Libros que tienes que leer antes de morir

¿Qué mejor título que este? Algo leve, ligero, sibilinamente pretencioso. Antes de morir, sí, mejor cuantas menos horas previas para espicharla. Es entonces cuando cogerás tu lista de libros imprescindibles y tacharás el superventas de Belén Esteban, ese que cierra el círculo lector de tu vida… (era broma, una macabra y puñetera broma)

No es para menos lo de hacer bromas al respecto de esta entrada, porque el título me lo acaba de sugerir otro bloguero también dedicado a escribir sobre libros. Y es que hay tantas listas y comparativas en Internet que para apuntar a lo más alto no queda otra que asaltar al lector medio y decirle: !eh, amigo! ¿Sabías que no puedes palmarla sin haberte leído estos 3, 5 o 15 libros?

Así que allá vamos con mi particular experimento de literatura extrema. Extrema porque… ¿Quién cojones iba a buscar en Google: «libros que leer antes de morir» si no tiene en perspectiva entregarse al último viaje?

Tan solo espero que dispongas de un ratito para atenderme. Si cuentas con un puñado de horas antes de hacer mutis por el foro, apenas te costará unos minutillos perderte por aquí.

Y ya luego te tumbas en tu lecho para enfrentarte a las lecturas imprescindibles. Unas lecturas que no te asegurarán el cielo, pero que sí, al menos, te suministrarán a goteo el paliativo intelectual de tener los deberes bien hechos. Así disfrutarás de la agonizante razón como un narcótico reconciliador, antes de salir de aquí hecho todo un Quijote, reluciente y esplendoroso hacia la última y única lucidez de tu vida.

Los libros imprescindibles de la Historia de la literatura

Los brazos de mi cruz

Soy el puto Paco Umbral y te voy a recomendar mi libro, que para eso hemos venido. Se trata de una ucronía en la que Hitler nos cuenta lo que fue de su vida una vez que escapó del búnker. El tipo infame, el hombre devorado por su némesis…

Nunca había escrito algo así y nunca más lo haré. Porque lo mío es más la novela de misterio, la ciencia ficción, los relatos y las divagaciones infructuosas del escritor fracasado. Ese que pese a todo sigue disfrutando como un enano frente al tecleando (a diez dedos, como los grandes. Nada que ver con esos analfabetos digitales de ágiles dedos índices). Un solitario placebo autoadministrado frente al ordenador, viendo como nacen y mueren personajes y tramas. Si eso no significa ser escritor por encima de cualquier otra cosa, que venga Dios y lo diga.

Y si terminado mi libro no te parece algo digno de leer antes de morir, será porque se te ha hecho el rato más largo entre sus páginas. Y pensarás entonces en volver a leerlo para estirar tu tiempo de vida en nuevos minutos que se hagan eternos entre página y página. Y entonces me lo agradecerás por extender tus últimos días. Y serán así los 5 putos euros mejor invertidos de tu vida.

Los brazos de mi cruz, Juan Herranz

¿Ya está? Sí, como diría el eyaculador precoz al que nunca conocí, ya está. Hoy no tengo ganas de seguir acercándote a los mejores libros de la Historia, quizás mañana… Bon voyage.

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