La vena dramatúrgica de Nell Leyshon desbordó naturalmente hacia una novelÃstica con ese punto de vidas guionizadas para ser expuestas sobre tablas hechas papel.
Intimismo con pretensiones culminadas; inmortalidad esencial que impregna las cosas, las estancias, los caminos y senderos de alguna campiña inglesa. La vida es básicamente ese escenario por donde los personajes se mueven, declaman, sobreactúan si toca y viven en última instancia el ensayo general. Justo antes de una obra que jamás se interpretará, como insinúan las novelas de Milan Kundera.
Personajes precisamente tangibles, plenos de tacto. Pero también postreramente sentidos en su versión de almas y sombras que habitan los lugares que aún no han sido devorados por el futuro. Con ese deje de melancolÃa que tiene todo lo decadente, si se analiza frÃamente el valor de cualquier destino humano perecedero.
Por eso, la cuestión, el empeño por dotar de una existencia con poso, solo se consigue en la literatura sea cual sea su forma. Y poco se puede inmortalizar lo meramente cronÃstico. Queda lo intrahistórico, el devenir de los personajes en la época que proceda. Escribir sobre el pasado es revivir para siempre voces acalladas. Esa es la misión de Nell Leyshon y a fe que lo consigue en cada uno de sus libros…
Top 3 novelas recomendadas de Nell Leyshon
Del color de la leche
Hay quien existe y quien vive. De quien solo existe no se pueden contar grandes historias. Los que viven, por el contrario, aportan ese punto homérico que nos asoma a tragedias donde se forjan pequeños grandes héroes en busca de su regreso al hogar, si es que hay hogar, o al descubrimiento de alguna nueva Itaca, si es que hay Itaca.
Elias Canetti escribió que en las escasas ocasiones en que las personas logran liberarse de las cadenas que las atan suelen, inmediatamente después, quedar sujetas a otras nuevas. Mary, una niña de quince años que vive con su familia en una granja de la Inglaterra rural de 1830, tiene el pelo del color de la leche y nació con un defecto fÃsico en una pierna, pero logra escapar momentáneamente de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para cuidar a la mujer del vicario, que está enferma. Entonces, tiene la oportunidad de aprender a leer y escribir, de dejar de ver «sólo un montón de rayas negras» en los libros. Sin embargo, conforme deja el mundo de las sombras, descubre que las luces pueden resultar incluso más cegadoras, por eso, a Mary sólo le queda el poder de contar su historia para tratar de encontrar sosiego en la palabra escrita.
En Del color de la leche, Nell Leyshon ha recreado con una belleza trágica un microcosmos apabullante, poblado de personajes como el padre de Mary, que maldice a la vida por no darle hijos varones; el abuelo, que se finge enfermo para ver a su querida Mary una vez más; Edna, la criada del vicario que guarda tres sudarios bajo la cama, uno para ella, y los otros para un marido y un hijo que no tiene; todo ello, enmarcado por un entorno bucólico que fluye al compás de las estaciones y las labores de la granja, que cobra vida con una inocencia desgarradora gracias al empeño de Mary de dejar un testimonio escrito del destino adquirido, al cual ya no tiene la posibilidad de renunciar.
El bosque
Hay un extraño y hasta siniestro contraste en esos robos de la infancia que suceden por doquier. Puede ser un simple ejercicio de animadversión desde la visión de otros niños; o una guerra que arrasa con todo. La cuestión es abordar la paradójica situación y enfrentarnos a esa niñez incapaz de encontrarse en el espejo de sus circunstancias. EmpatÃa desde las entrañas para recuperar vestigios de humanidad, si es que nos queda.
En una Varsovia ocupada por el ejército alemán, el pequeño PaweÅ‚ –imaginativo, curioso e impresionable– crece protegido en el ambiente familiar de su hogar, rodeado de mujeres: su abuela materna, su tÃa Joanna y, sobre todo, su madre Zofia, una mujer dividida entre el amor a su hijo y el pesar por la pérdida de independencia que la maternidad le impone, alejándola de su chelo, de sus añoradas lecturas y, en definitiva, de su yo más Ãntimo.
Para Paweł, ese hogar es su mundo, y está a punto de perderlo. Una noche, su padre, miembro de la resistencia, lleva a casa a un piloto británico herido de gravedad, lo que desencadena una serie de acontecimientos que obligarán a madre e hijo a huir y esconderse en el bosque.
La escuela de canto
Inglaterra, 1573. Los dÃas de la pequeña Ellyn transcurren trabajando de sol a sol en la humilde granja de su familia, paleando las heces de los animales y recibiendo los menosprecios y los golpes de su hermano Tomas. Desde que su padre quedara inválido en un accidente, y más ahora que una nueva hermanita, Agnes, ha llegado a ese mundo de miseria y privaciones, todos han de deslomarse aún más para asegurar el sustento.
En esa atmósfera de brutalidad, fatiga e inmundicia, la única alegrÃa de Ellyn es Agnes, a quien la une un vÃnculo muy especial. Todo dará un vuelco inesperado el dÃa en que Ellyn acude al mercado y, empujada por la curiosidad, entra en una iglesia vacÃa en la que oye un canto como jamás habÃa oÃdo antes, un canto que la estremece, que la hace flotar.
Desde ese preciso instante comienza a crecer en su interior un poderoso deseo: ingresar en la escuela de canto, donde los jóvenes caballeros aprenden a cantar, pero también a leer y escribir, un lugar donde nunca se pasa hambre y al que sin embargo las niñas tienen vedado el acceso. La determinación por cumplir su sueño llevará a Ellyn a rebelarse y hacerse pasar por un chico, pero ¿cuánto tiempo podrá mantener el engaño? ¿Cuánto podrá soportar esos grilletes impuestos a la verdad de su cuerpo?
Escrita con un formidable talento para reflejar el habla de una niña criada en un entorno rural y transmitir con ese lenguaje tan personal una energÃa, una libertad y una visión de las cosas de enorme aliento poético, La escuela de canto narra el camino sin vuelta atrás de una chica analfabeta que descubre que el mundo es mucho más vasto de lo que jamás hubiera sospechado, un mundo bello e injusto en el que un don puede llevarte muy lejos y los prejuicios te condenan de por vida; un mundo que es preciso cambiar, sea como sea, para legárselo a aquellos a quienes más amamos.