Los mejores libros de Lars Mytting

Será cuestión de tiempo (poco), que toda la obra de Lars Mytting vaya llegando a las librerías españolas para dar buena cuenta de una bibliografía muy reseñable y que transita entre géneros con gran facilidad, siempre con el poso de un humanismo hacia la introspección pero que acompasa las tramas intensificando cada escenario.

La literatura noruega, más allá de etiquetas del género negro nórdico con grandes representantes actuales como Jo Nesbo, ofrece siempre un rico y variado crisol de creatividad en el que se fuden obras del imprevisible y fascinante Gaarder y el no menos inquietante Karl Ove Knausgård, reinventor de la autobiografía como retrato novelado por entregas.

Y claro, Lars Mytting no les anda a la zaga con sus grandes novelas favorecidas en su difusión por el despegue mundial, allá por 2010 de un libro tan especial como «El libro de la madera».

Aunque la carrera literaria de este autor ya vaticinaba grandes éxitos desde que en 2006 consiguiera convertise en bestseller de su país con el particular devenir de un personaje enfrentado al mundo como Erik Fyksen.

Conforme podamos disponer de nuevas obras de este autor conformaremos el habitual podium de su bibliografía. De momento, vamos abriendo camino…

Libros recomendadas de Lars Mytting

El libro de la madera

¿Quién no se ha acercado alguna vez al tronco de un arbol talado para elucubrar sobre su antigüedad por medio de sus aros concéntricos? Hay algo de atávico proceder en ello. Y de acercamiento a otras épocas de un tiempo que quizas no nos perteneció, considerando la mayor longevidad de muchos árboles perdidos en los bosques…

Bajo estas nociones encontramos en este libro esa sensación de relación elemental, de tiempo en ralentí preocupado únicamente en marcar con aros los pasos entre estaciones, mientras simplemente se respira. El reto para un escritor que se dispone a narrar sobre ese otro transcurrir de la vida es el ser capaz de ofrecer acción, motivos para la lectura, quizás la tensión, las dudas, el misterio.

Cuando esto se consigue surge la magia de ese magnetismo por una literatura que nos habla de nosotros mismos con un ritmo pausado que detiene todo lo demás, tantos y tantos reclamos que nos piden otro ritmo acelerado. Sin dejar de lado un aspecto lírico cargado de simbolismo, en esta novela emprendemos la sencilla tarea de observar a un ser humano de hoy que, sin embargo se somete únicamente a los tempos del ayer, con un detallismo que extrañamiente parece en ocasiones un tutorial sobre las tareas del leñador pero que acaba salpicándonos con esa pasión de las pequeñas cosas.

Lo pequeño es la esencia, lo demás es artificio y vanagloria. Lo elemental del leñador en busca del mejor árbol es profunda sabiduría del entorno, reaprendizaje desde la observación entregada a los sentidos sin trampantojos modernos. Una novela para disfrutar desde una particular sensación de conexión con lo más básico.

Los dieciséis árboles del Somme

En 1916, la región francesa del Somme se bañó de sangre como uno de los más cruentos escenarios de la Primera Guerra Mundial. En 1971 la conocida batalla se cobró sus últimas víctimas. Una pareja saltó por los aires al pisar una granada de ese escenario.

El pasado se manifestaba como un fantasma bélico, como un eco siniestro que reverberaba años después. Lo peor de todo es que la pareja dejó un hijo, que a sus tres años anduvo solitario sin un destino claro, en ningún sentido. Todo aquello solo pudo plasmarse como un vago recuerdo, un velo onírico. Durante los años siguientes en los que Edvard se crió junto a su abuelo Sverre, apenás evocó esa lúgubre circunstancia que marcó su inicio de vida.

Pero en algún momento el pasado siempre acaba visitándonos para bien o para mal, nos ofrece un vistazo rápido en el espejo de lo que fue, y en ocasiones nos deja un reflejo imborrable de facto, y que creíamos que nunca atesoramos. Edvard padece ese efecto reclamo del pasado y se ve empujado a saber más, a conocer más. O al menos a repasar el camino hecho, aquel que te conduce cabizbajo cuando has perdido algo en cualquier trayecto. Volver a Somme en última instancia, tras un periplo en búsqueda de ese pasado evocador que ha despertado con fuerza, casi con fiereza reclamando la entera atención de Edvard, supone un reencuentro con un escenario que todavía tiene mucho que decirle y que aclararle sobre lo que es y lo que pudo ser. En el viaje de Edvard también conocemos intrahistorias de esa Europa tan huérfana como Edvard, un Continente como una suma de hermanos empeñados en la discordia durante toda su existencia.

Sin duda un paralelismo magistral para retroceder en la vida de Edvard, en la verdad de sus progenitores y en la cruda realidad de una Europa que en ocasiones parece haber borrado también su pasado, ese del que aprender y extraer necesarias enseñanzas.

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