El desarraigo propio del prolongado exilio de Semprún, a causa de la instauración del régimen de Franco, dotó a Jorge Semprún de una especial impronta libertaria que todavía profundizaría más cuando fue encarcelado en Buchenwald allá por 1943, por pertenecer a los partisanos franceses que se enfrentaron al ejercito invasor alemán. Las experiencias de aquellos días y su posterior liberación al acabar la Segunda Guerra Mundial dejaron una huella naturalmente trascendental para la obra del escritor Semprún.
Lógicamente, una vez fuera de España y con el Régimen franquista poco favorable hacia su persona, Jorge Semprún escribió mayoritariamente, o al menos publicó, en lengua francesa.
Sus incuestionables convicciones políticas y su gran consideración popular lo acercó a la politica institucional activa, perteneciendo en un primer tiempo al PCE, hasta una fase posterior a finales de los 80 en los que fue Ministro de Cultura con el PSOE.
No suelo hacer referencias políticas, pero considero que en el caso del Semprún la política es uno de sus motivos literarios, a través de sus activas vivencias sociales, el autor narra casi siempre con carácter autobiográfico, con la sensación innegable de constante aventura vital. Un autor que merece la pena ser leído más allá de su indudable calidad literaria.
Top 3 novelas recomendadas de Jorge Semprún
Autobiografía de Federico Sánchez
Lo que haya de verdad respecto al punto autobiográfico del autor se queda en ese limbo fascinante de la narrativa de ficción (vamos, lo que viene siendo la memoria de cada cual, capaces como somos de magnificar nuestros instantes más brillantes y borrar o suavizar los malos momentos).
Nada mejor para escribir sobre uno mismo que proyectarse hacia un alter ego con el que Semprún juega a construir una historia con base en las evocaciones de la memoria, como dejándose llevar por ese capricho de los recuerdos que asaltan con sus grandes noticias olvidadas del pasado.
Y sin embargo, dentro de esa cadencia imprevisible de los tiempos del supuesto Federico Sánchez, de su juventud al frente de la resistencia, de sus encontronazos con el destino, de su gusto por la razón en favor de la democracia más palpable, pese a todo ese supuesto desorden, el hilo conductor propuesto finalmente por Semprún construye perfectamente al personaje de Federico Sánchez.
El largo viaje
Largo viaje y tan largo o más proceso de redacción. Supongo (y quizás sea mucho suponer) que narrar los días de cautiverio nazi que vivió Semprún supondría todo un ejercicio de sublimación y de resiliencia, entendible pues que le costara tanto y entendible también la clara metáfora del título como el viaje interior hacia la liberación del alma del horror vivido.
En torno a veinte años tardó Semprún en publicar el libro en torno a lo vivido en el campo de concentración de Buchenwald. O, modificando mi forma de suponer, quizás realmente Semprún necesitó todo ese tiempo para organizar sus notas mentales, para transmitir con absoluta franqueza lo que le tocó vivir. ¿Quién sabe? En ocasiones los motivos de cualquier acto se descifran como una suma de factores.
Para un escritor encontrar los motivos para contar algo no siempre es fácil y, en el caso de Semprún que acopiaría más motivos que nadie, dedicó todo ese tiempo de espera para hacerlo. La historia empieza en uno de esos trenes cuyo camino de hierro conducía a sus pasajeros hacia la explotación, la denigración y una muerte más que probable.
La sensación ya conduce a la asfixia en ese vagón que avanza durante un prolongadísimo tiempo por paisajes invisibles entre la oscuridad de aquel espacio.
Lo que ocurrio después se conoce en versión objetiva, en las frías cifras de bajas, en el siniestro conocimiento de prácticas aberrantes…, y sin embargo, contado por un escritor que lo vivió en sus carnes, la suma de historias adquiere otro cariz muy especial.
Veinte años y un día
En un pequeño pueblo de Toledo, el 18 de julio de 1956, la familia de los Avendaño se dispone a una singular celebración. En un escenario que parece inspirado por Miguel Delibes y sus santos inocentes, los personajes participan de la conmemoración del luctuoso fallecimiento de un familiar a manos de unos campesinos que decidieron tomar su aviesa justicia.
La aparición de un policía secreto de Franco hilvana esta novela con la Autobiografía de Federico Sánchez, con lo cual, conociendo la naturaleza de alter ego del tal Federico respecto al autor, de nuevo Semprún ofrece claras pistas sobre el trascendental cameo de las experiencias propias en esta historia.
La novela, más allá de este punto de partida de la extraña celebración, toma como personaje referencia a Mercedes Pombo, magnética viuda de la familia Avendaño. En torno a ella el policía franquista, un hispanista y todo el pueblo de Quismondo rondan con sus particulares intenciones hacia una verdad sorprendente finalmente.