Llegamos hasta uno de los más venerados veteranos de las letras francesa. Un narrador que transmuta la realidad espejándola en la ficción. Acontecimientos reales entre conflictos bélicos o sucesos cargados de matices, dobleces y otros aspectos que Chalandon no pasa por alto para componer novelas con ese poso de realismo absoluto. Solo que la cuestión es abordarlo dese intrahistorias que enriquecen la visión de cualquier acontecimiento.
Con un punto noir, a lo Pierre Lemaitre (no queda otra cuando uno se pone a narrar desde lo cierto, desde ese mismo espacio de lo reconocible de la sociedad actual), Chalandon va más allá y recupera escenarios por completo reales para complementarlas con esa intención transformadora que aborda siempre la literatura por encima de la simple crónica. Aventuras que visitar con la conciencia de que nos vamos a introducir en los motivos más hondos, en los más que posibles mecanismos que estriban en las consecuencias…
La vena periodística de Chalandon queda así como un recurso latente. Hasta que el escritor se desata, se desquita de la labor periodística más pura y acaba por plantearnos diversos focos desde los que contemplar sus historias plagadas de personajes reales y de hechos mostrados con su más fascinante complejidad.
Top 3 novelas recomendadas de Sorj Chalandon
Regreso a Killybegs
Una novela que pivota en torno a un personaje como Tyrone y sus circunstancias. El habitual inicio en una juventud como punto de inflexión hacia la disrupción vital. Una trama de connotaciones muy reales que nos lleva hasta le conflicto social entre nacionalismos y desencantos sociales. Aunque a la postre todo tiene ese punto de revisión por parte del personaje de sus propias acciones. Hasta dónde tienen justificación años después o donde fue todo un despropósito.
«Ahora que todo se ha descubierto, van a hablar por mí. El IRA, los británicos, mi familia, mis allegados, periodistas que ni siquiera he conocido. Algunos tendrán la osadía de explicar el porqué y el cómo de mi traición. A lo mejor se escribirán libros sobre mí: me da rabia solo pensarlo. No presten atención a nada de lo que digan.
No se fíen de mis enemigos, y mucho menos de mis amigos. Aléjense de aquellos que dicen haberme conocido. Nadie ha estado en mis entrañas, nadie. Si hablo ahora es porque soy el único que puede decir la verdad. Porque después de mí, espero el silencio».

Hijo de un bastardo
Las mágicas coincidencias narrativas que amplían el foco desde un hecho hasta todo su complejo entramado. Tampoco se trata de justificar al nazi. Es más bien cosa de equipara con otros tipos de rupturas siniestras, de sucesos que concentran el dolor, el odio y la mentira en una sola existencia. Quizás para padecer en mayor medida todo ese miedo disperso que supuso el nazismo.
Mientras cubre como periodista el juicio de Klaus Barbie en Lyon, un criminal nazi apresado décadas después en Bolivia, el narrador también descubrirá la verdad sobre el papel de su padre psicótico durante la Segunda Guerra Mundial.
La única referencia al pasado de su progenitor era aquello que le decía su abuelo, que el narrador era «el hijo de un traidor, de un bastardo, de un malnacido». Al ahondar en su investigación descubre que su padre acabó vistiendo cuatro uniformes diferentes, desde el de la Resistencia hasta el nazi, y que esta increíble historia no hace más que confirmarle la locura de un hombre que ha sido siempre un mitómano y un manipulador.
Cuando Klaus Barbie entra en la sala, el protagonista está sentado en las filas de la prensa y su padre, en medio del público. No se trata de un juicio que acaba de empezar, sino de dos. Barbie tendrá que responder por sus crímenes. El padre, por sus mentiras.

El día antes
Una de sus obras con intención más cronística sobre unos hechos concretos. Y a la vez sondeos hacia una narrativa más completa en busca de esa noción subjetiva que trasciende al mero testimonio y ahonda en causas y consecuencias del desastre.
El 27 de diciembre de 1974 perdieron la vida 42 trabajadores en el pozo Saint-Amé, en la cuenca minera del Paso de Calais. Michel Flavent, el narrador de esta novela, nos explica que Joseph, su hermano menor, resultó fatalmente herido y murió poco después. Tras la tragedia, Michel abandonó el Norte de Francia para instalarse en París.
Ahora siente la necesidad de contarnos su obsesión por el accidente, su convencimiento de que todo podría haberse evitado. Y también nos confiesa cómo sus deseos de justicia fueron desembocando, con el tiempo, en sed de venganza. Una sed tan insaciable que ni siquiera pudo sustraerse de ella cuando otros hechos graves acecharon a la familia. Ha necesitado cuarenta años para regresar al lugar y castigar a los culpables.
