Con una apariencia un tanto excéntrica, en torno a la cual ha construído una potente imagen de la escritora creativa e ingeniosa que ciertamente es, Amélie Nothomb se dedica a la literatura con un gran poder diversificador en lo temático.
Una variedad de recursos sumergidos en una estética formal que puede pasar por lo naif, lo alegórico y hasta lo gótico. Esta escritora belga aborda cualquier libro con su natural querencia por la sorpresa y el desencasillamiento obra a obra.
Así que acercarte a Nothomb en alguna de sus novelas nunca va a ser una impresión final sobre el resto de su creación. Y si lo verdaderamente relevante, como ya he defendido en alguna ocasión, es la variedad como fundamento creativo, con Amélie vas a tomar más de dos tazas de desconcierto en un gusto ecléctico por contar la historia que proceda.
No hay que olvidar que Nothomb comparte la vitola de escritora hija de diplomáticos (Isabel Allende, Carmen Posadas, Isabel San Sebastián y otras). Una suma de curiosos ejemplos de escritoras acunadas por su destino viajero que encontraría en la literatura una especie de refugio, una continuidad existencial en esas idas y venidas por medio mundo.
En el caso de Nothomb lo de viajar siguió formando parte de su esencia una vez ya adulta. Y en ese ir y venir ha desarrollado una carrera literaria vertiginosa a los 50 años.
Top 3 mejores libros de Amélie Nothomb
Estupor y temblores
Repasar la vida de uno mismo para escribir ese libro de lo que fuimos puede tener mucho de idealización o de comicidad, según como te pille. Lo de Nothomb tiene mucho de lo segundo. Porque ubicar tu propia vida en escenarios completamente desajustados a tu realidad solo puede desembocar en un relato extrañado, desconcertante, cómico y crítico. Una visión que se hizo en esta novela referente entre el feminismo más cierto y necesario, resiliente por lo de superación que tiene el asunto de no desesperarse a la primera, y épico por lo de que cualquier intento de superación frente a la negación tiene ya de partida.
Esta novela con declarada carga autobiográfica, un éxito impresionante en Francia desde su lanzamiento, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas.
Con estupor y temblores: así es como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él. En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble hándicap de ser a la vez mujer y occidental, extraviada en un hormiguero de burócratas y subyugada, además, por la muy japonesa belleza de su superior directa, con la cual tiene unas relaciones de franca perversidad, sufre una cascada de humillaciones.
Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, jefes sádicos: la joven Amélie empieza en contabilidad, luego pasa a servir cafés, a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un desapego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos… masculinos.
Golpéate el corazón
La vieja, extraña pero notoria compensación natural a todo don. Nadie es bello sin tragedia ni rico sin miserias de otra índole. En la paradoja de existir en plenitud, sobre crestas de olas imposibles y sostenidas, acaban por descubrirse las asfixiantes honduras de todo, como la presión de todo un océano sobre el ser.
Marie, joven belleza de provincias, despierta admiración, se sabe deseada, disfruta siendo el centro de atención y se deja cortejar por el galán más guapo de su entorno. Pero un embarazo imprevisto y una boda precipitada cortan en seco sus devaneos juveniles, y cuando nace su hija Diane vierte sobre ella toda su frialdad, envidia y celos.
Diane crecerá marcada por la carencia de afecto maternal e intentando comprender los motivos de la cruel actitud de su madre hacia ella. Años después, la fascinación por el verso de Alfred de Musset que da origen al título del libro la impulsará a estudiar cardiología en la universidad, donde se topará con una profesora llamada Olivia. Con ella, en la que creerá encontrar la anhelada figura materna, establecerá una ambigua y compleja relación, pero Olivia tiene a su vez una hija, y la historia dará un vuelco inesperado…
Esta es una novela de mujeres. Una narración sobre madres e hijas. Una fábula contemporánea deliciosamente ácida y malévola sobre los celos y la envidia, en la que también asoman otras complejidades de las relaciones humanas: las rivalidades, las manipulaciones, el poder que ejercemos sobre el otro, la necesidad que sentimos de ser amados…
Esta novela, la número veinticinco de Amélie Nothomb, es una muestra pluscuamperfecta de su endiablada inteligencia como narradora, de la perspicacia de su mirada y de la placentera liviandad repleta de secretas cargas de profundidad de su literatura.
Sed
Jesucristo tenía sed y se le daba vinagre. Quizás entonces lo más acertado hubiera sido declamar «Yo soy el agua del mundo», y no la luz… La vida de Jesús, más allá del gran libro de la Biblia, nos ha sido versionado por multitud de autores en literatura y cine, desde JJ Benitez con sus caballos de Troya hasta los Monty Phyton en la vida de Brian. Reverencia o estrépito. Nothomb lo combina todo en una posesión propia del mismísmo Jesús que narra, desde sus palabras, de qué iba eso de su llegada y su resurección.
Una apasionante y nothombiana reelaboración de la Historia Sagrada, reelaborada por una de las escritoras más geniales de nuestro tiempo. El Testamento según Jesucristo. O el Testamento según Amélie Nothomb. La novelista belga se atreve a dar voz al protagonista y es el propio Jesús quien nos narra su Pasión.
