Imaginemos al pensador capaz de abrir un nuevo camino en lo filosófico. Ese es un tal Jordan B. Peterson que asume la carga de pretenciosidad que supone replantearse siglos o incluso milenios desde los primeros pensadores.
Pero tal como Jordan B. Peterson lo cuenta, no se trata de pretenciosidad ni de grandilocuencia. Porque de lo que va el asunto es de equilibrar el componente siempre subjetivo del pensamiento con la posible objetividad residual, con ese sustrato compartido en mayor o menor medida por todos los humanos.
Un filósofo que se precie no puede por menos que tratar de empezar de 0 para construir su teoría, su particular metafísica, su epistemología que, en el caso de Peterson como psicólogo, parte al menos de premisas bien conocidas.
No es que nos vayamos a topar con un Nietzsche del siglo XXI, ni con libros de autoayuda o de coaching que proliferan como setas en esta sociedad alienante como nunca antes. Peterson simplemente piensa y nos conduce a pensar como ese principio de inteligencia emocional que, más allá del término acuñado en pleno siglo XX, siempre fue la esencia de lo humano.
Luego está el proceso de hacerlo todo manejable por cualquier tipo de lector. Y ese poder divulgativo es el que a la postre mejor maneja este autor para prácticamente novelar, como un narrador bien preparado, todo lo aprendido en ese viaje dantesco a las esencias, ya sean infiernos o cielos.
Top 3 libros recomendados de Jordan B. Peterson
12 reglas para vivir. Un antídoto al caos
El caos es nuestro hábitat, por mucho que el aparente orden y el supuesto control nos mezan en sueños tranquilizadores. Fuimos creados desde la materia desparramada en millones de pedazos por un dantesco big bang y nos seguimos expendiendo de manera errática, sin orden ni concierto. La antítesis de lo que pretende establecer nuestra mente y nuestro pensamiento.
¿Lo tenemos jodido entonces?, sí. ¿Necesitamos un plan? También. De ahí estas doce reglas que triunfaron por todo el mundo y que, definitivamente ni son reglas ni son doce. Ahí está la gracia del asunto, de la presentación contradictoria del libro cuya duodécima regla es que acaricies a un gato cuando lo veas pasar… En el fondo, desde la noción más humorística de la lectura, se me antoja un Brian en la película que relataba su vida como mesías. Todo el mundo le seguía buscando las respuestas, haciendo de una zapatilla perdida tótem religioso.
En el fondo Brian no quería que nadie lo siguiera. Tan solo en su visión más simplista, querría que la gente viviera su vida y lo dejaran en paz.Y de eso va este libro. De vivir tu vida, de aparcar gurús o de confiar en ellos cuando te sirvan como inspiración o placebo. El único líder tú convencido de ti mismo.
Que para ello viene estupendamente disponer de una perspectiva más completa sobre el ser humano expuesto a dilemas de todo tipo en lo moral, social, científico y filosófico.¿Cuáles son las reglas esenciales para vivir que todos deberíamos conocer? Regla n.° 1: mantente erguido con los hombros hacia atrás…, como las langostas; regla n.° 8: di la verdad, o por lo menos no mientas; regla n.° 11: no molestes a los niños cuando montan en monopatín…
Jordan Peterson, «el pensador más polémico e influyente de nuestro tiempo», según el Spectator, nos propone un apasionante viaje por la historia de las ideas y de la ciencia —desde las tradiciones antiguas a los últimos descubrimientos científicos— para tratar de responder a una pregunta esencial: qué información básica necesitamos para vivir en plenitud. Con humor, amenidad y espíritu divulgativo, Peterson recorre países, tiempos y culturas al mismo tiempo que reflexiona sobre conceptos como la aventura, la disciplina y la responsabilidad. Todo con el fin de desgranar el saber humano en doce hondas y prácticas reglas para la vida que rompen radicalmente con los lugares comunes de la corrección política.
La corrección política
Los grandes pensadores tienen el don de la oportunidad porque adivinan nuevos escenarios sociales que se van deslizando entre la realidad, con su deriva desde las circunstancias más variadas.
Lo del buenismo y la corrección, lo de lo anecdótico como lo esencial… Y no tan solo política sino extendido a casi todo ámbito es casi un mal endémico, un fariseísmo donde se ungen los pies de unos y se apedrean a otros desde la superioridad moral más enquistada y justificada por los más increíbles circunloquios ideológicos. ¿La corrección política es enemiga de la libertad de expresión, el debate abierto y el intercambio de ideas?
O, por el contrario, ¿reformulando el lenguaje para incluir en él a grupos minoritarios construimos una sociedad más justa e igualitaria?Algunos opinan que la corrección política cercena los pilares de la democracia y fomenta el conflicto social, pues el momento actual de crispación política es fruto del auge de la censura, el lenguaje inclusivo y la lista creciente de temas tabús.
Otros, sin embargo, insisten en la importancia de ahondar en un mundo más igualitario y tolerante mediante la corrección política.En este breve libro, autores como el controvertido intelectual Jordan Peterson o el adalid de la libertad de expresión Stephen Fry dan su punto de vista sobre uno de los debates del momento.
Mapas de sentidos. La arquitectura de la creencia
Todo pensador tiene su libro de cabecera, su ideario. Desde el banquete de Platón hasta Descartes con su Discurso del método. Fruto de muchos años de reflexión y trabajo, Jordan B. Peterson sentó las bases teóricas de sus ideas en estos Mapas.
Un ensayo ambicioso, arriesgado y muy personal que, a la usanza de los pensadores clásicos, aborda con una originalidad sin prejuicios cuestiones básicas de la experiencia humana.¿Por qué personas de diferentes culturas y épocas han formulado mitos e historias con estructuras similares? ¿Qué nos dice esta similitud acerca de la mente, la moral y la configuración del mundo?
En este libro memorable, el autor responde a la acuciante pregunta de por qué somos capaces del mal (incluso en sus versiones sociales más atroces como Auschwitz y el Gulag), pero, a diferencia de la mayoría de psicólogos y filósofos, lo hace poniéndose más en el lugar del potencial verdugo que en el de la víctima. Una idea turbadora y vertiginosa. Eso le lleva a la ciclópea tarea de describir «la arquitectura de la creencia», la creación de sentidos, partiendo de un uso renovado del lenguaje y los conceptos clásicos —caos, orden, miedo, héroe, logos…—, y apoyándose en una amplia nómina de pensadores y obras que han reflexionado sobre la función de la mitología y el sentido de la moral, sobre todo Carl G. Jung, pero también Nietzsche, Wittgenstein o la Biblia.
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