Uno de los escritores que mejor encontró el equilibrio entre la forma y el fondo (el ideal de todo escritor para ser capaz de atrapar a lectores exigentes en la riqueza del lenguaje y también a los que se dejan llevar por un buen fondo), fue Gustave Flaubert.
En su juventud, Flaubert bien podÃa representar al joven actual de familia pudiente al que se pretende conducir hacia una formación académica que determinara un futuro prometedor (más aún en aquellos dÃas en los que pocos jóvenes podÃan permitirse el lujo de estudiar).
Pero Flaubert, pese a intentar licenciarse en derecho, tenÃa su mente ocupada por las inquietudes propias del creador latente. La literatura era su camino, pese a que aún no lo tenÃa del todo claro.
De hecho pocas cosas claras aparecen en el camino vital del genial escritor. Nada de una vida urbanita en la que poder medrar como hijo de, ni tampoco relaciones amorosas públicas y notorias, más allá de una tormentosa década de acercamientos y renuncias junto a la poeta Louise Colet.
Vamos, el estereotipo de un inconformista que solo en un ámbito como la literatura pudo encontrar cauce para sus inquietudes y placebo para su sosiego emocional e intelectual.
Y pese a la apariencia inestable y quebradiza de Flaubert, su obra tenÃa ese punto ya anticipado de búsqueda de la perfección, quizás en contraste con su propio mundo en zozobra.
Top 3 novelas recomendadas de Gustave Flaubert
Madame Bovary
Como novela pura, ninguna otra obra se aproxima a la cumbre de El Quijote como esta. La construcción de un personaje tan completo y complejo como Emma Bovary consigue llenar cada escena. Todo gira en torno a Emma y su lucha contra lo predestinado. El pertinaz infortunio se cierne sobre Emma, marcada por las imposiciones de sus tiempos.
Y gracias a ello aparece el fundamento de lo que para Vargas LLosa serÃa el mejor argumento soterrado que mueve una novela, los cuatro grandes rÃos:
- RebeldÃa, la de Emma que la conduce a enfrentarse a la tormenta de sus circunstancias.
- Violencia: la que surge del desencanto, de la imposibilidad de encontrar la felicidad, de la impuesta moral general frente a lo individual.
- Melodrama: Emma, como personaje es un todo. Cuando el lector descubre al personaje total y es capaz de empatizar con él la narrativa se transforma en un melodrama propio que trasciende a la lectura y salpica al alma del lector.
- Sexo: Reconocer la fuerza del relato del sexo salpicando una actividad intelectual como es la lectura supone un binomio infalible no solo para dinamizar una historia sino también para acercar las pulsiones al intelecto.
Emma es quizás el primer gran personaje femenino liberado del ideal que lastraba y limitaba a la mujer.
La tentación de San Antonio
El espÃritu de Flaubert navegaba entre inquietudes desasosegantes, ese tipo de inquietudes que ahora pueden fructificar en algo positivo como que acaban paralizando o alejando del resto del mundo.
Esta novela a medio camino entre la exposición filosófica y la aventura dantesca nos acerca al teatro de lo humano, a la vida como una suma de personajes histriónicos de la nada, a la mano infernal que hace que todo se aproxime al fracaso de la existencia y a la muerte.
La tentación del diablo tiene mucho sentido en este entorno. Ceder al diablo sabiendo que nada en el teatro de la vida puede satisfacerte más es demasiado fácil. No sucumbir a él es solo cuestión de quedar bien con uno mismo y creer que puede haber algo que justifique la penuria, sin remotamente imaginar qué puede ser.
Memorias de un loco
Pese a lo que pueda desprenderse del tÃtulo, este tÃtulo acoge precisamente el ideario hacia la lucidez. Un hombre reestructura su realidad, la descompone.
Cuando consigue deshacerse de su identidad puede por fin vivir su glorioso delirio, un espacio imaginario en el que consigue fama, gloria, sexo y lujos. Un completo loco que lo consigue todo sin padecimiento alguno de su existencia fÃsica abandonada.
Los demás como él lo llaman loco, la realidad quizá sea que los locos son todos los demás, al menos los que no participan de ese mundo fantástico creado y que tiene su reflejo cierto en otros niveles sociales.
Las altas clases sociales son las que en definitiva contemplan a los demás con la seguridad y la completa certidumbre de que andan como locos buscando lo que nunca serán a este lado de la realidad.