Las más reconocidas escritoras del siglo XX se orientan necesariamente a la reivindicación feminista en su ámbito cultural, pues la cultura es el ariete para los cambios de cualquier índole. El asalto femenino a la literatura ya venía de atrás, pero aún se debía a la causa de la naturalización de espacios abiertos en todo tipo de círculos sociales.
Taylor Caldwell pasó por el mismo trance de tener que cobijarse en pseudónimos masculinos para ir ganando el refrendo y el prestigio con el que finalmente presentarse como la mujer escritora, indudablemente tan capaz como cualquier otro autor de sexo masculino (suena violento hasta citar la evidencia). Desde Simone de Beauvoir hasta Lucía Berlín, por citar a dos figuras del fin de milenio temáticamente antagónicas, lo femenino en la literatura empujó intensamente hacia la igualdad.
Taylor Caldwell pasó por Marcus Holland o Max Reiner antes de «salir del armario» y revelarse como una escritora que combinaba el género histórico con su gusto por las sagas familiares, esa suerte de derivas particulares que conforman las intrahistorias con las que se acaba moviendo el mundo en cada fase de nuestra evolución (o involución, según como se mire). Y lo cierto es que su prestigio siempre fue en alza.
Para tratarse de una autora volcada en la ficción histórica, sus propuestas narrativas siempre avanzan con un ritmo trepidante, sin caer en la fácil erudición del conocedor de lo narrado o en voluntad adoctrinadora del que busca algo más que contar una historia apasionante en una coyuntura histórica atractiva.
Adentrarse en la obra de Taylor Caldwell siempre supone disfrute de un género histórico que equilibra, como mayor virtud, lo descriptivo y lo ficcionado, en un conjunto que a la postre supone el cribado de paja que muchas veces se echa de menos en este tipo de novelas habitualmente más extensas. Algo así como encontrar el número perfecto de páginas para que cada golpe de lectura nos sumerja con la misma intensidad que lo leído el día anterior.
Top 3 libros recomendados de Taylor Caldwell
Yo, Judas
Mi primer acercamiento a esta autora se debió a esta novela. Los personajes retorcidos y excéntricos de la Historia siempre me han llamado más la atención. Conocer los motivos que conducen al mal ayudan a conocer la naturaleza del ser humano en su más completa dimensión.
Y lo cierto es que disfruté como un enano. Porque de una novela con tintes históricos, siempre esperas la parte de tocho, el desarrollo con un punto de lucimiento del autor investigador. En este libro todo está tan perfectamente integrado que en ningún momento encuentras ese alarde egocéntrico.
Todo lo que se cuenta sirve para la causa del nudo y del fin de la historia. Humanizar a Judas, una ardua tarea emprendida por Taylor bajo la idea de un diario del propio Judas, rescatado desde la ya perdida Biblioteca de Alejandría por un monje egipcio de la antigüedad.
Cuando consideras que lo que conocemos de Judas puede ser un interesado relato tergiversado para buscar un antagonista a la causa cristiana, la lectura adquiere unos tintes épicos en los que necesitas seguir leyendo para conocer la verdad más honda de un personaje fundamental del imaginario cristiano que, de repente, lo trastoca todo…
La leyenda de Atlántida
La capacidad narrativa de Taylor bordea lo imposible cuando se sentencia que su primer borrador fue escrito a sus doce años en una suerte de trance infantil. Nunca se sabe del todo… los mitos y leyendas circundan a personajes variopintos con sus dudas y sus sombras.
Pero… ¿y si fue verdad? ¿y si esa misteriosa cadencia vertiginosa de esta autora se debe a que sus mimbres se levantan desde una infancia en la que la prioridad es contar algo sin atender mucho a las formas? Considerando esa redacción distinta en el género histórico, más ligera e intensa, puede que el mito sea cierto.
La cuestión es que esta novela nos conduce a ese tiempo suspendido en la memoria de las leyendas griegas, ese momento en el que la próspera isla perdida rebosaba vida y desde la cual se gobernaba el mundo.
Médicos de cuerpos y almas
El revisionismo exégeta de los textos sagrados cristianos no quedó detenido en la figura de Judas Iscariote. El evangelista Lucas siempre fue el más desconcertante de los 4 evangelistas.
Los estudiosos citan algunas lagunas entre lo escrito y la investigación sobre el personaje que despiertan dudas. Y ahí donde pueda haber una duda sobre lo sagrado, siempre aparecerá un buen escritor con ganas de abundar en la noción apócrifa de todo lo que rodea al cristianismo.
Pero lo más curioso de esta historia es que no se busca una novela sensacionalista en el sentido de un bestseller revelador que finalmente se queda en gaseosas.
Aquí la cuestión es profundizar en ese misterioso Lucas que parece esconder algún secreto y que finalmente, siguiendo sus pasos vamos desvelando como una nebulosa y magnética leyenda de uno de los primeros médicos.
Definitivamente una apasionada escritora. (+) Cuando empiezas a leer sus obras, quieres acabar de golpe con la lectura; Pero a la vez deseas que no termine el libro.
Las citas históricas en su contenido le dan un toque muy propio de realidad de los personajes.