Los 3 mejores libros de Irene Solà

Irene Solà es una escritora catalana que irrumpe con fuerza desde una narrativa colorista, luminosa, hasta impresionista. Mosaicos de vidas cargadas de matices desde imaginarios que nos alcanzan por sus personajes empeñados en hacer de sus vivencias esa trascendencia de lo cotidiano que suspende sus escenas como imágenes de fuerza simbólica.

Pero seguramente esto sea así desde la simple intención de escribir, de contar historias, de descubrir ese imaginario de la autora como un muestrario del hacedor de vidas que siempre es un escritor. También tendrá parte de «culpa» en sus historias una querencia por lo lírico, vertiente poética en la que ya no entramos pero que sin duda transmuta desde poemarios hasta obras en prosa. Porque esta autora se maneja extraordinariamente bien en ambos géneros, a tenor de lo visto en sus novelas y de lo altamente valorado por la crítica en sus versos.

En ultima instancia todo queda en manos de sus personajes. Porque son ellos lo que lo mueven todo desde sus impresiones, sus reflexiones, sus visiones del mundo que les toca con ese componente subjetivo que transforman la realidad o que más bien la hacen cierta, tangible, absolutamente humana.

Top 3 novelas recomendadas de Irene Solà

Canto yo y la montaña baila

Por momentos crónica de un pequeño espacio hecho epicentro de la existencia. Algunos instantes mezcla de fábula. Siempre una composición sinfónica que apunta a lo bubólico con los pies aferrados al terruño con su dureza y sus asperezas que van desde lo climático hasta lo ideológico.

Primero llegan la tormenta y el rayo y la muerte de Domènec, el campesino poeta. Luego, Dolceta, que no puede parar de reír mientras cuenta las historias de las cuatro mujeres a las que colgaron por brujas. Sió, que tiene que criar sola a Mia e Hilari ahí arriba en Matavaques. Y las trompetas de los muertos, que, con su sombrero negro y apetitoso, anuncian la inmutabilidad del ciclo de la vida.

Canto yo y la montaña baila es una novela en la que toman la palabra mujeres y hombres, fantasmas y mujeres de agua, nubes y setas, perros y corzos que habitan entre Camprodon y Prats de Molló, en los Pirineos. Una zona de alta montaña y de frontera que, más allá de la leyenda, conserva la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, de persecuciones guiadas por la ignorancia y el fanatismo, de guerras fratricidas, pero que encarna también una belleza a la que no le hacen falta muchos adjetivos. Un terreno fértil para liberar la imaginación y el pensamiento, las ganas de hablar y de contar historias. Un lugar, quizás, para empezar de nuevo y encontrar cierta redención.

Canto yo y la montaña baila

Te di ojos y miraste las tinieblas

Irene hace del espacio reducido universo. Una masía desde la que se podrá observar el cosmos en la cúpula nocturna hasta que el amanecer vuelve a devolvernos al mundo de las pequeñas cosas que también brillan como astros perdidos con un aspecto de singularidad insospechada.

​Escondida entre riscos lejanos, en algún remoto lugar de las Guillerías transitado por cazadores de lobos, bandoleros, emboscados, carlistas, hechiceras, maquis, pilotos de rally, fantasmas, bestias y demonios, la masía Clavell se agarra al suelo como una garrapata. Es una casa, sobre todo, habitada por mujeres, y donde un solo día contiene siglos de recuerdos. Los de Joana, que para encontrar marido hizo un pacto que inauguró una progenie aparentemente maldita.

Los de Bernadeta, a quien le faltan las pestañas y, de tanta agua de tomillo que le vertieron en los ojos cuando era una niña, acabó por ver lo que no debía. Los de Margarida, que en vez de un corazón entero tiene uno de tres cuartos, rabioso. O los de Blanca, que nació sin lengua, con la boca como un nido vacío, y no habla, solo observa. Estas mujeres, y más, hoy preparan una fiesta.

Te di ojos y miraste las tinieblas

Los diques

En algún momento escribí un conjunto de leyendas. Y sin quererlo todas partían de un escenario rural, del pueblo en el que pasé infancia y paraíso. Los cuentos se cargan de vivencias. Y para los que teníamos un pueblo a donde ir el asunto se engarza con lo atávico, con lo esencialmente humano antes de la ciudad y su alienación.

Ada regresa a su pueblo después de una estancia de tres años en Londres. Durante los largos meses de verano que siguen a ese retorno, se van produciendo los reencuentros con familia, amigos y un antiguo amor. Y también con el propio pueblo, ese lugar que la vio crecer. Con la intención de recuperar ese pequeño universo del que se había alejado, Ada empieza a inventar relatos en torno a todos ellos.

Esta es por tanto la historia de Ada y la historia de las historias de Ada. Esta es una novela hecha de una sucesión de relatos. Este es un libro hecho de la suma de pequeñas narraciones que componen el mosaico de un universo íntimo y compartido.

Valorar post

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.