Las novelas negras, los thrillers, tienen una especie de línea común, una pauta tácita para que la historia transcurra con su mayor o menor grado de intriga hasta que un giro próximo al final deje al lector boquiabierto. En el caso de este libro Silencios inconfesables, Michael Hjorth se permite el lujo de lanzar un órdago al género. Ni tan siquiera te estás acomodando a la historia cuando, de repente, el principal sospechoso del caso aparece muerto.
La cuestión es que una familia aparece asesinada íntegramente en su, hasta el momento del crimen, apacible hogar. Como digo, ocurrido el fatal desenlace, todo apunta a un personaje siniestro que rondaba a la familia con sus predecibles y macabras intenciones. Pero cuando el círculo se va cerrando sobre éste, el homicida en potencia aparece asesinado.
Cuando una historia se torna desconcertante, es entonces cuando el personaje debe sobresalir con sus grandes virtudes. Sebastian Bergman, investigador criminalista deberá transitar los más oscuros caminos de la psique humana para encontrar algo de luz que ilumine el caso. Por supuesto, un genio como él tiene sus aristas, las excentricidades de Sebastian Bergman aportan un punto de personalidad a la trama, con un peso brutal de este psicólogo que acaba fascinando al lector por su metodología pero también por su inteligencia.
De cualquier forma, tal vez Sebastian no esté preparado para buscar la solución a través de Nicole, una niña, sobrina de la familia asesinada. Sondear a menores nunca fue su especialidad. Lo que parece una tarea menor se convierte en una ardua labor. El consabido riesgo que corre la menor apremia para que la investigación se aclare. Sebastian se verá impelido a dar lo mejor de si mismo en un oscuro laberinto donde puede ocurrir de todo.
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