Los 3 mejores libros de Hwang Sok Yong

La literatura da testimonio de las más jugosas intrahistorias en todo devenir histórico marcado por los avatares geopolíticos de turno. La Corea actual sobrevive partida en dos por obra y gracia de una Guerra Fría de la que pudo escapar en el 89 Alemania pero que mantiene su particular telón de acero en esta península asiática.

Particularidades que un autor veterano como Hwang Sok-Yong puede atestiguar desde su literatura comprometida con esa idea de hacer llegar el mensaje a cualquier otra zona del mundo no tan alcanzada por los influjos continentales de China y Rusia. Y es que quizás si Corea volviera a unificarse podría decirse que aquella guerra inacabada, de manera subyacente tras la II Guerra Mundial, por fin cerrada su último capítulo. Por supuesto, sin significar que nuevas tensiones actuales vinieran a resolverse. La cuestión en lo estrictamente literario es que ese punto romántico de la reunificación como una reconciliación y recuperación lo que naturalmente une tanto a los habitantes a uno y otro lado, componen en este autor un fondo recurrente de apasionantes relatos.

Porque Sok-Yong se recrea con ese encanto melancólico. Además de la franca intención de llegarnos como un narrador en la encrucijada entre sus motivaciones literarias más hondas y el imperativo de la conciencia por entregarse a transmitir lo que ocurre en este país de almas y corazones partidos entre el imperio nipón que antaño los ocupó y las costas chinas donde esperaban nuevos enemigos encubiertos. Un país en constante encrucijada que necesitaba a un autor como Sok-Yong, cargado con sus armas del realismo más concienciador en espera de resolución.

Top 3 novelas recomendadas de Hwang Sok-Yong

Todas las cosas de nuestra vida

Sok-Yong participa de ese punto entrañable sobre los personajes desfavorecidos que intervienen como fiel reflejo de la cruda realidad. Jeongho tiene catorce años y mirada felina. Lo llaman Ojos Saltones. La escasez de ingresos de su madre les obliga a ambos a trasladarse a Nanjido, la Isla de las Flores, un inmenso vertedero al oeste de Seúl donde las orquídeas cedieron lugar a la basura y millares de personas malviven en chabolas engarzadas a las montañas de desperdicios. Una sociedad muy jerarquizada y codificada en la que todo, desde el trabajo a la ropa y la manutención, proviene del vertedero, y gana más quien consigue posicionarse mejor en la recuperación de la basura.

Ojos Saltones encuentra en Trasquilón, un niño medio calvo, a un amigo que le irá mostrando los secretos de tan sórdido y nauseabundo lugar, donde el alcohol, el juego y la violencia son cotidianos. De la mano de Trasquilón y de una pandilla de jóvenes marginados acudirá al encuentro de los espíritus de los antiguos moradores cuando el lugar era un fértil terreno de cultivo donde se rendía culto a las tradiciones chamánicas. Un mundo invisible donde reina tanta harmonía como falta en el real.

Ambientada en la Corea del despegue económico de los años setenta, marcada por la modernización deshumanizada y sin escrúpulos, Hwang Sok-yong nos descubre la otra cara del progreso, la de los marginados y excluidos, la de los desechos humanos que viven de los desechos de la sociedad de consumo. Hwang Sok-yong combina realidad, ficción y fantasía en una novela de tintes dickensianos que, pese a la dureza de la vida que describe, emana lirismo, emociones y buenas dosis de humor. Una novela optimista y esperanzadora que resalta la belleza de vivir, incluso en ambientes que no animan a ello.

Bari, la princesa abandonada

El realismo de Sok Yong también se deja empapar por lo legendario, lo mítico. Porque la realidad misma también se estructura en torno a imaginarios salpicados de costumbres que transmiten lo fantástico. El extraño arraigo entre la cruda cotidianeidad y la necesaria imaginación para sobrellevar la existencia conforman en esta historia un fascinante relato de esa heroicidad cotidiana con la que se desenvuelven quienes sobreviven a las circunstancias impuestas desde el poder más desconsiderado con el pueblo.

Cheong Jin, Corea del Norte. Una niña, la séptima hija de la familia de un funcionario, es abandonada al poco de nacer por no ser varón. Rescatada por la abuela, le da el nombre de Bari, como la princesa de una antigua leyenda que sufrió el mismo destino y viajó a los confines de la tierra en busca de un elixir que trajera paz y sosiego a las almas de los vivos y de los muertos.

Las arbitrariedades del régimen comunista y la hambruna desmiembran la familia. A Bari no le queda más remedio que cruzar el río Duman y huir a China, donde el futuro no es más halagüeño. Tras una serie de dramáticas peripecias, termina su odisea en Londres, donde, inmigrante clandestina, demasiado joven para ser prostituida, tendrá que emprender una nueva vida en una sociedad extraña en la que confluyen gentes, lenguas y credos de todo el mundo. Sus poderes premonitorios, heredados de su abuela, para detectar el dolor y las pesadillas de los demás, la ayudarán como a la princesa legendaria en su viaje al más allá para obtener la redención del espíritu. «Bari.

La princesa abandonada» es una novela de aprendizaje, sobre las penurias del exilio, la soledad de la emigración, el choque de culturas, la intolerancia política y religiosa, la explotación humana…, sobre las miserias y los males de nuestros días. Hwang Sok-yong, como en algunas de sus anteriores obras, ha adaptado a nuestros tiempos una vieja leyenda coreana que, en este caso, destaca un elemento fundamental de su cultura tradicional como es la importancia de lo sobrenatural y la relación de lo femenino con el más allá. El resultado es una novela de una extrema belleza y sensibilidad, entrañable, en la que lo mágico, lo onírico y la realidad se entrecruzan con total armonía, haciendo de lo sobrenatural algo totalmente natural.

Al atardecer

Hay bastante de contradicción en la visión del personaje crítico que acaba por ser escuchado. Ese a quienes se le recibe en los mejores foros para que relate lo que ocurre en cualquier rincón del mundo. Porque una vez llegados a ese nivel se puede acabar cayendo en la trampa de disfrazarse entre palabras que levantan la crítica sin eco, sin reverberación entre conciencias huecas. Puede que Sok-yong sea consciente de ese planteamiento y vía literatura siempre regresa a los lugares donde ocurren las injusticias que deben ser narradas para todos.

Al terminar la conferencia, una joven se acerca a Minwoo Park, director de un gran estudio de arquitectura, y le entrega una nota, con un nombre y un número de teléfono. La joven es Woohee Jeong, una directora de teatro que vive en un semisótano mohoso, quien para llegar a fin de mes trabaja todas las noches en un supermercado y se alimenta de la comida caducada que tendría que tirar.

En el crepúsculo de su vida, Minwoo Park tiene la satisfacción de haber triunfado, contribuyendo a la modernización de su país, a pesar de haber nacido en la pobreza. Pero, con la nota, reaparecen los recuerdos del pasado, invitándole a sumergirse en un mundo que había olvidado. Se ve forzado entonces a interrogarse sobre la corrupción que reina en el ámbito de la construcción, su propia responsabilidad en el afeamiento del paisaje urbano y la violencia ejercida contra los expropiados. Hwang Sok-yong es uno de los escritores más famosos de Corea del Sur, muy sensibilizado con la problemática social y política de su país, lo que le ha valido la cárcel y el exilio.

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