Don Ricardo Piglia fue el escritor cultivado por excelencia. Un autor que se adentró en la novela con el poso de la madurez y del acopio y el bagaje de todo lo leído. Bajo la combinación de su segundo nombre y su segundo apellido generó su indudable alter ego Emilio Renzi, un escritor enfrentado a multitud de vicisitudes creativas, incluso políticas y esencialmente vitales, sobre el que se vuelca Piglia por momentos hasta con buscada indiferencia por la trama. Porque Piglia es un autor de personajes, de diálogos, de escenarios que sobresalen por encima de cualquier otra intención narrativa.
Así que buscar en Piglia al escritor que nos cuenta una historia más o menos viva, con el habitual dinamismo de una trama convencional puede llevar al desencanto.
Leer a Piglia es disponerse a degustar otro tipo de literatura entre vanguardista y esencial. ¿Qué tan fundamental como conocer a los protagonistas de cualquier historia? ¿Qué de relevante hay en lo narrado más allá de los personajes asomados a variopintos escenarios sobre la existencia, la creación, el arte, la filosofía, los deseos y sueños, la historia, las añoranzas…? Humanidad al fin y al cabo hecha literatura. Y con eso Piglia se basta y se sobra para escribir libros fascinantes.
Después de una primera etapa enfrascado en el universo del relato o de la novela corta, con evocaciones diversas a toda la pléyade de autores devorados por el gran lector, Piglia asaltó la narrativa en gran formato con su novela Respiración artificial en la que Renzi asume esos mandos del autor transmutado al papel.
Pero más allá de esta personalización del autor en la trama, Piglia también nos ofrece novelas policíacas de altos vuelos, impregnadas de esa otra intención hasta pedagógica de su prosa hecha metaliteratura así como brillantes ensayos sobre la literatura hecha respuesta frente a esa oscuridad de la existencia hecha realidad máxima en su ceguera final.
Así que acercarse a Piglia es una de esas experiencias literarias trascendentes que requieren de una base lectora anterior pero que en su profundidad abre caminos a nuevos autores jóvenes como la también argentina Samanta Schweblin.
Top 3 libros recomendados de Ricardo Piglia
Los diarios de Emilio Renzi
La desaparición de un autor reconocido suele traer consigo reediciones y volúmenes que acercan la obra del genio desaparecido a todo lector. Y este es uno de los más acertados casos.
Porque este volumen nos guía hacia esa dualidad literaria, entre mágica y mística, que suponen Ricardo Piglia y Emilio Renzi. Ambos escritores, autores, protagonistas… una confusión de roles que ofrece ese riquísimo universo de la creación, de los detalles que hacen del escritor cronista de lo vivido con una intención de eternidad; con una voluntad testimonial de lo esencialmente humano por encima de los tiempos.
Pocos «alter ego» alcanzan el nivel de compromiso del autor con su obra. Emilio es Ricardo y pasa por las historias de su bibliografía con mayor o menor peso, en cameos o papeles esenciales. Así la obra se hace vida y la vida obra. Vitalismo que salta de un lado al otro del espejo del creador.
Compuesto por «Años de formación», «Los años felices» y «Un día en la vida», la simple titulación ya desprende esa sensación de compendio que lo vertebra todo, de voluntad por exponerse con el brillo en ocasiones demasiado cegador, de la verdad más íntima.
Respiración artificial
Y llegamos a la obra más valorada y la primera de las novelas del autor. Corría el año 1980 y Piglia rondaba esos cuarenta años en los que, en más de una ocasión, he oído que llega la edad idónea para todo escritor.
Algo así como una mitad del camino en la que se tiene el suficiente bagaje vital y en el que se precipitan las inquietudes ante el descubrimiento del reciente del oropel que antaño parecía oro en juventud.
La cuestión es que la novela es también una lectura iniciática hacia el propio Piglia. En esta ópera prima ya surge ese Emilio Renzi encargado de transmitir el mundo de Piglia.
Y sorprende, sobre todo, pese a la clara ubicación temporal, física e histórica de la trama, la capacidad para transformar el detalle en ejemplo universal.
Emilio es un joven escritor que va componiendo entre cartas la historia de una Argentina que acaba escribiéndose sobre un boceto de lo que jamás debiera haber sido, un guion trazado a golpe de las voluntades más aviesas que solo podía derivar en una realidad tan gris como la que le tocó vivir al autor en aquellos finales de los 70.
Plata quemada
Y Piglia también sabe escribir historias trepidantes como esta en la que explora los límites de la moral, el alcance de la corrupción, la demencial tendencia de los más malvados por copar los más altos escalafones de poder… Y, sin embargo… todo tan siniestramente humano.
El lado perverso potenciado por la avaricia y sus ambiciones es capaz de conducir al ser humano hacia la justificación de su violencia. Un furgón es atracado por unos ladrones y desde ese momento
Piglia nos va conduciendo por esa suma de voluntades capaces de violentar el poder, de matar. Solo que los planes entre personajes capaces de todo se van torciendo y en su sanguinario rastro de huida acabarán enfrentados a ese boomerang de ida y vuelta que puede ser esa ambición desmedida.