Aparecen en estas páginas Poncio Pilatos, los discípulos de Cristo, el traidor Judas, María Magdalena, los milagros, la crucifixión, la muerte y resurrección, las conversaciones de Jesús con su padre divino… Personajes y situaciones de todos conocidos, pero a los que aquí se da una vuelta de tuerca: se nos cuentan con una mirada moderna, un tono lírico y filosófico con toques de humor.
Jesús nos habla del alma y la vida eterna, pero también del cuerpo y del aquí y ahora; de lo trascendental, pero también de lo mundano. Y aflora un personaje visionario y reflexivo que conoce el amor, el deseo, la fe, el dolor, la decepción y la duda. Esta novela reinterpreta y humaniza una figura histórica con una mirada acaso transgresora, tal vez iconoclasta, pero que no busca en absoluto la provocación por la provocación ni el escándalo fácil.
¿Un sacrilegio, una blasfemia? Simplemente literatura, y de la buena, con la fuerza y capacidad de seducción a las que nos tiene bien acostumbrados Amélie Nothomb. Si en algunos libros anteriores la autora jugaba a reelaborar fábulas y antiguos cuentos de hadas con un toque contemporáneo, aquí se atreve ni más ni menos que con la Historia Sagrada. Y su muy humano Jesucristo no dejará indiferente a nadie.
Otros libros recomendados de Amèlie Nothomb
Los aerostatos
A merced del viento pero siempre en espera de la mejor corriente. La voluntad humana es más voluble aún cuando aparenta lo contrario en su asomar a la madurez. La singladura acaba de fijar sus primeras notas y uno no sabe si el horizonte es un destino o un final sin más. Dejarse llevar no es lo mejor, entregarse tampoco. Encontrar a quien te enseña a descubrir es la mejor fortuna.
Ange tiene diecinueve años, vive en Bruselas y estudia filología. Para ganarse algún dinero, decide comenzar a impartir clases particulares de literatura a un adolescente de dieciséis años llamado Pie. Según su despótico padre, el chico es disléxico y tiene problemas de comprensión lectora. Sin embargo, el problema real parece ser que odia los libros tanto como a sus padres. Lo que a él le apasiona son las matemáticas y, por encima de todo, los zepelines.
Ange le va proporcionando lecturas a su alumno, mientras el padre espía clandestinamente las sesiones. De entrada, los libros propuestos no generan más que rechazo en Pie. Pero poco a poco Rojo y negro, La Ilíada, La Odisea, La Princesa de Clèves, El diablo en el cuerpo, La metamorfosis, El idiota… empiezan a surtir efecto y despiertan preguntas e inquietudes.
Y poco a poco, la relación entre la joven maestra y su más joven discípulo se estrecha hasta que el vínculo entre ambos se transforma.
Primera sangre
La figura del padre tiene algo de confesor en última instancia. No hay pecado que finalmente no se debiera liberar con un padre en el fatídico momento del adiós. Nothomb escribe en esta novela su más intensa elegía. Y así la despedida acaba tomando forma de un libro para que cualquiera pueda conocer al padre como el héroe que puede llegar a ser desde su fondo más humano y temeroso.
En la primera página de este libro encontramos a un hombre frente a un pelotón de fusilamiento. Estamos en el Congo, en 1964. Ese hombre, secuestrado por los rebeldes junto con otros mil quinientos occidentales, es el joven cónsul belga en Stanleyville. Se llama Patrick Nothomb y es el futuro padre de la escritora.
Partiendo de esta situación extrema, Amélie Nothomb reconstruye la vida de su padre antes de ese momento. Y lo hace dándole voz. De modo que es el propio Patrick quien narra en primera persona sus peripecias. Y así sabremos de su padre militar, muerto en unas maniobras por la explosión de una mina cuando él era muy pequeño; de su madre desapegada, que lo mandó a vivir con los abuelos; del abuelo poeta y tirano, que vivía ajeno al mundo; de la familia aristocrática, decadente y arruinada, que tenía un castillo; del hambre y las penurias durante la Segunda Guerra Mundial.
Sabremos también de sus lecturas de Rimbaud; de las cartas de amor que escribía para un amigo y que en nombre de la amada respondía la hermana de esta; de los dos verdaderos escritores de las cartas, que acabaron enamorándose y casándose; de su aprensión a la sangre, que podía provocar que se desmayase si veía una gota; de su carrera diplomática… Hasta llegar de nuevo a esos momentos terribles del inicio, en que apartaba la vista para no ver sangre derramada de otros rehenes pero tuvo que mirar a la muerte a los ojos.
En Primera sangre, su novela número treinta, galardonada con el Premio Renaudot en 2021, Amélie Nothomb rinde tributo a su padre, que acababa de fallecer cuando la autora emprendió la escritura de esta obra. Y así reconstruye el origen, la historia de su familia antes de que ella naciera. El resultado es un libro vivaz, intenso, trepidante; dramático a ratos, y muy divertido en otros momentos. Como la vida misma.
