va preparando como la tormenta perfecta. Cuando Georges Dupin piensa que va a morir de tedio en ese lugar, un cadáver transforma el plácido verano de domingueros y segundas residencias en un nuevo caso a desvelar. La brutalidad del crimen apunta a un instinto vengativo sin mesura. Porque la víctima, un anciano no podía aparecer como una víctima de robo que ofreciera resistencia…
La cosa se enrarece más cuando una nueva víctima aparece como para cerrar un círculo del crimen, un secreto que parece sellarse por completo en las bocas de los habitantes de Pont Aven. Empecemos a suponer, indaguemos junto a Dupin, sorprendámonos con sus métodos, vivamos la tensión de una comunidad cerrada sobre el mal como si fuera justicia…
Desaparición en Trégastel
Jean-Luc Bannalec es a la literatura negra alemana lo que Lorenzo Silva a la española. Ambos comparten edad y en sendos casos se trata de autores cuyas incursiones en el género negro son siempre recibidas con alborozo lector.
En el caso de Jörg Bong, nombre real de Jean-Luc Bannalec, ha sabido construir un personaje singular, el inspector Dupin y conquistar a lectores alemanes y de todo el mundo con unas novelas desbordantes de ese ingenio necesario para abordar la creación de una novela policíaca con los tintes oscuros que marcan el signo de los tiempos de este género.
Ahora llega a España la sexta entrega de una saga siempre recomendable para adentrarse en una fascinante ambientación policíaca con reminiscencias clásicas y esa siempre gustosa impresión de perdurabilidad que las sagas otorgan a tramas y protagonistas.
El inspector Dupin, parisino pero ejerciente en Concarneau y todavía visto como un extraño para los lugareños de una bretaña francesa con una idiosincrasia muy propia, es una especie de nuevo héroe sagaz, hábil y acompañado de un gran equipo con el que deshacer cualquier entuerto.Pero en esta ocasión el caso lo pillará un poco a contrapié…
Dupín está de vacaciones forzadas en Trégastel, pero sabe que el mundo sigue cobijando a las mentes más retorcidas capaces de todo por fines e intereses aviesos. Incluso en esa entrega fatua al descanso, Dupin irá acercándose a pequeños misterios que para nada apuntan a algún aspecto trágico de su vida ociosa. Hasta que aparece el cadaver de turno para devolverlo a una cruda realidad que en parte anhela…
Quizás se trate más bien de que Dupin actúe como un iman para el mal. Un mal que va hilvanándose en torno a su retiro vacacional en un hotel con vistas al mar más tranquilo en cuya calma chicha se intuyen los avisos de la tormenta.
Lo que asoma como un pequeño reto, una investigación secundaria con la que ocupar su tiempo en la conocida costa de Armor francesa, acaba convirtiéndose en un oscuro asunto sobre el que Dupin deberá moverse con pies de plomo, pues no le incumbe para nada en esos días de asueto.
Y las vistas desde la costa de granito rosa hacia el mar se van tornando más oscuras cuando la tormenta por fin va llegando. Y el hotel va adquiriendo un aire sombrío entre personajes que van haciéndose más extraños, como poseedores de secretos inconfesables.
Una novela que fusiona las maravillas de un espacio único con esa dualidad que siempre se despliega sobre todo lo perfecto y que apunta, finalmente, a lo más avieso del mundo del crimen.
Un cadáver en Port du Bélon
Rescato aquí la cuarta entrega. Una trama en la que arrancamos sin saber si tenemos cadáver o no. Porque el aviso de un muerto en Port du Belón parece más un deseo de Dupin para centrarse en algo interesante. Pero hay quien se empeña en asegurar que vió al muerto.
Seguramente se trate de la novela más alejada de la línea general de la saga, con su horizonte en busca del criminal de turno difuminado para convertirse por momentos en una obra de penetración psicológica en el modus vivendi de esta particular zona de la bretaña francesa.
Y, sin embargo, la tensión siempre está ahí, ofreciéndonos destellos de lo que puede haber pasado realmente. Nuestro comisario Dupin nos lleva por su típico mundo de contrastes que despierta extrañas sombras cernidas sobre cualquiera de los personajes intervinientes.
Otros libros recomendables de Jean-Luc Bannalec
Un misterio en Aber Wrac´h
Con su habitual deje nostálgico de los buenos tiempos del género más policíaco, el autor hace una vez más de su inspector Dupin un héroe en la cuerda floja. Porque toda investigación en la que se enfrasca este personaje acaba por ubicarlo en ese extraño alambre donde los buenos policías más sagaces necesitan vivir para desarrollar su labor.
Mientras el verano bretón continúa felizmente en octubre, el sol brilla y las noches son templadas, Labat sufre un duro golpe del destino. Su tía de 89 años fallece en su casa tras sufrir una serie de «presagios de muerte». El inspector, que estaba muy unido a la mujer, cabeza del clan familiar, visita al día siguiente la antigua Abadía de los Ángeles en la que vivía la anciana, y allí es víctima de una brutal agresión.
Conmocionado ante lo ocurrido, el inspector Dupin y su equipo se trasladan al Aber Wrac’h y se hacen cargo de la investigación junto con la comandante Carman de la gendarmería local. La anciana vivía en una extensa propiedad con una plantación de manzanos y un huerto de plantas aromáticas y medicinales en el que encuentran mandrágora, que se descubre como la causa de la muerte de la mujer.
¿Tienen algo que ver con la muerte de la tía de Labat las páginas arrancadas de su cuaderno de avistamientos de aves? ¿Qué secretos esconden los demás miembros de la familia?
Dos muertes en Belle-Île
Mientras la Bretaña vive uno de los meses de agosto más calurosos de su historia, aparece un cadáver sujeto a una boya cerca de Concarneau. Se trata de Patric Provost, un adinerado y despótico empresario de Belle-Île, propietario de tierras, inmuebles e incluso de una explotación de ovejas. Dupin y sus ayudantes averiguan que excepto una, todas las casas de Islonk, una diminuta aldea situada al suroeste de la isla, pertenecían al muerto.
No tardan en descubrir también que la exmujer de Provost, de la que llevaba veinte años separado aunque no estaban divorciados, y la alcaldesa, embarcada en un ambicioso proyecto de energía verde que dotaría de independencia energética al lugar, son las principales beneficiarias de la herencia. Justo entonces tiene lugar un secuestro y aparece otro cadáver.
El comisario Dupin tiene poco más de veinticuatro horas para resolver un nuevo caso antes de asistir a la fiesta que Nolween y sus compañeros han organizado para celebrar sus diez años en la Bretaña.