Puestos a escribir, cuando uno ha leído tanto como Jorge Comensal, nunca debe ser fácil suscribirse a un género, afiliarse a un estilo o entregarse a la tarea de abundar en lo ya tratado. Por eso lo de Jorge Comensal no es ni tan siquiera vanguardia. Jorge escribe para él después de haberse cepillado todo tipo de lecturas.
La cuestión es que la lectura, como aprendizaje para el escritor, destaca en Comensal como agua desbordada en el manantial de la literatura. No se trata de ofrecer novelas sofisticadas en forma ni complejas en fondo. Es más bien atreverse con lo inesperado en la forma y desnudar sin tapujos a los personajes en el fondo.
Así va pariendo este escritor mexicano una buena selección de historias que ya quisiera su compatriota Juan Rulfo para su maravillosa pero escueta producción literaria. Aunque en ocasiones vale más redondear hasta lo inaccesible unos cuantos libros que extenderse hasta lo agotador en una bibliografía inabordable. Lo de Comensal no sabemos por dónde romperá. Mientras tanto podemos disfrutar de sus historias cargadas de vitalismo en todas sus posibilidades y acepciones.
Top 3 libros recomendados de Jorge Comensal
Este vacío que hierve
Todo científico esconde un filósofo frustrado. Porque los números y sus fórmulas pueden explicarlo casi todo. Mientras que la metafísica o la epistemología no aclaran una mierda de lo que pasa en la vida. Más vale entregarse a la física que a la lógica…
Karina tiene veinticinco años, es física y trabaja en una teoría cuántica de la gravedad. La noche del 15 de septiembre de 2030 encuentra a su abuela inconsciente en el piso de su departamento, inexplicablemente ebria. Al volver en sí, Rebeca confunde a su nieta con un fantasma del pasado y le revela, a medias, un secreto perturbador sobre la muerte de sus padres, ocurrida dieciocho años atrás.
La indiscreción de Rebeca parece relacionada con el reciente incendio del Bosque de Chapultepec; las llamas arrasaron el Panteón Dolores, donde están enterrados los padres de Karina, y ocasionaron la muerte de casi todos los animales del zoológico, lo que detona un movimiento animalista inusitado en la ciudad. Con la ayuda de Silverio, un astuto y temerario vigilante del panteón, Karina se asomará a la verdad oculta bajo la tierra.
En Este vacío que hierve el tiempo avanza y retrocede, se expande y se contrae, para tejer un relato de suspenso fractal. Un misterio recalcitrante constituye el centro de gravedad en torno al cual orbitan temas fundamentales de nuestra realidad como la crisis ambiental, los conflictos familiares, las adicciones, el fanatismo y el vínculo de la humanidad con los demás seres que habitan el planeta.
Las mutaciones
La afonía tiene su punto a favor para una convivencia más amable. Ya sea que lo sufras tú o tu pareja, unos días de silencio vienen que ni pintados. La metáfora o la analogía que pueden desprenderse de la mudez hacia la nula resolución del diálogo es lo que asustan, a la postre.
De ahí que Comensal conduzca esta historia con sensaciones contradictorias. El que calla no otorga. Y si los demás no se ponen al día con el lenguaje de signos, poco puedes hacer para demostrarlo. La última esperanza es un loro. Claro, con los animales siempre se puede dialogar…
Ramón Martínez es un abogado de éxito, un ateo convencido y un padre de familia como otro cualquiera. Pero todo cambia el día que Ramón tiene que ser operado y pierde la lengua ―y con ella la capacidad de hablar― y comienza para él una silenciosa tragicomedia.
Carmela, la mujer de Ramón, comenzará a tener discusiones diarias con un marido que no puede contestarle; Paulina y Mateo, sus hijos adolescentes, tendrán que afrontar la nueva situación mientras lidian con sus propias obsesiones (la obesidad y el onanismo). Elodia, la asistenta supersticiosa, busca una cura milagrosa para su jefe, que acude a terapia con Teresa, una psicoanalista, que cultiva marihuana en su ático.
En medio de todo este barullo, Benito es el nuevo miembro de la familia: un loro de una especie en peligro de extinción con el que, paradójicamente, Ramón se comunica mejor que con sus seres queridos y que es capaz de blasfemar y gritar todo lo que Ramón no puede.
Contada con un humor tierno y a veces un poco negro, esta tragicomedia nos muestra una familia como todas: con su día a día, con sus problemas, con su dosis de amor y de risas, y también, como en la vida misma, con su dosis de mala suerte y de lágrimas. Y con un loro.
Yonquis de las letras
Hay que asumirlo. Leer no siempre dota de una mayor capacidad de discernimiento, de mayor empatía o de más fácil capacidad de síntesis. Según quien lea, qué lea y cómo lea, la cosa puede ser catastrófica. En el mejor (y en la mayoría) de los casos se tratará de una catástrofe amable y hasta necesaria para el orden establecido para borregos y demás. Pero en las peores manos la cosa se enrevesa…
La historia de la lectura está plagada de sobredosis: san Pablo, don Quijote, sor Juana, Emma Bovary, Adolf Hitler. He reunido decenas de casos en un cuaderno que no verteré aquí exhaustivamente para evitar que este ensayo se convierta en un gabinete de curiosidades. Quiero, como todos los que venimos siguiendo los pasos de Montaigne, darme a entender a mí mismo —el ensayo como acto de narcisismo caníbal—. ¿Por qué aspiro a leerlo todo? Aquí busco una respuesta que tal vez sirva de espejo para otros lectores insaciables, compulsivos.