Ácido sulfúrico
Una de esas historias distópicas cernidas sobre el presente, sobre nuestro estilo de vida, sobre nuestras costumbres y nuestros referentes culturales. Una cadena de televisión vanguardista encuentra en su programa llamado Concentración el reality que riza el rizo para conseguir atrapar a una audencia abotargada mentalmente, sobreinformada e incapaz de sorpresa frente a estímulo alguno.
Ciudadanos elegidos al azar en su devenir cotidiano por las calles de París van componiendo un elenco de personajes del show más abominable. En comparación con las noticias de televisión reales, en las que vemos en sobremesa cómo el mundo se empeña en destruir todo vestigio de humanidad con nuestra absoluta complacencia, el programa Concentración aborda la idea de acercar lo siniestro a unos telespectadores que ya han naturalizado la violencia y que hasta se deleitan con ella y con su morbo.
Las conciencias más conmovidas levantan la voz frente al programa mientras nos acercamos a personajes como Pannonique o Zdena, con destellos de un amor extraño entre la ignominia y la animadversión vencedoras frente a toda otra forma de entender lo humano.
El crimen del conde Neville
El enfoque de esta novela de Amélie Nothomb, su portada, su sinopsis, me recordó la ambientación del primer Hitchcock. Ese toque esotérico que se deslizaba entre la cosmopolitana vida de ciudades de inicios de siglo XX.
Y lo cierto es que no andaba nada desencaminado en mi interpretación a primera vista. El conde Neville, agobiado por su decadente situación económica, pero firme en su voluntad de mantener las apariencias de opulencia y resplendor aristrocrático, se encuentra con un problema más grave al desaparecer su hija menor.
Sólo el afortunado encuentro de la adolescente con una vidente salvó a la joven de una muerte por hipotermia en mitad del bosque. La escena ya anticipa algo de misterioso, pues la joven ha aparecido acurrucada, como alienada, trastornada por algo que de momento desconocemos…
Mister Henri Neville se dispone a recoger a su hija, pero la vidente previamente le ofrece una gratuita premonición que lo convierte en un futuro asesino durante una fiesta que celebrará en su casa.
La primera idea es asociar ese asesinato futuro con alguien que ha perturbado, violentado a la hija del conde, y puede que el lector esté en lo cierto, la cuestión es que de esta sencilla forma, con una ambientación no exenta de fantasía, ya estás atrapado en lo que haya de ocurrir.
Un punto de misterio, ciertas gotas de terror y el buen hacer de una pluma que muestra a media luz perfiles de personajes y posibles motivaciones para el mal, que adorna las escenas hasta el punto preciso en el que la descripción es un gusto y no una carga, algo fundamental para una novela pensada para mantener la intriga.
Cuando llega el día del Garden party, una conmemoración habitual en el castillo de los Neville, la lectura se lanza a un frenético viaje, deseando alcanzar ese momento en el que el vaticinio se pueda o no cumplir, necesitando saber los motivos del posible homicidio, mientras el conjunto de personajes deambulan misteriosamente por la trama, con una especie de siniestra elegancia de las clases altas.
Riquete el del copete
En su ya prolífica obra, Amélie ha navegado por multitud de corrientes a las que acaba aportando tintes entre lo fantástico y lo existencial, con esa paradójica ligereza que siempre consigue esta mezcla de tendencias supuestamente tan alejadas de la escala creativa.
En Riquete el del copete conocemos a Déodat y a Trémière, dos almas jóvenes llamadas a sublimarse en su mezcla, cual Bella y Bestia de Perrault (Un cuento más conocido en España que el propio título al que hace referencia esta adaptación).
Porque se trata un poco de eso, de trasladar el cuento a la actualidad, transformar la fábula hacia su encaje en nuestra actualidad bastante más sórdida que el melancólico y mágico recuerdo de los cuentos clásicos.
Déodat es la Bestia y Trémière es la Bella. Él, que ya nació con su fealdad y ella, santificada con la más fascinante de las bellezas. Y sin embargo ambos apartados, alejados, marcados por almas incapaces de encajar en un mundo material del que sobresalen por ambos extremos…
Y desde estos dos personajes la autora aborda el siempre interesante tema de la normalidad y la rareza, de la genial excentricidad al borde del abismo y la mediocre normalidad que apacigua el espíritu mientras ningunea al propio alma.
El momento en el que la realidad del mundo irrumpe con fuerza, con su tendencia al etiquetado fácil, a la imagen y a la repudia o la adoración estéticas es ya la infancia y más aún la adolescencia. A través de Déodat y Trémière viviremos esa transición imposible, esa magia de los que se saben distintos y que, en el fondo, pueden abordar desde el riesgo de los extremos atraídos, la felicidad de lo más auténtico.
Me ha encantado » Le fait du prince » . Original.
Muchas gracias, Ana María por tu puntualización. ¡Quién supiera francés!
Creo que no deberían dejar de mencionar Estupores y temblores y la genial Antichrista.