Los 3 mejores libros de Carmen Amoraga

Si hay una autora que aborda en la actualidad la vertiente narrativa más directamente orientada hacia el intimismo, esa es Carmen Amoraga. Aunque curiosamente también son reseñables, en ese gusto por narrar de puertas hacia adentro, sobre amores, desengaños y pérdidas, autores varones como Boris Izaguirre o Maxim Huerta.

En el caso de Carmen Amoraga, para profundizar en esa parcela de lo íntimo, de lo familiar y de las relaciones sociales (desde la parte más humana y considerando el alboroto de nuestros días), esta autora focaliza sus esfuerzos en un protagonismo casi siempre femenino. En todo caso, cualquier tipo de personaje en sus obras se encontrará siempre expuesto a tumba abierta a las aristas del vivir cotidiano.

Precisamente por esa impronta humanista, por ese reflejo de la vida misma en una suerte de hiperrealismo transmutado a las letras, Amoraga ha sido reconocida en diversas ocasiones con algunos de los más prestigiosos y populares galardones.

Top 3 novelas recomendadas de Carmen Amoraga

La vida era eso

El propio título ya invita a considerar una especie de sorpresa o más bien desconcierto con los azares del destino, con la visión de una vida más bien próxima a su fin. Una existencia que ha dejado el gusto amargo de una novela dramática, con sus momentos brillantes pero avocada a la melancolía.

El problema es cuando ese descubrimiento llega de manera anticipada, fulminante como la misma muerte que siega los sueños. Giuliana descubre esa soledad frente al peligro, ante tanto por hacer aún. El ausente William, como pasa con todo lo perdido, cobra la fuerza de una felicidad idealizada junto a él.

Solo la resiliencia como concepto jamás tan eufemístico para el dolor inagotable, puede empujar a seguir con su inercia hacia el placebo del olvido que nunca llega, pero que puede llegar a sugestionar con la idea de que otra vida aún es posible.

Basta con vivir

La sensación de que los trenes pasan no es algo tan ajeno o peregrino. Suele sucederle a todo mortal que en algún momento medita sobre lo que no le salió del todo bien. La perspectiva puede hundirte o hacerte fuerte, todo depende de si eres capaz de extraer algo positivo entre el abatimiento y la desesperanza.

Algo así como una resiliencia sobre tu propia pérdida vital. Pero claro, casos como los de Pepa, la protagonista de esta historia, son esos casos objetivos de pérdida vital. Es humano entregarse en la causa de una madre hundida en la pérdida de su marido, pero la situación puede llegar a ser tan absorbente que acaba por anular al cuidador.

Narrar una vida perdida por esta desgracia extendida de una madre a una hija supone un ahondamiento dramático sin igual. Al final, su madre consigue salir de la depresión, pero su vida parece haberse esfumado en el ínterin de la recuperación de su madre. Si Pepa ha errado o si realmente hizo lo que tuvo que hacer es el dilema que se le presenta a Pepa cuando el nuevo escenario de tiempo sin dedicación a la que entregarse se abre ante ella como una dura encruzijada emocional.

Pero puede que no todo haya sido malo. En esa entrega hacia la recuperación de su madre, Pepa ha aprendido a luchar y tratar de sacar lo poco positivo de una vida lastrada. Por eso, cuando conoce a Crina, una mujer víctima de la trata de blancas, embarazada y anulada completamente por sus opresores, Pepa se entrega en cuerpo y alma a su liberación, frente a todo y contra todos. Y en su nueva obra, en la superación compartida con esa nueva víctima, quizás Pepa acabe liberándose también a sí misma.

Basta con vivir

El tiempo mientras tanto

Nada más relativo que el tiempo, pese a su construcción y su cadencia matemática. La mejor de nuestras horas no dura ni de lejos lo mismo que la peor hora en espera de una fatal noticia.

En esta novela el tiempo se configura desde las vidas de unos personajes que penden de él como títeres, como hacemos todos al fin y al cabo. Nada más temible que un mal instante que empiece a ralentizar los segundos de dolor o que precipite lo que quedaba por vivir justo antes de saber que no era tanto como pensábamos.

Desde María José hasta su madre, con su particularísima interacción cargada de esa extraña sensación de necesidad de liberación y de dependencia extrema, pasando por amistades también hechas nucleares e intervenciones como cameos de esas personas que se cruzan en nuestro camino con su trascedental papel. Una novela intensa sobre la emoción fundamental, la esencia del aprendizaje de vivir.
El tiempo mientras tanto
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