La coreana Sohn (abreviando para no provocar dislexias sobrevenidas) es una experta en la narrativa más radical. No por sus extremos en lo argumental sino por su brillante empeño en lo más etimológico del indicado término «radical», o sea, la raiz de nuestro ser.
Emociones de ida y vuelta, alcanzando ambos extremos para convertirse en algo antagónico. La forma en que somos, cargando con nuestras contradicciones, tiene mucho que ver con aquello de los polos opuestos y la sensación de que si vamos un poco más allá, estamos de vuelta, como el mundo mismo.
Sohn mientras tanto se encarga de señalarlos el camino con una obra que sin duda tomará nuevos derroteros en algún momento. Pero que de momento abunda en esa perspectiva fresca de lo emocional como un trazado paralelo que muy de vez en cuando, y sorpresivamente, traza una línea tangencial, para bien o para mal, y se cruza en nuestro camino dejándonos inermes como ante un gran terremoto.
Top libros recomendados de Won-Pyung Sohn
Almendra
En la literatura nos sorprenden esos personajes periféricos, atípicos, excéntricos. Protagonistas que pueden ir desde El Quijote hasta Dorian Gray, Holden Caulfield o hasta Dante. Aunque en el caso de Yuntae la cosa apunta más al Jean Baptiste Grenouille de El perfume. Porque se trata de un tipo anómalo entregado a la causa de enseñarnos cuánto de extraños y anómalos somos todos los demás que nos refugiamos en la medianía, en la supuesta normalidad.
Yunjae tiene dieciséis años, está en la edad de las emociones desbordadas, el amor y la rabia. Pero las amígdalas de su cerebro son pequeñas, más pequeñas que una almendra y, como consecuencia, Yunjae es incapaz de sentir nada.
Educado por su madre y su abuela, aprende a identificar las emociones de los demás y a fingir estados de ánimo para no destacar en un mundo que pronto lo tachará de extraño. «Si tu interlocutor llora, tú entrecierra los ojos, baja la cabeza y dale una suave palmada en la espalda», le dice su madre. Así construye una aparente normalidad que se hace trizas el día en que un psicópata ataca a ambas mujeres en la calle. Desde entonces, Yunjae debe aprender a vivir solo, sin deseo de derramar una lágrima, sin tristeza ni miedo ni felicidad.
A Yunjae le tienden la mano personas improbables: un antiguo amigo de su madre, una chica capaz de romper certezas e incluso un abusón con más afinidad de la esperada. Los tres quebrarán la soledad del protagonista de Almendra.
El impulso
Asomados al abismo de la existencia, todo lo que aparece abajo es un difuso aviso de derrota. Algo tan magnético, una vez ascendido el duro camino hacia la perdición, que pocos suicidas dejan de serlo. El empujocito necesario se lo puede dar uno mismo, hacia que lado sea finalmente no cabe duda de que marcará siempre un punto de inflexión. La cuestión es atreverse a cambiar la apuesta en ese último instante…
Andrea Kim Seong-gon es un fracasado. En los negocios, en lo familiar, en lo económico. Ni siquiera cuando toma la decisión de suicidarse tiene éxito. Pero es entonces, desde lo más hondo del abismo, que se obsesiona con algo nimio: cambiar su postura corporal. Lo que Seong-gon no sabe es que este pequeño gesto pondrá en marcha una serie de cambios que renovarán por completo su vida.
El impulso es, en muchos sentidos, una extensión de Almendra, la primera novela de Won-Pyung Sohn. Si Almendra era la historia de un niño incapaz de sentir, que aprende con esfuerzo a comunicarse con quienes le rodean, El impulso narra el proceso de transformación de un hombre que ha perdido la capacidad de emocionarse, pero que trata de recuperarla.
Tocar fondo es solo el primer paso para salir a la superfície.